Cap3 Clases en el Instituto Aristocrático

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"¡Eisenreich el segundo! ¡Todos aprobados!"

Escuché a mis compañeros festejar apenas un momento antes de volver a estudiar sus notas con sonrisas de alivio en sus rostros.

Yo también sonreí orgullosa, tal vez demasiado orgullosa, pero la culpa era del estúpido patán de cabello azul claro que volteó a mirarnos un momento, sosteniendome la mirada por un par de segundos más.

"¡Príncipe Ferdinand de la Soberanía, heredero al trono de Zent! ¡Aprobado!"

Él me dedicó una sonrisa amable que me desconcertó, yo solo aparté los ojos de su persona, ajusté mis lentes y regresé mi atención a los apuntes frente a mí. Los exámenes escritos podían ser pan comido, pero era mejor dar un breve repaso a mis apuntes.

Cuando el primer examen terminó y fue hora de cambiar de clase, pude escuchar los murmullos de algunos alumnos de los otros Ducados.

"Escuché que todos estaban pasando desde el año pasado", mencionó alguien a mi izquierda "pensamos que sería un fenómeno de una sola vez".

"Eisenreich planea humillarnos a todos" escuché decir a otro "no fue suficiente con que nos adelantarán a los demás tan rápido, según parece".

"¿Notaste que no usaron calculadoras?" murmuró una joven de coletas rosas y ojos rojos "me pregunto que tipo de educación les dieron en la sala de juegos de invierno".

"Hermana Hannelore, el príncipe Ferdinand tampoco usó una calculadora"

En ese momento me di cuenta. Las candidatas a archiduquesas de Dunkelferger estaban en nuestra clase y estaban hablando entre ellas.

"¿Podrías preguntarle por su método de estudios?" escuché la voz de Hannelore hablando de mala gana. Yo tampoco querría preguntarle, a decir verdad.

"¡El profesor de historia se acerca!" avisó alguien y todos comenzaron a regresar a sus lugares.

Ese odioso patán volteó de nuevo, está vez miré a mi lado, encontrándome con que Dunkelferger se sentaba justo ahí. 'Seguro tengo delirio de persecución por culpa de ese maldito' pensé con algo de decepción. No era a mí a quien miraba.

'¡No, espera! ¿Decepcionada? No, no, solo estoy aliviada de que no me esté mirando a mí. La decepción es porque no me vea todavía como un enemigo a temer, eso es todo.'

"¡...Pueden comenzar!"

En ese momento me di cuenta de que me había perdido en mis propios pensamientos. Suspiré resignada, volteando mi pergamino y leyendo las preguntas con cuidado.

Poco a poco fui respondiendo hasta terminar. Las preguntas eran nostálgicas. ¿Cuántas veces habían jugado Alessandra y Berniece conmigo al Adivina quién para qué me aprendiera los nombres? ¿Cuántas veces habíamos hecho fichas con las que luego me hicieran preguntas, como si jugáramos algún tipo de concurso?

Quería llorar. Su ausencia era algo que no lograba llenar aún si ya lo había aceptado.

Me retiré los lentes un momento para secar mis ojos con un pañuelo y luego los volví a ajustar. Estaba por seguir respondiendo cuando sentí una mirada insistente sobre mí.

Busqué hasta encontrar un par de ojos oro pálido que me miraban demasiado abiertos. ¿Me habría visto sin los lentes?

El patán volteó a su propio examen, tallando sus ojos con una mano antes de voltear de nuevo a verme.

No pude aguantarme. Tiré de la piel de uno de mis pómulos hacia abajo y le mostré mi lengua, sonriendo feliz al notarlo saltar con una mueca de asco y voltear a su examen.

La Flor y el Demonio Libro 2: La Venganza de la Flor (pausada)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora