Tierras europeas

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Regreso a México con la idea de renovar nuevamente con su equipo, el club america, sin embargo surgieron inconvenientes que no le permitieron hacerlo rápidamente.

Comenzaba a frustrarse, puesto que también no había recibido algún mensaje sobre si el club quería renovar con él, ¿acaso su carrera iba acabar aquí? Esa era una de las tantas preguntas que lo carcomían lentamente.

Caminaba de un lado a otro en la sala de su departamento, frustrado por todo, jamás debió de haberse quedado y menos ir a Argentina, sabía que él no tenía la culpa, pero sentía que si la tenía.

Desde que se fue, Lionel empezó a buscarlo más, le mandaba mensajes cortos, pero que expresaban apoyo hacia él, cosa que lo reconfortaba, le agradaba el hecho de haberse hecho amigo de uno de los más grandes futbolistas de la actualidad y que este lo apoyará en todo.

Tomó la cerveza y procedió a darle un largo trago, sentía la necesidad de tomar, pero prefería cerveza, tampoco quería emborracharse tan fácil, aunque la necesidad siguiera ahí.

Su teléfono brillo por reciente llamada, captando su atención por el tono que tenía. Se apresuró a tomar el dispositivo y contestar.

—¿Hola?

—Guillermo, que bueno escucharte —hablo la voz del otro lado del móvil, sorprendiendo al rizado, quien no había visto el identificador de la llamada.

—Leo, hola, ¿cómo has estado?

—Hmm, bien, aquí, solo sin tu presencia en mi casa, ¿y tú? —soltó.

—Ja, bien, supongo.

—¿Por qué supones? —interrogó. Memo mordió su labio inferior.

—Bueno, pues el club no me ha mandado mensaje sobre si quiere renovar conmigo, y eso me tiene un poco estresado. —Parpadeo rápidamente, sentía que iba a llorar en cualquier momento.

—Ya veo, tal vez pueda ayudar, no sé, tal vez te pueda conseguir un puesto aquí en España, en algún club.

El rizado rio. —No, no hagas nada por mi, puedo solo.

—Sé que puedes, pero jamás vendría mal una ayuda, ¿no?

—Hmm, creo.

—Bien, Vos déjame ver que puedo hacer por ti, ¿si? Dale, tengo que irme. —Con eso, Lionel cortó la llamada, dejando sin palabras al joven.

Memo miraba el suelo, aguantando las lagrimas, no podía creer que un ídolo iba a ayudarlo a ir a europa para jugar, era difícil que algún club de europea se interesara en un jugador latinoamericano.

Se dejó caer sobre el cómodo sillón de la sala, solo por hoy, no asistiría al evento, era joven, podía ser rebelde, como le había dicho Lionel.

Entrecerró sus ojos, dejándose llevar por su inconsciencia.

. . .

—¿Que tanto piensas? —interrogó una voz familiar. —¿En serio vas a traer a Memo hasta acá? —volvió a interrogar.

No respondió, no quería que nadie de sus amistades se enterara en lo que se había metido, todo tenía que ser discreto.

—Realmente ese joven prendió algo en tu interior —susurró.

—Es por eso que quiero traerlo, tal vez, con que él esté aquí, pueda acercarme más a él —respondió. Era una excusa demasiado tonta, pero podía disfrazar la verdad.

Luis lo miró, buscando alguna mentira, sabía que su amigo estaba enamorado de Ronaldo, y lo aceptaba, pero le parecía extraño el hecho de que este de la nada se interesara en un joven mexicano, quien en su vida había visto.

Ojos Abiertos |En edición| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora