SWEET DREAMS. [Neteyam]

002

"Noche estrellada"

—Van muy rápido, espérenos. —pidió Tuk sobre la superficie.

—Lo siento. —Nawi se disculpó apenada aún por la situación de hace un rato.

Neteyam la miró y le dedicó una linda sonrisa.

Aonung apareció y se acercó hasta ellos, una vez a su lado se burló de los Sully y Nawi lo interrumpió con un golpe en el brazo mirándolo amenazante.

—No entendemos su lenguaje de señas —aviso Neteyam mirando a Nawi.

—Les enseñaremos —Dijo Tsi'reya, la cual se encontraba a la par de su hermana menor.

—¿Y dónde está Kiri?

—Entretenida admirando el océano. —respondió Nawi—. Tiene una fuerte conexión con él.

Luego nadaron hasta la orilla, ya que tenían que aprender a controlar su respiración en el agua. Caminaron hasta un rincón alejado y se ubicaron sobre una roca formando un círculo entre ellos.

—Inhalen profundamente y contengan el aire en sus pulmones. —explico Tsi'reya y todos imitaron sus acciones—. Y exhalan lentamente —continuo observando a Lo'ak quien se encontraba a su costado.

Nawi estaba sentada junto a Neteyam y del otro lado Rotxo. Ella de vez en cuando le daba una que otra mirada al na'vi del bosque que eran correspondidas por el mismo.

—Lo'ak, —lo llamó Tsi'reya-. Controla mejor tus latidos. Van muy rápido. —Ordenó con sus manos sobre el pecho y estómago del chico. Él asintió con timidez y se disculpó por ello.

Los demás se miraron entre sí y soltaron alguna que otra risa por lo evidente que era la situación. Ambos jóvenes se gustaban y era inevitable notarlo.

La tarde paso tan rápido como un pestañeo, los Metkayina y Omaticaya debían volver a sus hogares para descansar y en el siguiente día continuarían con sus prácticas.

—Hasta mañana, chicos. —saludo Tsi'reya.

Lo'ak le devolvió el gesto con su mano y una sonrisa boba.

—¡¡Adiós!! —exclamo Tuk tomada de mano de su hermano mayor; Neteyam.

Y antes de irse, Nawi y Neteyam se observaron como si estuvieran perdidos en sus miradas y completamente conectados.

Él sonrió de lado y antes de irse habló. —Hasta mañana.

—Hasta mañana. —Repitió muy por lo bajo. Ni siquiera parecía real tenerlo ahí, en frente suyo y contemplándolo como una obra de arte.
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