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El mayor aclaró su garganta, decidiendo contener sus ganas de gritarle que saliera de su clase por maleducado y por consiguiente, que lo viera a la última hora. En lugar de eso, simplemente se dio la vuelta, reanudando su clase y evitando pensar en lo molesto que era aquel jovencito.

Jungkook no tenía remedio, y sabía que estaba resentido por la burla que hizo esa mañana.

De igual manera, aquel inconveniente no evitó que Jungkook molestara en la clase, como lo hacía en todas las del rubio, y aunque éste intentó ignorarlo en más de una ocasión, se vio completamente irritado y chirriando sus dientes cuando la clase entera se dispersó, comenzando a burlarse de las ridículas palabras que abandonaban la bocaza del pelinegro.

— ¡Suficiente! — Gritó, haciéndose resonar por todo el salón. Todas las miradas sobre su cuerpo, aunque él mantenía la suya contra una tremendamente burlona. Jungkook se mordió el labio provocativamente y Jimin frunció el ceño, un suspiro fuerte abandonó sus labios— . Hagan silencio.

De inmediato, todos lo acataron, y tras unos segundos intentando controlarse y parecer completamente profesional, prosiguió con la clase.

Jungkook lo sacaba por completo de sus casillas, y durante todo aquel tiempo, no sabía cómo lo había soportado. ¡Era increíble! En sus años de estudiante, jamás le pasó comportarse de aquella manera con algún profesor. Y no se refería principalmente a su mala conducta sino... ¿A qué alumno en su sano juicio se le ocurriría coquetear constantemente con un superior? Indudablemente, Jimin tenía la respuesta.

Cuando la clase terminó y todos los estudiantes abandonaron el aula, el pelinegro soltó un suspiro cansado, masajeando sus sienes ante el potente dolor de cabeza que lo azotó en un momento. Creyó que a partir de allí su día mejoraría, pero una vez más, sus pensamientos resultaron anticiparse demasiado.

Alzando la mirada, se encontró con el cuerpo de Kook. El pelinegro sentado sobre un pupitre, cerca de él, y una sonrisa por completo sugerente. Jimin se preparó para un nuevo discurso indebido, y metiendo todos los utensilios en su maletín, le echó un rápido vistazo a su pelinegro alumno, interrogativo.

— ¿Deseas algo? — Cuestionó el morocho, su voz fuerte y seria. Jungkook se relamió los labios, una mirada por completo hambrienta.

— Te deseo a ti — admitió, despreocupado. El ojimiel apretó su mandíbula; no estaba de buen humor, y lo que menos deseaba era tratarlo mal, aunque aquello pareciera ridículo.

— Bien... si no tienes nada realmente bueno para decir, me tengo que retirar — afirmó, segundos después y caminando hacia la puerta. Jungkook se puso de pie, una corriente recorriendo su cuerpo entero al darse cuenta del poco interés.

— ¿No me regañará por mi mal comportamiento? — Preguntó. El pelinegro detuvo su paso, para segundos después encarar al menor y reír irónicamente. Jungkook podía sentir su corazón desbocado, admirando como el cabello negro y largo caía por su cuello. Jodido Dios— . Tenía la esperanza de pasar un tiempo aquí..., encerrado con usted.

— Tengo cosas más importantes que hacer, señor Jungkook — declaró, sus ojos entrecerrados y sus labios fruncidos. Jungkook dio un paso adelante, intentando parecer coqueto, o tan sólo conseguir cabrearlo hasta el punto de una real reprenda— . Además, me parece que usted es lo suficientemente grande como para más castigos... Debería aprender a madurar por sí mismo.

Tras aquellas palabras, él dio la vuelta. Jungkook abriendo su boca sorprendido y sin poderlo negar, completamente herido. Él sabía que su actitud le molestaba al profesor Jimin, pero no lo hacía más que de una manera intencional; para llamar su atención. De esa forma, le ofendía el que lo creyera inmaduro, y apretando sus puños con enojo, tenso su mandíbula. Admirando como aquel delgado y esbelto cuerpo desaparecía tras la puerta.

— Bien, soy un inmaduro — dijo, su ceño frunciéndose— . Seré un inmaduro. ¡Bonita novia, profesor Jimin! — Y con aquel último y burlón grito, respiró profundamente, intentando parecer tranquilo tras abandonar el aula.

Sabía que Jimin lo había escuchado, lo supo cuando lo observó a tan sólo unos pasos del salón, de pie y posiblemente, muy enfadado. Con una risa sarcástica, él admiró a sus dos mejores amigos, de pie esperándolo y con sonrisas burlonas en su rostro.

— ¿De verdad dijiste eso? — Cuestionó un divertido Seokjin, para pronto estallar en una ligera carcajada. Jungkook se encogió de hombros, y mordiendo el interior de su mejilla, escrutó la espalda del rubio, quien apresuró su paso por los pasillos y se perdió en una intersección.

— ¿A dónde creen que va? — Cuestionó poco tiempo después Kook, cruzándose de brazos. Ganó dos miradas cafés sobre sí, y relamiendo sus labios sonrió— . Vamos, él me gusta mucho.

Sin esperar una clara respuesta, persiguió sus pasos; sintiendo los contrarios detrás suyo, y cuando pudo admirar a su profesor favorito toparse con el ruloso de fotografía, se escondió detrás de un basurero.

— ¿Lo espiarás? — Cuestionó el castaño, poniéndose a su lado. Jungkook siseó calladamente, y admirando como éstos sonreían, sintió un halo de celos.

— Se lo merece por llamarme inmaduro. Oye, Jin. Dile a Yoongi que mantenga sus manos alejadas de Jimin— susurró, ganándose un codazo por parte del pelinegro, e ignorándolo poco tiempo después, puso toda su atención en la reciente conversación que parecían mantener ambos profesores.

Él, definitivamente, no estaba preparado para lo que iba a escuchar a continuación.

— ¡Felicitaciones, hombre! — Exclamó el marrón, una palmada en el hombro de Jimin y éste estuvo sonriendo. De aquella manera que nunca jamás le sonrió a Jungkook— . Zoe es una buena chica, realmente hiciste una buena elección con ella.

— Gracias. Lo sé — asintió, mordiendo el interior de su mejilla.

Jungkook apenas echó un pequeño vistazo a sus amigos, quienes lo observaban con ojos bien abiertos.

— ¿Cuándo se casarán? — Interrogó el castañito. En aquel momento, Jungkook sintió una punzada dolorosa en su pecho; imposible de creerlo.

— No lo sé, pero tampoco quiero esperar mucho. Lo más probable es que sea en unos meses, de igual manera te pasaremos la invitación — Río, palmeándolo amistosamente.

Sin que siquiera se dieran cuenta, Jungkook se levantó de su posición, su ceño fruncido con enojo y sus piernas sacándolo fuera de allí, siendo inmediatamente seguido por sus mejores amigos. Ellos sabían lo loco que estaba Jungkook por Jimin, y se sintieron apenados de que su amigo hubiera escuchado aquello.

— ¿Estás bien? — Preguntó un tímido Taehyung, acariciando la espalda del pelinegro cuando estuvieron fuera de la universidad. Seokjin miró sus manos, sin saber qué decir.

Dear Teacher ♥︎ KM Donde viven las historias. Descúbrelo ahora