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-¿Escuchaste de la última hija de los Addams? ¿Wednesday?
-Margot, obviamente que lo escuché, ¿Crees que vivo en una cueva?
-Ohhh, mirnia, siempre tan mala onda. Pero, enserio, esa Wednesday me trae fascinada.
-No eres la única.
-Digo, una linda y adorable omega, que además, es una cambiaformas, ¿No es la cosa más linda y especial que has escuchado?
-A ver si mueves tu culo de la máquina, pelinegra estúpida.
Ambos jóvenes miraron a el joven castaño rojizo, piel algo pálida y labios finos.
La chica y el chico hicieron una mueca de confusión, no habían sentido un mínimo olor de la presencia de aquel chico.
Divina rodó los ojos, separándose de la máquina expendedora donde estaba apoyada, tomando la mano de mernia, los dos betas se fueron, caminando apresuradamente por el pasillo del edificio de la universidad.
Tyler por fin pudo pedir su gaseosa a la máquina, disfrutando el silencio que había provocado la ausencia de los dos chicos.
En verdad, el había escuchado acerca de ese caso tan especial llamado Wednesday Addams; siendo una joven omega, ya era bastante especial, pero no fue conocida hasta hacía unos días, cuando el mundo se enteró que la chica de diecisiete años era una cambiaformas; pasando de ser una señorita enana a una loba gris.
Por muchos años, se creían a los cambiaformas como un mito, algo propio de las películas de Hollywood.
Claro que tyler tenía tanto interés en ese tema como lo que le importaba hablarle bien a la estúpida de Margot.
Un menos diez porciento, para ser más exactos.
Con su refresco en la mano, volvió a la biblioteca, lugar donde de dedicaba a hacer las únicas dos cosas que hacía en la universidad: estudiar o dormir. Aunque siempre tuvo la costumbre de terminas haciendo la segunda cosa.
Dejando a sus pies la lata media vacía, se acostó en el sillón del fondo de la biblioteca.
La bibliotecaria era una joven alfa de poco más de dieciocho años que sabía de las siestas de tyler, pero no le molestaba en lo absoluto, por otro lado, despertaba a el chico sólo cuando una profesora o la misma directora entraba para corroborar el buen uso de la biblioteca; por esa razón, el castaño rojizo dormía con un libro entre las manos, así que cuando se despertara, solo fingirá leer.
-Buenas tardes -saludó tyler a la pelirroja tras el largo escritorio.
El podía considerar a la joven alfa como la persona que más apreciaba de toda su universidad, y la única que elegiría como amiga si tuviera algún interés en hacer una.
-Hola, galpin.
A pesar de que la chica sabía su nombre, tyler nunca se había molestado en fijarse el nombre de ella ni en la placa en su pecho o en la que descansaba sobre el escritorio.
