Cap10. De Celos y Otros Insectos

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"¡Por favor, permítame cortejarla!"

Ferdinand se detuvo en el pasillo que daba a la zona de ditter dónde había planeado entrenar ese día. ¿En serio había gente flirteando tan temprano en la mañana?

"Agradezco mucho su propuesta, Lord Heisschitze, pero no puedo aceptarla. Soy una candidata a Archiduque y usted no".

Esa voz era la de la odiosa candidata de Eisenreich. ¿Qué demonios hacía ahí tan temprano? Heisschitze

"¡Entonces permítame servirle! ¡Incluso le daré mi nombre!"

La voz sonaba desesperada. Ferdinand dio un par de pasos más, quedando refugiado por las sombras creadas por la esquina del pasillo de mármol blanco, pero dejándole ver la escena casi por completo.

Lady Rozemyne llevaba el cabello recogido en una cola de caballo alta con un par de trenzas manteniendo todos los mechones de cabello en su lugar tejidos desde las orejas hasta la coronilla. Su ropa de montar se notaba sucia y la extraña espada que tenía en la mano brillaba bastante en ese momento.

"No puedo aceptar ninguna de sus ofertas, Lord Heisschitze. Además, dudo que Aub Dunkelferger le permita servir a alguien de otro ducado".

Ferdinand notó entonces la capa azul del aprendiz de caballero que se encontraba postrado frente a la niña con una rodilla en la tierra.

"¡Lo arreglaré si usted promete aceptarme! ¡Por favor! Una rifa crece en mi pecho desde que la vi combatir en ese ditter contra Lord Lestilaut. ¡Tanta fuerza y belleza solo pueden pertenecer a la hija del mismísimo Leidenschaft! ¡Juro que la protegeré con mi vida! ¡Me volveré más fuerte para ser su espada! ¡Y además, yo..."

"No necesito otra espada además de mi Rompe Tormentas, Lord Heisschitze ".

El joven bajó la cabeza. Ferdinand se sentía aliviado por alguna razón, sorprendiéndose al darse cuenta. Estaba seguro de que sus orejas se habían sonrojado.

"¿Pasa algo interesante ahí delante, Milord?" preguntó Justus desde detrás de él, asomándose con ayuda de su exceso de estatura en comparación con Ferdinand.

"No es nada, solo... espero que abandone pronto el lugar, de lo contrario tendremos que ir a entrenar a otra zona".

"¡Entonces permítame ser su amante, por favor!" rogó el chico Dunkelferger, poniendo la cara de Ferdinand y la de Rozemyne completamente rojas.

Una risita divertida y discreta llamó la atención de Ferdinand, quien miró arriba.

Justus parecía disfrutar demasiado con el espectáculo.

"Ahora entiendo" murmuró su asistente, haciéndolo preocuparse por el enorme malentendido.

"¡Justus! ¡Yo no..."

"¡Me niego!" gritó Lady Rozemyne interrumpiendo la explicación de Ferdinand y haciéndolo voltear.

Si bien la niña seguía un poco sonrojada, también se notaba pálida ahora.

"¡No necesito de un amante! ¡Por todos los dioses! ¡Solo tengo diez años!"

"Pero, Milady, si no necesita una espada, no desea mi nombre y no puedo cortejarla para comprometernos, yo estoy dispuesto a..."

"¿De verdad tienes idea de lo que es un amante? ¿Lo que tiene que hacer? ¿Cuál es su función?"

Se veía asqueada ahora.

El estómago se le apretó de forma dolorosa a Ferdinand. La niña parecía saber de lo que hablaba, parecía saberlo tan bien como él mismo, que también se sentía asqueado y triste al recordar sus últimas interacciones con Camille, recordando a su padre penetrando a una flor como si fuera un animal.

La Flor y el Demonio Libro 2: La Venganza de la Flor (pausada)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora