Proteger

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La luz intentaba colarse hacia su habitación, sin lograrlo, puesto que las persianas estaban impidiendo su paso, toda su habitación se encontraba a oscuras, haciéndole compañía.

No quiso asistir al partido, se excusó diciendo que había tenido un inconveniente, la cual le fue respetado. No tenía fuerzas para despegarse de su cómoda cama, todo le daba vueltas, era como si alguien le hubiera dado comida envenenada.

Las palabras de Lionel resonaban una y otra vez, carcomiéndole por dentro, ¿cómo era posible todo esto?

Pese a sus sentimientos encontrados respecto al delantero, quiso hacerlos a un lado y mantener una estrecha amistad con él, eran hombres, y aunque el mundo comenzaba a aceptarlos, aún seguía con la creencia de que una mujer siempre debe estar con un hombre.

Él solamente era un rarito, su cuerpo lo era, podía aparentar ser una mujer y era algo que no le gustaba de sí mismo.

No sabía cómo verle a la cara nuevamente al argentino, quería desaparecer, si pudiera, pediría un deseo, el cual sería ese; desaparecer.

Jamás debió de ser portero titular, no, más bien, jamás debió de asistir al mundial, así tal vez se hubiera evitado de problemas.

Estaba seguro que si Lionel se le hubiera confesado cuando tenía 16 años, aceptaría sin lugar a dudas, y a la edad que tiene también lo haría, pero no quería. Él era una persona madura, no inmadura, ¿el mundo no podía entender eso? Cuando los canales dedicados al fútbol lo criticaban le daba igual, no queriéndose ver afectado por todos los comentarios negativos.

Quería actuar como tenía que ser, y si tenía que rechazar al argentino por su manera de pensar. ¿O no?

Hundió su rostro contra la almohada con desesperación, no podía luchar contra sus pensamientos, una parte de él buscaba defender al delantero mientras aceptaba su atracción por él, la otra solo daba vueltas y vueltas buscando una excusa.

Lionel estaba en espera de una respuesta concreta, y de seguro esperaba un "si" de su boca.

De verdad que necesitaba ocultarse detrás de su madre y esperar a que ella lo defendiera de todo, volver a ser un niño que necesitaba de la protección de sus padres para sobrevivir al mundo.

La pantalla de su móvil iluminó parte de su rostro, llamando su atención, miró de reojo, topándose que se trataba de una llamada perdida de parte de su amigo, Saúl.

Intento de todo para ignorar la llamada silenciada cuando volvió a sonar, pero el jamás le haría esa grosería al boxeador, por lo cual cogio el móvil y tomó la llamada.

—¿Memin? ¿todo bien? —sus preguntas asaltaron al segundo, aturdiéndole.

—Supongo —respondió en un largo suspiro.

—Todos estaban preocupados al enterarse que tuviste un inconveniente

—¿Vieron el partido? —cuestionó cambiando un poco el rumbo.

—Si, todos, menos yo, guácala verte jugar. —El rizado soltó una genuina risa, Saúl después de Chicha sabían cómo animarlo.

—Sé que eres mi fan número 1 —volvió a reír, contagiando al pelirrojo.

Las risas se fueron apagando, dejando una línea en silencio, sin saber que más compartir al otro. Estuvo a nada de colgar, sin embargo, las palabras de Lionel mezcladas con las de Andrés resonaron.

—Saúl —llamó en un leve susurro, esperando no haber sido escuchado.

Cuando el nombrado emitió un sonido, dándole entender que lo escuchaba, maldijo en voz baja, no le quedaba de otra que soltarse.

Ojos Abiertos |En edición| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora