Segundos platos [Jikook Au]

❝Octavo❞

POR JISOO

Llegó la hora del almuerzo, observé a Jimin marcharse rápidamente sin decir una sola palabra, realmente está molesto conmigo, hace un rato había intentado hablarle, pero lo único que logré fue hacer que me ignorara, me sentí bastante miserable, pero sé que es lo que merezco por ocultar algo tan importante, pero, qué podía hacer, qué decisión podía tomar cuando Yuna es mi mejor amiga y no solo eso, es mucho más para mí, definitivamente daría lo que fuera para que Jimin no sufra, por lo menos no por Jongin, porque aquel desgraciado no merece sus lágrimas, no merece a Jimin y mucho menos a Yuna.

Coloco mi bolso en mi espalda y a pasos cortos salgo del salón de clases, camino al salón de música, el cual parece ser el lugar donde pasaré estos últimos días, porque a aquella cafetería no quiero volver, no quiero ver como Yuna y Jongin se besan delante de todos de forma descarada aun sin importar que Jimin está sufriendo por culpa de ello, pero la voz de alguien a mis espalas me hace detener de manera abrupta, reconozco esa voz, es de Yuna, así que miro hacia atrás y la observo caminar a pasos acelerados con su cabello alborotado –donde te habías metido –dice con un poco de dificultad una vez llega a donde yo me encuentro, por la manera en la que respira puedo darme cuenta que venía corriendo, no respondo nada y solo me limito a observarla recuperar el aire –ayer no te vi en todo el día –continuó hablando una vez se recuperó un poco –y tampoco has respondido mis mensajes, fui a buscarte a tu salón apenas tocaron la campana, pero ya no estabas, supuse que estarías en el salón de música –y una vez termina de hablar le regalo una sonrisa muy leve, casi inobservable –he estado bastante ocupada, ya sabes que el segundo año es complicado –respondo de forma tranquila, retomando mi camino nuevamente, esta vez en compañía de ella

–Mmm... pues responder un puto mensaje no te lleva más de medio minuto –vuelve a hablar ella poniendo sus ojos en blanco

–Ya sabes que olvido responder los mensajes cuando estoy estresada 

La puerta del salón de música se encuentra justo enfrente de ambas, por lo que pienso que Yuna se marchará en este preciso instante, pero una vez abro la puerta para entrar y despedirme de ella, la observo adentrase junto conmigo, lo cual me hace arrugar el entrecejo un poco, muy pocas son las veces que Yuna suele venir a acompañarme al salón de música, es casi que extraño, sobre todo si ella ahora podría estar sentada en la cafetería, almorzando con Jongin y su bola de amigos, amigos que también son amigos de ambas, sin embargo yo no los considero así, algunos son agradables y se puede pasar un rato agradable con ellos, pero en el fondo sé que no se puede confiar en ninguno allí, ni mucho menos pensar que son nuestros amigos, solo se necesita ver a Jimin y como todos se apartaron de él una vez aquel cretino le termino y peor aún, como todos fingían ser sus amigos aun cuando todos sabían que Yuna y Jongin estaban saliendo, incluso yo... incluso yo ahora soy parte de esa manada de hipócritas.

–¿Tienes algo para decirme? –pregunto arqueando una de mis cejas, mientras dejo mi bolso en el piso marrón del lugar

–¿Por qué preguntas eso? Solo te extrañaba... somos mejores amigas, ¿o ya se te olvidó?

–No... solo que es raro cuando vienes aquí

–Pues es más raro que ni ayer ni hoy hayas ido a almorzar a la cafetería... ¿estás bien?

–Sí –trato de parecer lo más tranquila posible, aunque claramente no lo estoy, no estoy pasando muy buenos días, pero la razón es algo que no debo decir, no por ahora, e incluso tal vez nunca –solo que quiero practicar un poco más el piano, ya sabes

–Pero sí lo haces excelente, no necesitas de tiempo extra

Sonrío y me siento en el pequeño mueble, dispuesta a comenzar a tocar un poco de música, tratando sobre todo de acabar aquella conversación que, aunque no parece incomoda, para mí lo es, acomodo de manera correcta la partitura de la canción que quiero practicar en el atril, y una vez lo hago, observo de reojo como Yuna se sienta a mi lado, invadiendo mi espacio personal, y no puedo evitar pensar en aquella vez que intenté enseñarle a tocar mi canción favorita, ella se rindió fácilmente, pero yo estaba segura de que lo lograría