Capítulo 10| Banquete

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Ónix Rymer| Cornucopia

El ojiazul corría aprovechando que un par de tributos peleaban entre ellos, tomó su paquete con el distrito 1 plasmada en el centro y la enganchó en su propia mochila, estaba por darse la vuelta cuando vio a aquel tributo del 6 someter a Lucas Sinclair del distrito 4.

Ónix sonrió y a paso lento se acercó a los muchachos

— Ahora te mataré, al igual que mataré a toda tu sucia pandilla de ratas...

Mike hizo ademán de clavarle el cuchillo, pero Ónix lo tomó del cabello y lo hizo hacia atrás, el azabache cayó de espaldas haciéndose daño en la cabeza.

— Lárgate — Le ordenó a Lucas cuando esté trato de abalanzarse hacia Mike — Él es mío.

El moreno no perdió el tiempo y corrió rengueando lejos con ambas mochilas (la del distrito 2 y el 4) para perderse entre la densidad de la jungla.

Ónix clavó la vista en Mike y rápidamente lo tomó del cuello de su camisa y lo alzó para estamparlo contra una de las paredes del castillo, el azabache pareció marearse por la brusquedad.

— ¡Vaya! Qué sorpresa, te había estado buscando.

Mike vio a los ojos al profesional y los colores parecieron abandonar su cara de inmediato.

— Te encontré — Murmuró Ónix sacando la oz que tenía y colocandola en su cuello — Distrito 11 ¿Qué llevas ahí en esa bonita mochila?

— No te atrevas a quitarmela — Espetó Mike sintiendo que la oz se clavaba más en él a medida que hablaba.

— ¿Dónde está tu compañero? ¿Por qué no vino por su propia mochila? — Mike no respondió — ¿Que pasaría si no regresas con lo que sea que llevas adentro?

— Déjame volver con él — Mike comenzó a suplicar, no le importase morir, pero la culpa que sentía por Will le impulsaba a luchar — Volveré si eso quieres, solo déjame llevárselo.

— ¿Cómo se que no estás mintiendo? — Onix dudaba, pero también le gustaba jugar con su comida — Ya te tengo aquí, puedo matarte y dejar que el tributo del 11 también lo haga ¿Por qué debería aceptar tu trato?

— Por qué sería demasiado fácil y ambos sabemos que no te gusta eso — Los ojos de Ónix Rymer brillaron, Mike había dado justo en el blanco.

El ojiazul soltó a Mike provocando que este cayera de rodillas, el azabache se apresuró para tomar las dos mochilas fuertemente y levantarse para alejarse de Ónix.

— Te esperaré mañana al amanecer aquí mismo y si no llegas te juro que te encontraré y descuartizare a tu compañero frente a tus ojos — Dijo Onix con veneno.

Mike asintió y sin perder el tiempo corrió para perderse entre las enredaderas.

Ámbar fue hasta su compañero, quien no dejaba de ver hacia donde se había marchado Mike.

— ¿Por qué no lo mataste? — Pregunto ella cruzándose de brazos.

— Descuida, el nos guiará hacia su compañero y, con suerte, estará la idiota que te pateo la cara.

Ónix se dio la vuelta para volver a su refugio mientras acariciaba levemente el moretón en el ojo de Ámbar.

|...|

Mike corría con ambas mochilas abrazadas a su pecho, cuando se aseguró que no le seguían pudo parar a descansar un poco. Suspiro aliviado mientras bebía algo de agua y volvía a meter la botella en su mochila.

Un cañonazo le hizo salir de sus pensamientos, Mike sintió como se le cerraba la garganta por la angustia, volvió a correr para llegar a donde estaba su refugio improvisado.

Los Juegos Del Hambre | BylerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora