Misma esencia de siempre

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-Ma, ¿hoy puedo ir a lo de Cata?

-¿No saludas más vos?- tantea Enzo, haciéndose el ofendido y alejando la vista de la pantalla por apenas unos segundos para mirarla. Están sentados en el sillón concentrados en la décima partida del Fifa que su hermano viene ganando por goleada. Como a los deportistas les surgió una semana de descanso (aunque Gallardo prefiera no llamarlo de ese modo), Julián lo invitó a pasarla en Calchín. Sin embargo, a Clara parece tomarla por sorpresa la noticia.

-Hola Enzo, ¿todo bien?- dice un poco dormida, apoyada en la pared blanca que da derecho a la cocina, todavía con el pijama puesto. Ella lo inspecciona, hace bastante no se lo cruza tan de cerca. Su madre la despierta del sueño cuando sale de la cocina y la enfrenta, finalmente dándole una respuesta.

-No, Clara. Ya lo hablamos, no vas a ir a ningún lado- indica segura, y amagando irse a la habitación una vez que termina de compartir su decisión.

-Mariana, ya pasaron dos semanas. Por favor te lo pido, me vas a tener que pagar un psicólogo si me dejas acá encerrada para siempre- suplica Clara.

-¿Qué cagada te mandaste, peque?- cuestiona curioso Julian, levantando la vista del televisor y mirando a su hermana. Lo mismo hace Enzo.

-Contale a tu hermano lo que hiciste- presiona Mariana, mirando a los dos de sus hijos, principalmente a la menor. Clara observa a ambos, pero ni una palabra sale de su boca. Se limita a rodar los ojos, dándole lugar a su madre para declarar- Tu hermana se escapó a una fiestita que organizó el vivo de Martín. Un martes. Y encima se pensó que no nos íbamos a dar cuenta.

-¡No me escapé mamá!- se defiende interrumpiéndola e intentando ser más ruidosa que las risas de Julián y Enzo.

-Me dijiste que ibas a estudiar a lo de Sofía, que te quedabas a dormir. ¿Y sabes cómo me enteré?- dice retórica, ahora hablando con su hijo. A Julián le brillan los ojos tras escuchar este cotilleo, se muere por saber más- Me tuvo que llamar la mamá de Martín porque la nena había vomitado y no la podían ni arrastrar.
La última exposición es suficiente para que Julián mire a su hermana con los ojos llorosos, tapándose la cara y golpeando a Enzo de la risa. El último tampoco puede contenerse.

-Váyanse a cagar, son unos infelices- dice Clara, abandonando el living, molesta.

-¡Ustedes no se tienen que reír! Le tienen que dar el ejemplo, a ver si le enseñan algo esta semana. Está indomable- agrega Mariana.

-Cómo creció esta malcriada- le dice Julián a su amigo, todavía con una sonrisa enorme, intentando recuperarse.

-Increíble- responde Enzo, mirando hacia el pasillo que da a la habitación de Clara.

Continúan jugando hasta que Enzo consigue una victoria por primera vez en el día, y Mariana los llama para comer. Como es de esperarse, Clara se niega a compartir el almuerzo con ellos, pero a Mariana no le importa. Ya está cansada de renegar con su hija.

-Dejala Juli, sino quiere venir que no coma- dice mientras le sirve el puré a Enzo en su plato- De alguna manera tiene que aprender.

-Gracias, Marian- sonríe Enzo, agradecido por las milanesas con puré de su segunda madre. Ella también lo aprecia como un cuarto hijo, y le revuelve el pelo como respuesta. Mariana se sienta, exhausta, y se dedica a mirar a los tres chicos deleitar su comida. Toda la movida le hizo perder el apetito.

-Igual ma, a mi me parece que lo estás exagerando- opina Turrón, ahora al tanto de la discusión que desató la menor de la familia- Si no la dejas salir a ningún lado se va a seguir escapando.

-¿Por qué decís eso? ¿Se volvió a escapar?- pregunta la madre, apunto de levantarse de la mesa. O de morirse de un infarto.

-No, pero no me extrañaría que lo vuelva a hacer- agrega su hijo con una tranquilidad admirable. Julián levanta las cejas, apoyando el punto de su hermano. Su madre lo mira desconsolada.

-Tranquila mamá, yo después le hablo.

-Por favor. Yo ya no sé que más hacer, Ju. Mi hija me odia- dramatiza Mariana, desbordada por el conflicto que viene teniendo con Clara.

-No te odia- responde Julián, negando con la cabeza. Mientras, Mariana intenta recomponerse y continúan con el almuerzo.


-La odio- murmura Clara, apretando los dientes.

Julián no iba a dejar sin comer a su hermana, entonces una vez que terminaron el almuerzo, se aseguró de mandar a su madre a descansar y junto con Enzo, le llevaron al cuarto la milanesa que guardaron para ella.

-No digas eso, peque- responde Julián, serio- Si la tratas mal no te va a dejar salir nunca más. Te tenés que portar mejor.

A ella le cuesta ceder. Su hermano, sentado en el borde de la cama, la observa comer mientras espera una respuesta. A Clara le molesta que Julián se ponga del lado de su mamá.
Fernández está sentado al lado de ella y la mira con una sonrisa, expectante; no sólo la situación le causa mucha gracia, sino también todo lo que sale de la boca de ésta nueva Clara, que inevitablemente lo sorprende. La última vez que convivieron fue hace casi dos años cuando él los visitó para festejar su cumpleaños de quince. Clara no quería organizar nada muy grande porque ella no es muy fanática de esas cosas. Sin embargo, él siempre fue lo suficientemente cercano como para asistir. Enzo la quiere como una hermana.
Ella está distinta. Ahora mide casi lo mismo que Julián, y tiene el pelo largo, con incluso más rulos que la última vez. Pero lo que más asombra es el cambio de actitud, por más de que ella siempre haya sido bastante terrible. Ahora se hace notar mucho más, se lo asocia a su etapa de rebeldía.

-¿Y qué onda con Martín?- pregunta Julián, incomodando a su hermana menor.

-¿Qué onda con Emilia?- responde, fastidiosa. Si algo sabe hacer bien es manejar las conversaciones a su gusto.

-Mirá como se pone colorado el nene- lo burla Enzo, riéndose a la par de Clara.

-Callate vos, gil- dice acercándose a Enzo y pegándole en la cabeza- ¿Qué queres saber de Emilia?

-Nada, te estoy molestando- admite la joven, regresando a su almuerzo- Igual, no me cae muy bien.

-Ella te adora.

-Yo no- agrega Clara, robándose una carcajada del mejor amigo de su hermano, quien ahora está terminándose la milanesa. Mientras tanto Julián la mira frustrado.

-No estábamos hablando de eso- hace una pausa- No me gusta Martín para vos.

-No se por qué pensas que me gusta Martín.

-¿Quien era Martín?- pregunta Enzo antes de llevarse otra porción a la boca, sin poder seguir el hilo de la historia.

-Un rubiecito de ojos claros, bien alto y flaco- dice Julián, expresando su rechazo en el tono de voz con el que lo describe.

-Ah, ya sé- agrega, tomándose su tiempo para recordar al muchacho- Es muy feo para vos- ahora se dirige a Clara, y se acomoda en la cama recostándose, apoyando su cabeza en ambas manos- Y muy gato.

-Como si vos no fueras el más gato de todos, Fernández- ataca Clara, ganándose el festejo de Julián y la cara menos amigable de Enzo.

-Vos estás muy agrandada nena- dice el morocho, intentando hacerse el serio y levantándose sobre la cama- Hay que ponerte un freno, Clarita.

Y apenas concreta la última oración, Enzo se  avalancha sobre Clara y la invade con cosquillas por todos lados. Julián se le suma, divertido, y ella revolea patadas eufóricas, rogando que la corten. Pese a los años, los tres siguen conservando la misma esencia de siempre.

Nena Boba- Enzo FernándezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora