¿Cuántos años?

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Pasar días enteros encerrada en su cuarto se había convertido en una actividad habitual para Clara. No solo porque a mediados de diciembre ya no existe ninguna responsabilidad escolar que la atormente (solo el escrúpulo de pasar al último año), sino también por la afición que tiene su madre en, como diría ella, « querer cagarle la vida ». Lo cierto es que Mariana se preocupa por su hija, y lucha por encontrar la manera de cuidarla sin atarla a sus propios miedos. Pero no puede evitar fallar constantemente en el intento.

Tras otro día desperdiciado, Clara carga el inicio de Instagram una y otra vez. Algunas historias son de sus amigos, quienes están reunidos en la casa de Catalina. Ella se muere de la bronca y tiene la mala costumbre de sentir que si se pierde alguna que otra reunión, sus amigos se van a olvidar de ella poco a poco. La realidad está bastante alejada de esa creencia.

Se digna a levantarse, con intenciones de hacer una parada rápida en el baño y después instalarse en la cocina. La invade un hambre que probablemente se deba al aburrimiento o a la ansiedad, pero no se cuestiona estos motivos.
Se había olvidado que Enzo iba a estar durmiendo en el sillón, por eso la toma por sorpresa encontrarlo allí a la madrugada. Pero él tampoco está intentando dormir. Está sentado frente al televisor con un mate en la mano, excitado por el Racing vs River del 17 de agosto del 2019 que eligió para ver.
Enzo se da vuelta al escuchar sus pasos y la mira expectante. Ella no viene a interrumpirlo, sin embargo se sienta a su lado, primero mirando el mate y después a la pantalla.

-Qué fiesta ese día- dice Clara nostálgica, sin quitar la vista del partido.

-Vos sabes, piba- responde Enzo, festejando el gol de Nico De La Cruz.

La muchacha se levanta del sillón sin olvidar su principal propósito; ir a la cocina. Pero el brazo de Enzo intenta actuar como barrera, impidiéndole (de una manera muy metafórica) que pueda seguir con su recorrido. 

-No te podes ir ahora, falta el de Scocco- declara, mirándola ofendido, como si hubiese cometido un delito.

-Me estoy muriendo de hambre, Enzo- admite Clara, tratando de correr el brazo del chico con ambas manos. Él se levanta y tomándola de los hombros, la vuelve a guiar a la misma posición en el sillón. Clara no discute, solo lo mira rendida.

-Tomá el mate y esperá dos minutos- agrega Enzo mientras ceba. Pero por no sacar los ojos de la pantalla, se termina volcando gran parte del agua caliente en los shorts, mojando el sillón al mismo tiempo- ¡Pero que hijo de re mil puta!

-¿Sos joda?- dice Clara asustada, sacándole el mate y el termo de las manos para apoyarlos en la mesa ratona, y para luego abandonar su lugar en el sillón.

-¡NO!- grita Enzo, agarrándola del brazo y haciéndola regresar. Justo a tiempo para ver el gol de Nacho- Que tipo hermoso.

-¿Me puedo levantar?

-Sí, ortiva- contesta Enzo, levantándose junto con ella- Me quemé todo, boluda.

-Sacate el short, yo ahora limpio el sillón.

-Paraa, Clarita. Por lo menos disimula un poco- dice mientras se ríe, molestándola con una sonrisa triunfadora. Pero a ella no le molesta (aunque se haga la que sí), al contrario, le fascina verlo así.

-Dale, imbécil- responde rodando los ojos- ¿Julián ya está durmiendo?- cuestiona, dándole la espalda al morocho y caminando hacia la cocina. Él avanza detrás de ella.

-Sí- responde en tono de queja- El muy forro seguro se va a dormir a las diez de la noche toda la semana.

-Yo no entiendo cómo hace para dormir tanto- agrega Clara mientras lo enfrenta, pasándole un short de Julián que encontró en el lavadero- Tomá.

Nena Boba- Enzo FernándezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora