X.

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Luna Páez

La alarma que puso Pedri empezó a sonar haciendo que tanto el canario, como yo nos retorcieran entre las sábanas. Eran casi las seis de la mañana, a pesar de habernos dormido pronto yo no podía ni moverme pero al parecer el que tenía al lado, si, si se podía mover. Me empezó a dar besos por toda la cara para que me despertara y la verdad es que lo consiguió a la perfección.

Nos cambiamos, nos tomamos un café, y fuimos al coche del canario para ponernos rumbo al lugar secreto donde íbamos a ver el amanecer. Antes de arrancar Pedri me hizo ponerme una venda en los ojos para no ver nada hasta llegar al lugar. Estuve todo el viaje nerviosa, pero sabía que no eran esos nervios de cuando tienes miedo a que algo salga mal, si no que eran unos nervios de felicidad. Intentaba averiguar a dónde me llevaba pero era imposible concentrarme, con el canario cantando Sin señal- Quevedo, aunque no me importaba mucho, ya que me encantaba escuchar como el chico que tenía loca estaba cantando una canción de mi cantante favorito. No sé cuántas veces sonó la canción pero de pronto el coche frenó

- Ya puedes quitarte la venda- me dijo y eso hice

- Pedri, esto es precioso- dije mirando al precioso mirador donde estábamos

- Tu si que eres preciosa- me dijo con una sonrisa y añadió empezando a salir del coche- Ven anda

- Que frío hace aquí-dijo yo nada más salir del coche

- Toma- me respondió mientras se empezaba a quitar la sudadera

- ¿Seguro?¿no tienes frío?- le pregunté mientras me ofrecia su sudadera

- Estoy bien, morena- me dijo y me puse su sudadera. Después de eso apoyé mis manos en la barra que hacía que no nos cayéramos y me puse a mirar todo mi alrededor

- ¿Cuánto falta?- le dije mirándolo a el

- Menos de diez minutos- me respondió mirando la ora en su móvil

- Bien- le respondí volviendo a mirar la vistas, aunque no se viera nada porque todavía era de noche a mi me encantaba mirar todos los puntos de luz que había por toda la ciudad

- Este puede ser nuestro lugar- me susurro al oído el canario mientras me abrazaba por detrás

- ¿Solo nuestro?- le dije sin creerme lo que estaba empezando con el

- Si. Podemos escaparnos aquí cuando quieras, hablamos, pasamos el rato juntos- me respondió él dándole después un beso en la cabeza

- Me encantaría pero el problema es que ahora voy a estar queriendo venir aquí contigo, todo el tiempo- me dijo yo con una sonrisa que me salió solo de pensarlo. El se rio de felicidad, yo solté una mano de la barra y agarre su mano para se diera cuenta que me gustaba estar así

- Nadie nos impide venir todos los días aunque sea un rato. A mi hasta verte de lejos, ya me hace feliz- me dijo haciendo que sintiera esa sensación de mariposas en el estómago pero no duró mucho, ya que las inseguridades se apoderaron un poco de mi

- Quiero que salga bien- le dije mientras me giraba para poder mirarlo a los ojos

- Yo también quiero que salga bien, estoy enamorado de ti Luna Páez Gavira- me dijo haciendo que mi corazón empezara a latir más fuerte, lo dijo, dijo eso que llevaba esperando casi un año escuchar de su boca

- Yo también estoy enamorada de ti Pedro González Lopez- le dije entonces el agarro mi cintura, me llevó hacia él sin dejar un centímetro entre nuestros cuerpos y me beso

- Sabes que no va a ser fácil, por quien soy, por como nuestras personalidades algunas veces chocan- me dijo mirándome a los ojos. No me dolió en absoluto lo que dijo, debido a que lo sabía perfectamente, él era un futbolista y yo era la hermana de otro futbolista, el cual es su compañero y mejor amigo. Lo de nuestras personalidades iba a causar discusiones, era consciente de ello, él era un vacilón que a veces se iba demasiado de la lengua cuando no debía y yo era una chica sensible, que le afectaba todo y que era muy fácil enfadarme. Por otro lado, mi pánico a ser el centro de atención iba a causar muchos problemas, sabía lo duro que iba a ser cuando la gente se enterara.

Mis fotografías favoritas [Pedri González]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora