¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La muchacha pelirubia se miraba en su reflejo, con un suspiro, cambió su rostro cansado a una expresión encantadora.
Se suponía que le presentarían a Wednesday Addams, la omega del momento, ya que, contra todo pronóstico, luego de décadas sin que algo así ocurriera, la chica era una cambiaformas, cosa que llamó la atención de todo el mundo.
La familia de la omega buscaban a la mejor alfa para su hija, del linaje más puro posible, con la esperanza que, al tener hijos, estos nazcan con los mejores genes, incluido el propio don de transformarse en un adorable lobito a voluntad, tal como esa tal Wednesday Addams podía hacer.
Y ella era una de las candidatas principales, familia de magnates, heredero de una fortuna, hija única y perfecta, apodado la Golden Girl por todas sus cualidades.
Pero a enid Sinclair le importaba tres pepinos qué tan fabulosa pintaran a esa omega.
Porque esa desconocida no era quien ella quería para su compromiso.
Aún, con esfuerzo, se arregló con ropa elegante, se acomodó el pelo hasta quedar perfecta, y se colocó una sonrisa rompecorazones en el rostro.
Luego de una última mirada en el espejo, se volteó para salir de su amplio dormitorio.
Su sonrisa no duró mucho al ver a el chica pelinegro, parado en el umbral de la puerta, el beta lo miraba con súplica.
Había discutido con ajax Petropolus en cuanto se enteró que le presentarían a una omega, exigiendo que se revelara contra sus padres, ya que no quería ese arreglo.
Ya lo habían discutido muchas veces. Ya que ambos debían tener que mantener su relación en secreto.
La familia de Sinclair no dejaría que su linaje se perdiera si la última descendiente elegía a un beta; su familia no funcionaba así, ellos eran alfas y omegas, no había lugar para algo como ajax.
Para el mundo, ellos eran amigos; pero a solas ellos eran su propio mundo.
Y por esa razón el corazón de Enid se destrozaba cada vez un poco más.
No habían hablado desde hacía unos días, cuando la Mamá de Enid había aparecido en la casa de su hija para darle la noticia de su compromiso.
Pero cada vez que se cruzaban, ajax tenía ese misma expresión de "Por favor, no lo hagas" en el rostro.
Enid suspiró, se acercó a ajax con paso tranquilo, hasta quedar a unos centímetros del rostro de el pelinegro.
-Por favor, no sigamos así -pidió la pelirubia, mirando a los ojos de el pelinegro, aunque el tenía la vista en el suelo.
Ajax no contestó, y Enid se desesperó un poco, tomando el rostro de la beta.
-Bebe, mírame -exigió, pero no tuvo respuesta. Apretando los dientes con fuerza, sintió sus caninos siendo apretados y su voz salió de lo más profundo de su pecho-. Ajax, mirame.