Capítulo 3

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                              GUN

Apreté mis labios para evitar que una pequeña risa escapara de ellos, en cuanto caminaba junto al extraño sujeto que irrumpió en mi oficina está mañana.

El restaurante al que el señor Jumpol me invitó a almorzar era ridículamente elegante.

Desde ya sabía que quedaría insatisfecho con lo que me servirían.

Tengo un pequeño y adorable hoyo negro creciendo en mi pancita. La comida de este lugar no sería suficiente para su gran apetito.

El mesero nos condujo hasta nuestra mesa; un rincón discreto junto a un estanque artificial de peces Koi.

-Señor Attaphad, pida todo lo que desee-
anunció Off Jumpol con una expresión que no admitía un "NO" por respuesta.

-Veo que disfruta tener todo bajo control - comenté sin reparo en cuanto me acomodaba en mi asiento

-Es bastante obvio, sí. Lo considero una de mis mejores cualidades -dijo con una pequeña mueca que pretendía ser una sonrisa.

-Pero no todos piensan igual al respecto,
¿cierto? Off Jumpol resopló. Sus ojos grises no eran más que dos bloques de hielo dirigidos a nadie en particular.

-La opinión de los demás me importa muy poco -respondió tajante.

-De acuerdo...

Había algo en su presencia frente a mí que me decía que aquello no era del todo cierto, pues, él parecía muy interesado en cambiar mi opinión sobre él.

La primera impresión que me dio fue nefasta. Y como dicen: "No hay segundas oportunidades para primeras impresiones."

-¿Por qué quieres ser padre soltero?

La ceja arqueada de Off Jumpol demostraba su nivel de satisfacción al contraatacar mi comentario con una pregunta incómoda.

Aspiré aire a mis pulmones para remplazar todo el que contuve gracias a su pregunta, pero, antes de que pudiera decir algo al respecto, el mesero apareció de manera oportuna para tomar nuestra orden.

Así que aproveché la oportunidad para ganar algo de tiempo y escogí un menú completo, el cual incluía como postre una tarta con crema de limón.

Cuando el joven que nos atendía se retiró con nuestra orden, el silencio reinó por un par de segundos antes de dirigirle una mirada firme al off jumpol.

-Siempre quise ser padre. Quizás, desde que me informaron mi condición de Doncel a los quince años -suspiré-.Desde entonces me imaginé rodeado de pequeñas personitas a las que podría amar sin ningún tipo de temor a ser
rechazado.

Jumpol asintió en silencio.

-Quizás no debería contarte todo esto, pero ya que me confiaste el motivo por el que terminamos en esta situación, te lo diré -pasé una mano sobre mi cabello, resistiéndome a la tentación de jugar con mis rizos-. Me casé a los veintidós años con un compañero de carrera de la universidad.

-¿Eres divorciado? -dijo Jumpol con el
entrecejo fruncido.

-Si, ¿algún problema? -lo cuestioné a la
defensiva.

-No, no, claro que no -se apresuró en
explicarse-, es solo que me tomó por sorpresa.

-La gente tiende a fracasar en sus
matrimonios, pero se necesita mucha valentía para aceptar que algo ya no funciona.

Nathan mantuvo un silencio respetuoso, y no podía sentirme más agradecido por ello.

Cuando le conté a mis padres que me
divorciaría, ellos me llamaron "inmaduro". Un buen esposo -o esposa- debe luchar con garras y dientes por su matrimonio. No importa cuán humillante sea la falta que cometió tu
esposo.

De mis labios escapó una risa sin gracia.

Off jumpol permaneció tan estoico como antes, quizás se preguntaba; ¿qué encontraba tan deprimente y gracioso al mismo tiempo?

-En fin. No deseo hablar sobre ese tema
Pero, para responder a tu pregunta sobre porqué quiero criar a este bebé solo, la respuesta es simple -mis ojos se encontraron con los suyos; mortalmente honestos–. No necesito tener a alguien a mi lado que me diga que puedo o que no puedo hacer con mi vida. Ya
no poseo la paciencia que tenía en el pasado para fingir que no noto cuando alguien intenta manipularme para hacer algo que no quiero.

Podía sentir mis labios resecos, pero continué diciendo todo lo que necesitaba sacar de mi pecho.

-No quiero compartir a mi hijo con nadie.

Los ojos de off jumpol por poco se
escapan de sus cuencas, y del costado de su frente, brotó un vena furiosa.

-Lamento que te sientas así... murmuró
entre dientes-, pero no permitiré que me
excluyas de la vida de mi hijo.

Resoplé. Ahí estaba él de nuevo.

-Creí que habíamos llegado a un acuerdo tácito.

-¿Por qué pensaste eso? -pregunté
malhumorado-. ¿Acaso fue porque los
de seguridad no te arrastraron fuera de mi consultorio esta mañana? Señor Jumpol , no tienes derecho a imponerte en mi vida y la de mi hijo.

La rabia se apoderó de su rostro como lo hizo hace un par de horas cuando entró a mi oficina.

-iTu necedad es impresionante! -escupió
-. No sé quién diablos fue tu esposo, pero al escucharte hablar con tanto egoísmo, lo compadezco.

La mandíbula me colgó del rostro.
Golpe bajo. Muy bajo.

-Eres un completo idiota, por poco me
convences de lo contrario -mencioné en voz baja.

Solo podía definir la situación como una
completa y rotunda decepción.

Me levanté de mi asiento, a pesar de las
protestas del cretino que alucinaba con la idea de ser parte de la vida de mi bebé. Pero ya puede irse bajando de esa nube.

Y sí planea llevar el caso a los tribunales, pues, ahí nos veremos.

-Señor Attaphad, por favor, tranquilícese -dijo él, interponiéndose en mi camino hacia la puerta.

<¡Dios, tengo tanta hambre»

-¡Aléjate de mí, maldito loco!-lo empujé con las palmas de mis manos. El no se movió ni un centímetro.

-De acuerdo, reconozco mi error -dijo,
esquivándome la mirada-. No debí hablarte de esa manera.

-iAsí que eres de los que se mandan una
cagada y piensan que con pedir disculpas ya todo está solucionado?

-Además de pedir disculpas, ¿qué más puedo hacer? -inquirió desesperado.

-¿Quizás pensar antes de abrir la boca?

Off Jumpol iba a señalar algo antes de
cambiar de parecer y resoplar.

-Vale, tienes razón, debí pensar antes de
hablar, pero, ¿qué hay sobre ti? ¿No te cansas de excluirme de la vida de mi bebé?-me apuntó con esa mirada loca que me pone nervioso-. ¡No pienso tolerarlo!

-En primer lugar; a mí no me apuntes con el dedo, ¿de acuerdo? -Le di un manotazo a su mano-. Segundo; Puedes hablar con tus abogados e intentar presentar una demanda en mi contra si así lo deseas, pero te lo advierto, moveré cielo y tierra para que tu trasero temperamental siempre este a más de
veinte metros de distancia de mí y de mi bebé, ¿comprendes?

Mis palabras hicieron efecto en él, y, con un ligero empujón de mi mano, pude abrirme camino a la puerta.

«Vaya pérdida de tiempo...»

Un Donante por accidente [Offgun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora