Gusto

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La sala estaba iluminada con luces tenues, creando un ambiente cálido y acogedor para la fiesta de exalumnas. El sonido de risas y conversaciones animadas llenaba el aire, mientras antiguas compañeras de escuela se reunían para recordar viejos tiempos y compartir sus experiencias recientes. La música de fondo, una mezcla de éxitos del pasado y canciones actuales, proporcionaba el telón sonoro para la velada.

Las mesas estaban decoradas con arreglos florales elegantes, y las risas resonaban en medio de platos de deliciosa comida y copas chocando en brindis. 

Las paredes estaban adornadas con fotografías nostálgicas de los días de escuela, provocando sonrisas y comentarios entre las exalumnas.

El vestíbulo estaba lleno de energía, con mujeres de diferentes edades y trayectorias de vida compartiendo historias y experiencias. Algunas, con brillo en los ojos, recordaban anécdotas divertidas, mientras que otras hablaban con entusiasmo sobre sus logros y desafíos superados desde la graduación.

En el centro de la sala, una pista de baile invitaba a las más animadas a mostrar sus movimientos al ritmo de la música. La diversidad de estilos de vestimenta reflejaba las diversas personalidades y trayectorias de las exalumnas, desde elegantes vestidos hasta atuendos más informales.

Con la música de fondo y la animada atmósfera de la fiesta de exalumnas, me encontré sintiendo un ligero nerviosismo. A pesar de la compañía de Samar, la sensación de enfrentarme al pasado aún me mantenía alerta. Sin embargo, con una sonrisa amable y un gesto de complicidad, busqué la mano de Samar, esperando tener ese pequeño anclaje de seguridad.

Samar, captando mi temor, tomó mi mano con suavidad. Su contacto fue reconfortante, una conexión tangible que brindaba apoyo silencioso. La simple acción de darle la mano a Samar era como un recordatorio de que no estaba sola, que él estaba allí para enfrentar cualquier cosa que pudiera surgir.

— ¿Quiénes te molestaron? — Preguntó Samar, mirando a su alrededor.

— Todas — Respondí sin querer profundizar.

— Si intentan hacer algo, me encargaré — Respondió antes de besar mi frente. — ¿Quieres algo de beber? — Negué, impidiendo que soltara su mano de la mía. — ¿Qué tan grave fue, Priya?

— Éramos dos a quienes molestaban, una se... suicidó — Samar, sorprendido por mis palabras, apretó la mandíbula con expresión molesta. Miraba a todos lados, intentaba grabarse los rostros. Lo abracé, inhalando su aroma. — Fue hace mucho, quizás cambiaron.

La confesión de mi pasado no solo sorprendió a Samar, sino que también reveló una herida profunda que llevaba mucho tiempo guardada. La intensidad en su mirada mostraba su determinación de protegerme. Sentí el calor reconfortante de su abrazo, como si estuviera formando un escudo contra los fantasmas del pasado.
— ¡Priya, estás aquí! — Una rubia me saludó, ni siquiera recuerdo su nombre. Me separé de Samar para saludar — Las chicas están por allá, estarán felices de verte. Eres todo un ícono. Él debe ser tu apuesto prometido ¿No? — Samar me sujetó por la cintura antes de extender la mano cordialmente — Tú debes ser el responsable del giro en la vida de Priya. Todas nos preguntábamos cómo es que ella llegó tan lejos.

Samar asintió con una sonrisa educada, jugando el papel de "apuesto prometido" con gracia. La rubia parecía estar ansiosa por obtener detalles sobre nuestra relación, y aunque su comentario era halagador, sentí que el pasado me acechaba.

— Sí — dije intentando desviar el tema — ¿Todas están aquí?

— Así es, y se mueren por conocer a Samar — Lo miré avergonzada, pero Samar se mostraba imperturbable ante los comentarios de la rubia — Samar no lo sabe, pero de joven no apostábamos mucho por ti.

Anhelo (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora