5. Resultados del placer y el tiempo

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—No sé qué mierda me hicieron, pero ahora, siento que trabajo más de lo que debería. —refunfuña Yoongi dejando el maletín en una mesa.

—Cuando disfrutas lo que haces, es más rápido de lo que parece y más efectivo también—explica Hoseok con sencillez—. Por no mencionar que—Sube las piernas al diván junto a la ventana, recibiendo luz natural—. Quienes ya no están, se han graduado y ahora mismo tienen empleos fenomenales. Siguiendo la misma filosofía.

—Es una muy tramposa—opina Taehyung encendiendo un cigarro y soltando humo tras una calada—. Demasiado perversa. Propiciando tanta prostitución y homosexualismo.

—Por eso es un secreto. —justifica Hoseok sonriente.

Namjoon, Jin y Jimin llegan últimos. Jungkook persigue al más bajo con la mirada, preguntándose si tiene alguna relación en particular con Namjoon. Después de todo, no es la primera vez que llegan juntos, tampoco la primera vez que los nota tan íntimos en su forma de mirarse y sonreírse. Decide volver a su libro y no angustiarse por el tema.

Reprime el grito y apenas desvía la mirada, teniendo a Jimin con la cabeza recostada en su muslo, leyendo una novela—. Jungkook, no olvides darme la lista de lo que necesites. Wooyoung irá a la ciudad a comprarlo.

—Está en mi mochila.

Jimin se gira y presiona la mejilla en el muslo de Jungkook, haciendo un puchero.

—Y no fuiste a buscarme para dármela.

—N-nos íbamos a ver aquí

—Excusas. Sabes que puedes buscarme para lo que sea.

Jungkook esconde el rostro en el libro y Jimin se ríe, fingiendo no ver que su miembro se levanta un poco debajo del pantalón. Jungkook es muy lindo. Hoseok y Taehyung estudian juntos; Namjoon y Jin hablan de alguna cosa y Yoongi se dedica a practicar una pieza que compuso la tarde anterior, con más licor que sangre en el cuerpo.

Pero con la que sacó la mejor nota a la hora de entregarla. Solo debe saber interpretarla en su próxima clase.

~ * * * ~

Por llevar unos documentos, Yoongi se queda un rato en la oficina de Namjoon. Hablando con él y con Jin. Se vuelve de madrugada y ahora son los tres fumando y bebiendo en la segunda sala anexa de la oficina. Donde hay una chimenea, un diván largo, un par de muebles y la mesa donde ponen las dos ya vacías botellas de licor.

— ¿Acaso huías de algo?

—De la iglesia. Me cogí a una maldita monja.

Jin no resiste reír por la nariz, casi dejando caer el vaso con whiskey. Namjoon niega con la cabeza, viendo a Yoongi con desaprobación; él tan solo toma una calada del cigarro y se recuesta en el sofá, creando círculos de humo por pura diversión.

—Pretendía dedicarme al sacerdocio. Callar a mi madre de una vez. Mi hermano es militar, mi hermana casada; no hacen nada por nuestros padres, así que debía hacerlo yo según ellos. Mis opciones eran medicina o sobarle los cojones a los curas—lleva el cigarro de nuevo a sus labios—. Al menos con eso no gastaba dinero ni debo ver sangre.

—Ay Yoongi, me vas a hacer llorar ¿Tú de padre? ¿O de monje? Por favor. —burla Jin acabando su vaso. Yoongi encoge de hombros.

—Tal vez esa monja y lo que pasó fue una señal.

— ¿Que paso con ella?

—Juró que estaba poseída. Le hicieron un exorcismo y sigue como siempre. —cuenta sin darle importancia.

—Vaya. Eso está bastante salvaje.

—De todos modos...

Namjoon se levanta y con los mismos dedos que sostiene el cigarro, levanta el mentón de Yoongi. Inclina hacia él y manteniendo una postura recta. Sus ojos afilados y siempre analíticos ahora con un aire misterioso, clavados en los ojos adormilados pero sagaces de Yoongi. Sufre un escalofrío, erizado por el suave roce de Namjoon. El olor a cigarro, tinta y vino que tiene siempre encima y haciéndolo sentir como un animal capaz de percibirlo.

—Es una fortuna que no escogieras un camino tan restrictivo—opina Namjoon en voz baja, vibrando en su garganta. Yoongi deja consumir lentamente su cigarro, demasiado pendiente en Namjoon como para fumar—. Considerando que eres un músico tan excepcional, una vida recta y llena de reglas no te queda bien.

Yoongi tirita cuando Namjoon deja de tocarlo y Jin levanta una ceja con sonrisa pícara.

—Hubiera sido penoso. Hay mucho que debes tocar para que tu existencia cobre sentido—Toma una calada y suelta el humo a la cara de Yoongi—. Y si consigues el máximo potencial, nunca te faltará comida o fama. Incluso puede que yo no salga de tu vida.

Namjoon tira la colilla a la chimenea y se retira en silencio. Jin se acerca a Yoongi, quien se sobresalta por el repentino contacto.

—Admito que me interesa saber cómo jugaste con la monjita...—Se acerca al oído de Yoongi—. Y cuánta picardía puede haber en un cuerpo tan pequeño.

Yoongi creyó que Jin lo besaría o que lo mordería. Sin embargo, el hombre no hizo nada de eso. Se levanta, dejando el vaso con el whisky en la mesa y se retira en el mismo silencio. Yoongi tira la colilla al piso y se pasa una mano por el rostro, ansioso y obnubilado por sus compañeros.

. . .

— ¿Solo te mantendrás en la vida de Yoongi?

Jin le aparta las manos para ayudarlo a quitarse la corbata. Namjoon levanta la cabeza para más holgura.

—La rectitud de tu apellido ¿No te permite más? —bromea. Las palabras de deslizan por sus labios como humo de cigarro—. Llevando a un músico en bruto a casa para ambientar los sombríos y solitarios corredores. —Namjoon lo toma de la muñeca y lo hace acercarse un poco. Su mandíbula tensa luciendo más cuadrada. Jin se muerde el labio inferior.

—Por mi apellido, no debería permitirme nada—aclara con simpleza—, pero es el mismo apellido el que me hizo glotón y ahora—le tuerce la mano para girarla—. Quiero todo cuánto puedo tomar.

Jin se ruboriza por el beso en la muñeca. Suave y casi inexistente. Namjoon es todo un caso. Siempre lo sorprende.

~ * * * ~

—Namjoon está peor que yo. Es un tercer hijo que ahora debe cargar con todo porque sus hermanos mayores murieron, sus hermanas apenas se van a casar y su apellido depende de él. Su madre incluso se fue a Corea por la tristeza de su esposo fallecido y Namjoon la mantiene desde aquí—relata Jimin encendiendo el cigarro con el de Jungkook. Suelta humo hacia la derecha—. Afortunadamente, su carisma lo mantiene en alta estima de todos.

—No me sorprende. Cualquiera que lo escuche lo seguirá a la muerte. —dice Taehyung y Jimin asiente de acuerdo. Los tres en el balcón de la habitación de Jimin. Su dormitorio es enorme.

—Y tú ¿eres su novio o algo así?

Jimin se ahoga con el humo y se ríe, sacudiendo la mano.

—Para nada. Solo soy su tierna compañía. Disfruta tenerme cerca—explica sacudiendo la mano—. Tampoco podría darse el lujo. Necesita una esposa. En algún momento la tendrá-

—No será más bonita y encantadora que tú. No hay mujer en este país o en cualquier otro que lo sea.

Inclina la cabeza, curioso de la respuesta tan tajante y directa de Jungkook. Él suelta una enorme humareda y mira al cielo nublado. Supone que todos en este grupo son iguales: solteros, irremediablemente homosexuales y arrolladoras ganas de consumirse unos a los otros indiferente a las condiciones que carguen encima.

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