El domador de leones

Capítulo 16

Draco Malfoy se sentó en un armario olvidado en lo profundo de las mazmorras de la escuela Hogwarts. Ante él había un pequeño caldero lleno de un brebaje carmesí profundo que burbujeaba perezosamente. Draco se ocupó de triturar aguijones de escorpión para agregarlos cuando la poción finalmente hierva por completo.

Draco revisó para ver cómo progresaban los aguijones, pensando en su plan para separar a Potter y Greengrass y colocarse como el objeto del afecto de Daphne. Si bien era cierto que simplemente podía usar una poción de amor, Draco detestaba la idea de comprar o preparar un nuevo lote para mantener a raya a la chica. No, esto iba a ser mucho más simple, y sus sentimientos por él serían genuinos. La mejor parte sería que podría ver cómo le arrancan el corazón a Potter.

La poción que era la clave de su plan estaba casi lista, y al final del partido de Quidditch del día siguiente, estaría lista y podría poner en marcha su plan. Todo lo que necesitaba era una gota de la sangre de Potter para llevar la poción al chico dorado de Gryffindor.

Conseguirlo sería un juego de niños. Gryffindor ganaría el partido, de eso Draco no se hacía ilusiones. Era una maldición ser tan talentoso en el deporte, pero tener la carga de un equipo con aduladores torpes, había pensado Draco a menudo. No era de extrañar que su equipo nunca pudiera ganar. Tenían las mejores escobas y un Buscador infalible, pero el resto del equipo carece incluso del talento más básico.

"Si yo fuera el capitán". Draco susurró para sí mismo. "Slytherin recuperaría su gloria en poco tiempo".

La poción comenzó a calentarse y hervir más rápido. Draco verificó dos veces las instrucciones que le habían dado y lentamente roció los aguijones de escorpión ahora en polvo. La poción se diluyó un poco y comenzó a brillar a la luz de las velas. Draco redujo el calor de su fuego, revolviéndolo lentamente para asegurarse de que estuviera bien mezclado.

No dejaba de pensar en lo fácil que sería instigar una pelea con el Gryffindor Golden Boy. Simplemente jugando al pobre deporte, podía lanzar insultos a su enemigo hasta que la ira de Potter alcanzó su punto máximo y atacó. Seguramente un golpe o dos sobre ser huérfano haría el trabajo. Draco no esperaba esa parte del plan, pero sabía que era necesario. Tenía que acercar a Potter para poder usar el regalo que le había enviado su padre. Un simple corte en la mejilla de Potter sería todo lo que necesitaría, y tendría suficiente sangre para la poción.

La mejor parte sería que Potter probablemente sería castigado por atacar a Malfoy.

Draco no pudo evitar reírse ante la imagen de Snape arrastrando a Potter a las mazmorras para recibir un castigo horrible y humillante.

La siguiente parte de su gran plan requeriría mucha astucia e inmensa paciencia, más de lo que Draco sentía que poseía y, sin embargo, sabía que las recompensas serían inconmensurables al final. Todo lo que tenía que hacer era estar allí como amigo de Daphne mientras su mundo se desmoronaba. Sería el hombro amigo sobre el que llorar. El oído implacable que escucharía sus preocupaciones y sus miedos. Y luego, él la consolaría cuando las cosas finalmente se derrumbaran, Draco se abalanzaría como un mítico caballero de brillante armadura, defendiendo el honor de Daphne Greengrass, y ella se daría cuenta de a quién pertenecía su corazón. Finalmente estaría libre de Pansy y sus balbuceos tontos y sus habilidades sexuales por debajo de la media, y vería a Potter desmoronarse ante sus maquinaciones. Se alimentaría de la desesperación de Potter como el néctar más dulce de los dioses.

"Tengo muchas ganas de que llegue el partido de mañana". Él sonrió maliciosamente.

El primer partido de Quidditch de la temporada nunca dejaba de animar a la escuela con anticipación. Cada vez que Gryffindor se enfrentaba a Slytherin, el nivel de emoción siempre parecía crecer exponencialmente. El partido de hoy no fue diferente.