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Luego de semanas de lluvias interminables el clima por fin dio tregua y tal como habíamos prometido los chicos, Tom y yo organizamos una excursión de fin de semana al lago donde habíamos esparcido las cenizas del difunto abuelo de Tom

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Luego de semanas de lluvias interminables el clima por fin dio tregua y tal como habíamos prometido los chicos, Tom y yo organizamos una excursión de fin de semana al lago donde habíamos esparcido las cenizas del difunto abuelo de Tom.

El rubio y yo nos habíamos tomado en serio lo de empezar a conocernos más por lo que habíamos hecho una lista de cosas que nos parecían imprescindibles saber del otro; en ellas habían cosas como: fecha de cumpleaños, día festivo favorito, color favorito, actividad favorita (cosa en la que por cierto tuve que mentir), y más cosas que variaban de seriedad. También habíamos salido un par de veces en citas más formales, pusimos limites sobre quedarnos a dormir en la casa del otro ya que para el compartir cama ya iba más en el paquete de pareja formal.

En ese momento los chicos y ella se encontraban en la tienda, comprando todo lo necesario para el día siguiente, nos habíamos decidido por sándwich, cervezas y algunos dulces que iba a preparar yo.

—lena, puedo llevar papas fritas —dijo la vocecita de Syrma.

—si niño.

—Ilena? —mi cuerpo se quedó completamente estático, él no podía haber vuelto, volteé en dirección a la voz, ahí estaba Miguel Matos.

Habían pasado 7 años desde la última vez que lo vi, el hombre seguía siendo tan atractivo como lo recordaba, seguía teniendo esa sonrisa felina y coqueta; el seguía siendo el mismo hombre del que alguna vez me enamoré profundamente.

—lena, estas bien? —mis ojos se encontraron con los de mi mate.

¿Qué era esto? ¿alguna especie de broma?

Recordaba perfectamente el día en que lo conocí, fue exactamente el día en que llegue al pueblo, realmente nunca entendí como fue que surgió lo nuestro, no sabía si fue porque necesitaba alguien que sostuviera o si había sido un amor real, nunca lo entendí muy bien.

Matos al principio fue una persona que simplemente era fácil de querer, amable, atractivo y lo que yo creía que era un instinto protector. Él había hecho de mi llegada una experiencia llevadera, me había presentado con Francis, había permanecido a mi alrededor como una polilla en la luz; como si el supiera lo mucho que necesitaba dejar de lado los amargos recuerdos que me acosaban y de un día para el otro él y yo nos habíamos dejado llevar por las cosas, fue ahí cuando el me mostro su verdadero rostro, se encargó de crear una cúpula a mi alrededor, aislándome para que yo necesitara de él, se volvió posesivo, celoso y muy agresivo.

Él tenía la costumbre de seguirme a todos lados, de amenazar a la gente que se me acercaba, montaba escenas de celos en todos lados y por cosas sin sentido; hasta que un día llego tan lejos que perdí la paciencia y termine por atacarlo en mi forma de lobo haciend0 que este huyera, pero aquí estaba, en el mismo lugar donde mí mate (el que aún no tenía ninguna idea de lo que yo era) se encontraba. 

Los Deseos de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora