𝙘𝙖𝙥í𝙩𝙪𝙡𝙤 uno

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El pelinegro corría por el restaurante, entregaba los pedidos con prisa y, cada tanto, miraba el reloj de su celular con impaciencia. Intentaba terminar su turno de la noche antes de que se le hiciera demasiado tarde para llegar a casa.

ㅡ La mujer de la mesa cinco está desquiciada, por favor, por favor, dile a alguien más que se encargue de ella, ya no la aguanto. ㅡ Suplicaba a su compañera de trabajo y encargada del sitio.

Soojin rió al ver lo desesperado que estaba Minho.

ㅡ Bien, ya deja de llorar, bebito, le diré a alguien más que se encargue. Estuviste trabajando desde la mañana, así que ya puedes irte si quieres.

ㅡ ¡¿De verdad?! ㅡ Los ojos de Lee brillaron con entusiasmo, y una simple onomatopeya positiva de la chica, logró sacarle una enorme sonrisa. ㅡ ¡Gracias! te juro que te lo pagaré de alguna manera, no sabes lo feliz que me haces.

ㅡ No hace falta, Min, lo sabes. ㅡ Soojin sonrió nuevamente y ayudó a Minho a tomar sus pertenencias. ㅡ Cada día más cerca de los treinta y sigues pareciendo un niño.

ㅡ Más respeto, tenemos la misma edad, y aún faltan años para los treinta. ㅡ El azabache le mostró la lengua a su compañera, en tono burlesco, mientras acomodaba su mochila, colgándola de su hombro derecho. ㅡ Nos vemos, Soo, gracias por esto.

ㅡ ¡Los años pasan volando, Min, no lo olvides!

. . .

No había sonido que lo reconfortara más que el del elevador luego de un largo día de trabajo.
Pese al tiempo, seguía sorprendiéndole la mentalidad de adulto que tenía ahora.

Aún su memoria se mantenía en aquellos días de su adolescencia.

ㅡ Creí que llegarías temprano esta vez, ya te dije que no tienes que sobreexigirte en el trabajo, Minho...

ㅡ Lo siento, lo siento, pero ya estoy aquí. ㅡ Lee dejaba sus pertenencias en la entrada, dirigiéndose a su cocina-comedor para lograr lavar sus manos, y luego, sentarse en el sofá junto al mayor. ㅡ No empezaste la serie sin mí, ¿verdad?

ㅡ Sabes que por más que tardes años, te esperaré. ㅡ Changbin suspiró, tomando el control de la televisión, pero antes de ponerle play a la serie, volteó a ver al menor. ㅡ Primero cuéntame qué tal tu día.

ㅡ Uhm, ya sabes, lo de siempre. Mucho trabajo, clientes que te tratan como mierda y algunos pocos que te dan las gracias, pero Soo me dejó salir temprano esta vez, así que estoy de buen humor... ¿qué tal tú?

ㅡ Deberías invitar a comer a Soojin o algo, siempre me hablas muy bien de ella... y con respecto al trabajo... no lo sé, fue un día pesado, es todo... ㅡ Changbin guardó silencio por un momento, había desviado la mirada y parecía recordar algo no muy grato.

ㅡ ¿Qué viste hoy?... ㅡ Preguntó Minho, delicadamente.

ㅡ Un niño de unos seis años. Su padre lo ahogó en un río porque 'no dejaba de llorar'... es increíble cómo no terminas de acostumbrarte de ver esa clase cosas, pero es como si cada historia fuera más inquietante que la otra, y nunca termina de impactarte. ㅡ Seo volvió a la realidad, mirando la expresión del pelinegro. Minho parecía preocupado, su expresión lo reflejaba completamente, por lo que el mayor se sintió en deuda de calmarlo un poco. ㅡ Pero está bien, por algo voy a terapia, estos casos impactan los primeros días y luego entiendes que es prácticamente normal.

Minho, inseguro, sólo asintió, intentando no preocuparse de más por su mayor.

ㅡ ¿Vemos la serie ya? creo que ambos necesitamos despejarnos un poco del trabajo.

ㅡ Claro, tienes razón. ㅡ Changbin rió, volteó nuevamente hacia la televisión y le puso play a la serie.

La primera temporada de 'Sweet home' se reproducía sobre la pantalla, la serie favorita de ambos, mientras Minho se recostaba cómodamente sobre el sofá y Changbin hacía lo mismo sobre el cuerpo del menor.

Un picor en la nuca del pelinegro lo había estado molestando desde la mañana, el malestar en su estómago, el mal augurio. Algo que no sentía desde hacía ya siete años.

. . .

Se despertó con la alarma. Se aseó, preparó un café y se sentó sobre la mesada de la cocina-comedor a beberlo mientras miraba las noticias.

Tendría día libre, por suerte, y Changbin no se encontraba en el departamento debido a que trabajaba desde la mañana.
En esa clase de días, nunca sabía qué hacer. Se encontraba solo hasta la noche, y debido a que no tenía amigos más que Seo, nunca planeaba salidas con nadie.

ㅡ El día de hoy, como muchos sabrán, se cumple el séptimo aniversario de otra de las víctimas del asesino de la máscara de ratón. Han Jisung, un joven al que le arrebataron la vida injustamente a sus diecisiete años. Desde nuestros más sinceros sentimientos, le damos nuestras condolencias a la familia Han y amigos, junto con las familias de todas las víctimas producto de la injusticia y la maldad de un mismo responsable. ㅡ Sucesivamente, la reportera continuó dando detalles sobre una ceremonia en conmemoración que se estaría dando esa tarde en la ciudad.

Pero Minho había dejado de oír, de beber su café, y prácticamente respirar.
Ahora entendía su mal augurio del día anterior.

Odiaba recordar esa fecha, odiaba pensar en todo lo que había sucedido. Parecía que su corazón volvía a quebrarse como en aquel entonces, sumado a que sabría que recibiría llamados de los padres de Jisung durante todo el día.

Desde lo que había sucedido, no había dejado de recibir llamados de la señora Han. Sabía que la mujer estaba devastada, que sólo quería oír algo o a alguien que lograra acercarla a su hijo, a la memoria de Jisung que aún se mantenía intacta para ella (y para Minho también), pero no se sentía en derecho de siquiera mirarla a los ojos, de oír su voz, de dirigirle la plabra o respirar el mismo aire que ella.

Era culpable.

El timbre sonó, intentó caminar normalmente hacia la puerta, pero sus piernas no paraban de temblar.
Quitó las lágrimas que habían caído por sus ojos, y antes de abrir, tomó una bocanada de aire.

Aire que pronto volvió a escaparse de sus pulmones.

ㅡ Hola, hyung... cuánto tiempo.

𝘴 𝘢 𝘯 𝘨 𝘳 𝘦  𝘥 𝘦  𝘧 𝘦 𝘭 𝘪 𝘯 𝘰 ☆ 🄷🅈🅄🄽🄺🄽🄾🅆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora