La dama de blanco

13 11 1
                                    


—No te preocupes, yo llego a casa en una hora más tardar—decía aquel hombre mientras hablaba por teléfono y conducía en aquella carretera desolada de Virginia.

La neblina era altamente espesa, pero las luces del auto permitían un poco de visibilidad, al colgar su teléfono enfoca su visión en frente, justamente de aquella carretera tan desolada.

Pero algo llama su atención.

Aquella carretera del kilómetro 76 de Virginia había sido el centro de noticias debido a la alta desaparición de personas en la zona entre el alto puente que cruzaba el río y el inicio de la misma autopista.

Las desapariciones eran aun más grandes en el caso de los hombres, se podían reportar unas cinco desapariciones a la semana, y quizás unas veinte al mes.

Pero lo que logra enfocar aquel hombre en la carretera era una mujer, una hermosa mujer, vestida con una larga bata blanca, estaba descalza, un hermoso y frondoso cabello largo de color negro, su mirada era encantadora, tanto que lograba hacer que los hombres se detuvieran en plena carretera para verla, y ese fue el caso.

Este hombre baja la ventana del asiento copiloto de su auto y de inmediato el frío nocturno golpea contra su rostro.

—Hola, ¿Qué hace una mujer tan hermosa en esta carretera tan fría y sola?—dice con una espontanea sonrisa en su rostro

— ¿Me puedes llevar a casa?—pregunta esta mujer directamente

La mujer era la viva imagen de un espanto nocturno, y que a las doce de la noche la cual era la hora que marcaba aquel reloj tenía su protagonismo.

Este hombre abre la puerta copiloto de su auto y deja a aquella mujer subir a su auto, la mira con detenimiento, era hermosa, era muy hermosa, tanto que podía hacer que su víctima se mantuviera mirándola por horas.

Ella echa su cabello hacia atrás, lo mira, entonces sonríe un poco.

— ¿Eres casado?—pregunta con suave y fina vos, tan suave como el mismo algodón

— ¿casado?, no que va, dime, ¿Dónde vives?

—conduce, yo te estoy guiando

Aquel hombre no se daba cuenta, solamente arranco su vehículo, pero la mujer miró el espejo retrovisor que se encontraba dentro del auto, y al mirarlo aquella criatura se reflejaba como visión principal del auto, pero... era el reflejo de aquella mujer.

Este hombre seguía conduciendo por la desolada carretera, hasta llegar a una planicie que mostraba signos de algún incendio, y evitar observar la zona era imposible para ese conductor.

Y luego de diez minutos de carretera llegan a una pequeña casa, la cual mostraba altos signos de fuego, y al mismo tiempo, una casa de campo, signos de humildad, de tiempos altamente remotos.

—Tú no vives aquí, ¿o sí?—pregunta aquel hombre un tanto preocupado por la situación

—Mi casa, no puedo ir a casa—lloraba aquella mujer mirando fijamente la residencia altamente quemada

— ¿Pero qué estás diciendo?—de un momento a otro la mujer desaparece, este hombre gira a todos lados, trata de ubicar a aquella misteriosa mujer, la cual aparecía y desaparecía de un momento a otro.

— ¿Dónde estás?—pregunta el hombre bajando de su auto para dirigirse a la residencia incinerada.

Un paso tras otro, el apreciaba la zona, la cual estaba totalmente quemada, el sonido de las aves negras, los cuervos, atormentaba su sistema auditivo, pero luego de girar hacia la entrada las risas lo comenzaron a asustar, las risas de niños que provenían desde adentro de la residencia.

Infernal [volumen 1: la creación]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora