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—¿tenés frío?— preguntó el oji verde
—estoy bien— la castaña solo deja que su novio acompañara su gorro de lana para después darle un beso en la sien.— Gracias, bonito.
La pareja paseaba en su día libre por las frías y hermosas calles de Italia disfrutando de el tiempo en el que podían compartir juntos.
Agarrados de las manos con sus mascotas caminando a su lado admiraban los lindos paisajes.
Paulo metió su mano entrelazada con la de su pareja en el bolsillo de su abrigo acariciando está con su dedo pulgar.
—hace unos días fue el cumpleaños de Romina — comentó ella sobre su amiga— ¿la saludaste?
—si, le mandé mensaje en el descanso del entrenamiento — dijo el— este mes también cumplen años Enzo y Juli.
Roma y Paulo hablaban de lo jodido y pesado que era no poder pasar festividades con amigos a familia por estar tan lejos y distanciados.
Roma quien estaba al lado de las vidrieras de los locales divisó el local de joyería.
Aquellas relucientes y lindas joyas con piedreria delicada habían llamado su atencion fijandose en la variedad de anillos de compromiso.
Nunca le llamó la atención el compromiso, ni todo el tema de casamientos, no lo veía necesario realmente, pero cercano a sus treinta, le hacía ilusión pensar en lo lindo que sería vivir aquel momento con Paulo.
No esperaba con ansias o desesperación que el castaño le pidiera matrimonio, tampoco bromeaba con eso, tranquilamente podía proponerle compromiso ella misma.
Y mierda que lo pensó mil y unas veces, pero pensar en que talvez el no quisiera comprometerse la frenaba un poco... Un poco mucho en realidad.
¿Cuál le gustaría? Pensó ella escaneando los lindos anillos sin darse cuenta de que los ojos del castaño se posaban en ella.
—¿te gusta algo?— ella se sobresaltó al oir la gruesa voz de su novio.
—estaba viendo los collares — mintió la femenina.
Paulo, quien se percató de su interés hacia aquellos relucientes anillos, el interés por el compromiso actualmente era algo mutuo pero desconocido por ambos.
Ya saben, esos pensamientos instrusivos de no saber que piensan los demás te consumen en confusión.
—¿te gustan?— preguntó con doble sentido, en realidad refiriéndose a los anillos y ella lo miró antenta —los collares...
—ah, si, lindos...— Ella le sonrió —¿vamos?— el asintió ante el cambio de tema de su novia
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—¿Paulo?— una voz femenina llamó la atención de la pareja — ¿sos vos? Que cambiado que estás.
—¿tamara?—
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