Sal y hundete nuevamente

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Lionel fue puntual y lo recogió a las 7 pm, le sorprendía lo puntual que era, él apenas y llegaba a tiempo, sino, llegaba 2 horas después.

Caminaron un buen rato por las calles de Qtar, realmente apreció el lugar, sentía que podía respirar tranquilamente de nuevo, agradeció por estar aquí.

Amaba ver los grandes edificios siendo iluminados por sus habitantes, o los grandiosos coches deportivos que pasaban, y sobre todo, a los turistas que seguían activos, recorriendo el país.

Miró de reojo al delantero, detalló sus facciones, estaba completamente serio, ni siquiera una pizca de felicidad había en su mirada perdida hacia enfrente.
Eso lo entristeció, quien lo había invitado sólo estaba de decoración, siguiéndolo.

Parecía solamente un cuerpo sin alma, caminando sin rumbo fijo, desvió su mirada hacia el suelo, pateo pequeñas rocas que se encontraban en el camino.

—¿Qué hay de interesante en el suelo? —preguntó en un tono suave, casi adormilado.

Memo se volvió de inmediato hacia él, conectando miradas.

—Nada, supongo —se encogió de hombros. —Tal vez si pateo rocas encontrare oro —respondió bufón, robándole una media sonrisa al más bajo.

El rizado se sintió alegre de haber hecho sonreír al contrario, después de todo no es una persona muerta, ¿eh?

Fue una caminata larga, él podía hacer demasiados ejercicios, pero si que no disfrutaba de las caminatas largas, cada que podía en sus entrenamientos, se escapaba cuando los mandaban a dar vueltas por toda la cancha, sinceramente no le gustaba para nada.

Lionel lo llevó por casi toda la ciudad para llegar a un restaurante 2/3, algo retirado, pero las instalaciones lo valían, para su gusto, podía decir que era una media imitación de un restaurante mexicano.

Adoro el detalle del argentino, al llevarlo a cenar a un restaurante mexicano, «¿Lionel ya habrá probado algo mexicano antes?», se preguntó, mientras tomaba asiento enfrente de él, algo inseguro.

¿Por qué un hombre invitaría a otro? ¿y más en un país que ve mal la homosexualidad?

—Tranquilo... —habló en un tono bajo Lionel, mientras tomaba su mano, le regalo unas caricias a su palma, intentando relajarlo.

El mexicano sonrió enternecido, para después apartar de golpe su mano, estaba apenado. —perdón. —Fue todo lo dijo para después baja un poco su cabeza, provocando que su esponjada cabellera rizada cubriera su rostro.

—No tienes porque pedir perdón, perdóname a mi por ser tan atrevido.

Regresó su mirada hacia la del argentino, volviendo a conectar miradas, sintió una conexión profunda al verlo, ¿qué estaba haciendo?

—Y... Bien, ¿qué quieres pedir? —Cambió drásticamente el tema al haber tomado el menú para cubrir su sonrojo.

El delantero entreabrió su mirada, sorprendido por el cambio del contrario, leve sonrisa dibujó y tomó su menú.

Había demasiadas opciones, y aun seguía nervioso como para pedir algo, si tan solo tuvieran un torta, encantadisimo de pedirla, pero por mas que ojeaba no daba con ninguna.

Ojos Abiertos |En edición| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora