12- Un plan sensillo

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Aonung apretó los dientes, molesto por la charla constante de sus amigos. Todavía seguían flotando cerca de Awa'atlu, discutiendo a dónde deberían ir para el último recorrido de esa noche. 

El amigo de Rotxo había regresado a la costa este para ver cómo estaban los cangrejos de los que todos se habían olvidado por completo. Dejándolos.

Los cuatro habían sido condenados por su padre a cazar por las tardes como castigo durante las próximas dos semanas. Sin excepción.

A nadie le gustaba cazar por la tarde, porque los peces empezaban a retirarse de la ensenada y regresaban a las orillas exteriores del arrecife.

Así que era más peligroso y por lo general, definitivamente daba menos beneficios. 

Llevaban horas así, con la cabeza martilleándole, las redes medio llenas y las heridas de su pelea anterior aún frescas. 

Su padre había querido castigarlo más drásticamente, pero su madre había intervenido antes de que se le ocurriera algo peor.

"Creo que ser humillado por los niños del bosque es castigo suficiente por un día", había dicho ella en un suspiro largo y cansado. Dedicándole una mirada severa, para luego simplemente empujarlo hacia la puerta. 

Lo único que quería Aonung era olvidarse de todo, poder meterse en su cama e ignorar a todo el mundo durante al menos un día.

Pero no puede, así que agarra su tridente con más fuerza y se inclina hacia delante para decirle a los chicos que están con el, que elijan un lugar antes de clavarles la lanza en su lugar, cuando oyen el inconfundible sonido de un ilu que se acerca.

Por un segundo suspendido, espera que sea Neteyam. 

Y piensa que definitivamente se escaparía de su castigo para ir a hablar y disculparse con el chico mayor sin pensárselo dos veces. 

Pero entonces, también recuerda la expresión herida en su cara, sabe que fue él quien la puso ahí, y algo doloroso en él grita que nunca volverá a ser el mismo. Y que por fin había encontrado lo que tanto temía llegar a decir para alejar al amable chico Sully...

Gira su mirada con una sensación punzante en su pecho. 

Pero para su sorpresa, la persona que encuentra es Lo'ak.

El se detiene junto a ellos y hay un silbido silencioso de los otros chicos. Aonung quiere desesperadamente poner los ojos en blanco, entonces recuerda que ya no hay nadie para detenerlo y lo hace.

Pero donde había anticipado regodeo o presunción, hay inquietud reflejada por parte del omatikaya. 

Claro que habría sido una tontería volver a enfrentarlos a todos en el agua él solo, pero Aonung no habría dudado en hacerlo con el menor de los hermanos Sully, si ese hubiera sido el caso.

Se alegra en secreto, porque si el otro chico hubiera seguido ese camino, podría haber caído en la tentación de ahogarlo allí mismo, en ese mismo momento. 

Lo escucha hablar.
Mirarlo a los ojos es la parte más difícil, mientras se tropieza con la disculpa. Ver los mismos ojos que le habían mirado con felicidad y anhelo desde otro rostro, pero que se muestran cautelosos y avergonzados en éste.

Y se plantea dejarlo pasar.
Es la apertura perfecta, y está tan cansado de sentirse constantemente irritado cerca de Lo'ak, que quiere dejarlo por la paz.

Pero entonces, Aonung capta la expresión de Rotxo durante un fugaz segundo, y luego recapacita.
No se trataba sólo de él, ni de sus sentimientos hacia ninguno de los hermanos Sully. 

«Constellations» - Aonung x NeteyamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora