capítulo diecisiete.

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-"¿Cómo te sentís hoy?"– preguntó haciendo aparentes garabatos en su libreta como cada viernes. Iván pensó durante unos segundos -"Bien"- La doctora sólo asintió con su cabeza siguiendo con sus anotaciones.

Era una pregunta de rutina, repetirla sesión tras sesión le facilitaba ver indicios de cambio. A esa pregunta obtuvo sólo un encogimiento de hombros por parte de Iván durante años, pero hacía un par de sesiones él había comenzado a hablar más y a decir que se encontraba bien. Recordó lo que Silvia le contó sobre la primera vez de Iván obsequiando algo a alguien, decidió intentar que le hablase sobre eso.

-"Contame Iván ¿Has intentado hacer algo nuevo estos últimos días? Vos sabés, siempre hay una primera vez para todo. Algo que, no sé, nunca te habías animado antes"- Iván quedó en silencio largo rato. Esthela podía observar como él tenía algo para decir, siempre que eso sucedía lo último que cruzaba por su cabeza era presionarlo para que hable.

-"Cantar"- dijo al cabo de unos minutos.

-"¿Cantar? Wow, eso sí que es algo nuevo. Es un lindo pasatiempo ¿No? Debes tener una hermosa voz"- Luego de la sesión Silvia le hizo presentes sus preocupaciones a Esthela debido a que Iván había bajado un poco el nivel en sus estudios.

-"Eso es totalmente normal. Dejá de preocuparte"- la tranquilizaba -'No sólo es normal, sino que es bueno. Mirá, Iván no tenía otra cosa en que pensar y por eso se dedicaba a tiempo completo a sus estudios, pero si ahora ya no les brinda toda su atención, significa que hay algo en lo que se ve más interesado. Es una actitud típica adolescente. Es algo que todos hacen. Que Iván no sea la excepción es algo muy, muy bueno. Deberías estar feliz por eso"-

-"Creo que tenés razón, pero, bueno, sabés que no puedo evitar preocuparme"-

-"No te disculpes, para eso estoy aquí. Por cierto Silvia"- la interrumpió un segundo antes de que ella abandonara la sala -"¿Sabes algo con respecto a una canción?"-



Iván simplemente no podía creerlo. Se le había iluminado el rostro de tal manera al cruzar aquella puerta de aquel local, sin siquiera ser consciente de ello. Su mirada se había clavado en la figura de aquel chico hermoso como cada sábado. Pero esta vez algo había cambiado, algo que lo hacía inmensamente dichoso.

Rodrigo, la definición de perfección, vestía el gorro negro que le había regalado una semana atrás. Acomodando unos papeles desordenados sobre el mostrador. Siempre parecía tan despreocupado. Como si estar de buen humor fuera lo más común y corriente para él.

Se acercó hasta él sin poder contener una estúpida sonrisa de niña enamorada. Pensó que ese era, tal vez, el momento oportuno de que fuera él quien rompiera el hielo con una broma esta vez.

-"Bonito gorro"- dijo sin poder evitar algo de timidez en su comentario. Los ojos verde color de la más suave y tersa hierba se encontraron con los suyos cafés color chocolate. Como siempre el mundo pareció desaparecer alrededor.

-"Gracias. Me lo regaló alguien importante para mí en mi cumpleaños"- Iván no podía resistir a tanta ternura. Su rostro. Su voz. ¿Por qué debía ser tan apacible en cada cosa que hacía?

-"Vení. Hay chocolate caliente en la cocina"- una vez en la cocina ambos sostenían en sus manos una gran taza de chocolate caliente. Sabía delicioso.

Rodri se encontraba sentado en la encimera, con sus piernas colgando; Iván en cambio se encontraba en una silla. A Carre le gustaba empinar bastante su taza para que quedara una marca de chocolate por encima de su labio, simulando un bigote, y luego lamerlo. Sólo para ver como Iván se divertía al verlo hacer eso.

-"Sabes..."- dijo cortando lo que era un silencio para nada incómodo -"Quise usar el gorro desde el momento en que me lo diste. Pero como no forma parte del uniforme del local pues, tal vez podía traerme problemas. Pero hablé con el señor González a mitad de semana, y dijo que no había problema"-

𝙚𝙡 𝙘𝙝𝙞𝙘𝙤 𝙙𝙚 𝙡𝙤𝙨 𝙘𝙙'𝙨 ★ 𝘳𝘰𝘥𝘳𝘪𝘷𝘢𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora