Prólogo

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Doha, Qatar.

Las mañanas, la tardes y especialmente las noches en Qtar siempre tenían gente por sus hermosas calles. No era de esperarse, puesto que el mundial había llegado a las tierras árabes.

Su pasatiempo favorito desde que llegó era observar a las personas yendo de un lugar a otro, admiraba con un brillo sin igual en sus ojos, el hecho de que esas personas podían darse el lujo de pasear a donde quisieran, pero, sobre todo, le encantaba ver cómo todos corrían hacia los estadios para presenciar a su país o a su país favorito ganar al menos uno de los partidos.

Su entrenador les había regalado un tiempo para relajarse y poder sacar el estrés que llevaban, porque si, este día irían contra Argentina. No era una mentira que México siempre perdía ante los celestes, y hoy, tal vez lo volverían a hacer.

Todos sus compañeros se tomaron el tiempo libre para meditar, pero él decidió otra cosa. Desde que llegó no había tenido tiempo para salir a explorar, ni siquiera se le tenía permitido, con todo esto siempre tenía alguna pequeña oportunidad para escaparse, y hoy era una de estas.

Salió de sus pensamientos cuando escuchó a su gente corriendo y gritando eufóricamente hacia el estadio donde se daría el encuentro, miro el reloj que tenía puesto en su muñeca, y se percató que ya solo le quedaban 5 minutos. «Ni siquiera había descansado», se quejó, su mala costumbre de perderse entre sus pensamientos hacia que disociara el tiempo.

Corrió lo más rápido que pudo y evadió a la seguridad, no tenía tiempo de que verificaran quién era él, de pronto, un pensamiento fugaz pasó por su mente, se sorprendió al ver que su mente le había mostrado al capitán de la selección Argentina. Negó con la cabeza en un intento de zafarse de esa imagen,
odiaba pensar en ese hombre, él era el causante de todos sus sueños extraños.

Sueños donde podía verse así mismo con una familia, una familia conformada con el argentino. Odiaba eso, no quería terminar con un futuro así, siempre que despertaba rezaba porque eso solo fuera una pesadilla y que jamás se cumpliera. Había prometido jamás interesarse por nadie ni mucho menos por alguien de su mismo sexo.

Todo por culpa de su maldita maldición que era vista como una bendición, todos alababan lo extraño que llegaba a ser el cuerpo humano, ¿acaso contar con una matriz era algo digno de alabar?

Cada vez el tiempo se agotaba, como pudo se escabulló de la prensa para poder entrar a su vestidor, no era momento para generar chismes en programas y noticieros.

Cerró de manera tosca la puerta, asustando a los pocos de la selección que se encontraban aún alistándose. Ignoró todo tipo de miradas y se dirigió a su casillero, algo avergonzado por haber llegado a pocos minutos de empezar el encuentro.

—¿Y tú, qué te traes, o qué? —Memo soltó un chillo asustado, pues Guardado había aparecido de repente, cerrando su casillero.

—N-nada... —Miró de reojo a su amigo, quien lo analizó, cosa que lo incómodo bastante.

—En serio, ¿qué te traes? ¿seguro que todo bien? —Volvió a preguntar.

El rizado negó. —No tengo nada, lo juro, ¿podrías dejarme cambiar? —Memo señaló su cuerpo, pues sólo traía puesto su playera, pero seguía en bóxers.

Andrés se sorprendió, rápidamente se dio la vuelta y se encaminó fuera de los vestidores. —Solo, apúrate, okey? Solo te queda menos de un minuto —soltó una carcajada despreocupada, alterando al contrario, provocando que se pudiera el uniforme a la carrera y saliendo detrás de él.







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Finalmente si termine corrigiendo todo el prólogo, la verdad no me gustaba, —en si, nada me gusta de este  fic—.

Si, si va a haber cambios bruscos, como en las edades, antes Messi y Memo tenían 24 y 26, pues como esto está inspirado en la vida de Diana y Carlos, pues ahora Memo cuenta con 20 y Messi con 27 😈😈😈

Ahora si me apegare a lo que es algo "inspirado" ya que literalmente este fic parecía más adaptación que una historia inspirada ☠️
Les quieroooooo, besitooos.

Ojos Abiertos |En edición| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora