𝙘𝙖𝙥í𝙩𝙪𝙡𝙤 catorce

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Habían pasado ya varios meses, eran cerca de las once de la noche y Minho se encontraba sentado en el sofá, observando las noticias mientras bebía lentamente un vaso de whisky.

Dos dibujos de perfiles aproximados de los asesinos más buscados del momento no tardaron demasiado en aparecer en la pantalla.
Un hombre alto, de entre veinte y treinta años, ojos almendrados de un tono café, con aquella característica máscara en forma de gato. Cometía crímenes a sangre fría, de forma lenta para su propio goce, actualmente llevaba un total de cinco víctimas registradas, dos hombres y tres mujeres, todos adultos jóvenes (obviamente sin contar a su propia madre y a su primera víctima, Han Jisung), tenía un típico perfil sociópata, impulsivo, capaz de hacerse pasar por una persona completamente normal. Era él.

Posteriormente, otro hombre, aproximadamente de la misma edad, también alto, con ojos rasgados de un color café intenso, y su máscara de ratón. Crímenes organizados, planificados a detalle y sin ningún tipo de remordimiento, con aquella característica de que parecían ser crímenes vengativos, todas sus víctimas tenían perfiles muy similares (completamente distintas a las víctimas de Minho, que no parecían tener ningún tipo de correlación), todas sus víctimas habían cometidos crímenes previos, crímenes moralmente condenados que nunca habían sido juzgados, prácticamente era un justiciero según varias personas. La cantidad de sus víctimas registradas eran unas diez, aunque los investigadores del caso estaban seguros de que no era alguien nuevo teniendo en cuenta la organización de los crímenes, crímenes perfectos, crímenes que no cualquiera cometería con tal precisión, y mucho menos, si se tratara de alguien que apenas comenzaba a cometer asesinatos. Claramente se trataba de Hyunjin, pero pocos lo sabían, pocos lo creían, sólo Minho era consciente de eso.

O eso creía.

. . .

Volvía a leer los informes y expedientes del caso una y otra vez, desde el principio hasta el final.

Nada, no lograba encontrar nada.

Se quitó sus anteojos dejándolos sobre su escritorio, se recargó en su silla, exhausta, llevó su índice y pulgar a su entrecejo, intentando calmarse y que el dolor en su cabeza se calmara aunque sea un poco.

Jihyo se había tomado un descanso por un largo tiempo, unos años, para ser exactos. Después de su último caso, la máscara de ratón, decidió irse a casa al encontrarse con el supuesto encuentro del cadáver de Hwang luego de su suicidio, aunque ella no confiaba.

Park tenía la creencia de que el caso de Hyunjin realmente no estaba cerrado, y luego de que en las noticias, después de siete años, volviera a aparecer aquella máscara, sintió como si su cansado cuerpo recuperara fuerza, se sintió como aquella joven detective en sus primeros años de profesión, intrigada, emocionada por cada nuevo caso.

Alguien golpeó la puerta.

ㅡ Pase. ㅡ Jihyo volvió a acercarse a su escritorio, acomodando los papeles.

ㅡ Son pasadas las doce de la noche, espero que tengas una buena excusa para llamarme. ㅡ Dijo Seungmin entrando y cerrando la puerta detrás de él, posteriormente, acercándose a la mujer en el escritorio.

ㅡ Siéntate, Seungmin.

Y el hombre se sentó, obediente.

ㅡ Cuánto tiempo sin vernos.

ㅡ Lo mismo digo... me borré del mapa, necesitaba alejarme de todo lo que me recordara al caso de Hyunjin. ㅡ Comentó la mayor. ㅡ Supongo que te sucedió lo mismo, después de ese caso tampoco volviste a encargarte de nada, hasta te fuiste del país, ¿cierto?

ㅡ Sí, necesitaba un descanso... todo lo que sucedió fue demasiado para mi cabeza, aún tengo pesadillas, la medicación dejó de hacerme efecto hace poco y tendré que subir la dosis, voy a parecer un puto animal anestesiado.

𝘴 𝘢 𝘯 𝘨 𝘳 𝘦  𝘥 𝘦  𝘧 𝘦 𝘭 𝘪 𝘯 𝘰 ☆ 🄷🅈🅄🄽🄺🄽🄾🅆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora