✉¿𝘈𝘮𝘰𝘳? 𝘛𝘢𝘭 𝘷𝘦𝘻

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Tal vez... Con el paso del tiempo se había enamorado, pero no lo sabía ya que no andaba quieto en un solo segundo, siempre de arriba abajo porque el profeta no quería ir a ver que hacían aquellos ciudadanos que interrumpían su paz. ¿Alguna vez tubo paz? No se acordaba, no sabía lo que se sentía.

Lo que si sabía es que se sentía tan estresado que estaba vomitando lo poco que había logrado comer en el día. Lloraba, lo poco que había comida en días lo había desechado por estrés.

Arrodillado mirando al piso mientras trataba de calmar sus lágrimas para limpiar eso antes que el profeta se enterada. Le daba miedo lo que llegara a pasar por eso, tal vez lo mandaba tan lejos que nunca volvería...

Sus pensamientos intrusivos fueron detenidos ya que habían llegado algunas personas de los pueblos a misa. Se levantó lentamente para evitar que lo vieran así pero era tarde, uno de los primeros en llegar hacía presencia.

—Mo-Momon— le dijo mientras se levantaba, trataba de esconderse de la vergüenza que sentía.

—No pasa nada, perdón. Vine muy rápido— le dijo mientras se doblaba al frente en la posición donde se pudiera ver que fue él.

¿Lo estaba encubriendo? Sentía que más lágrimas saldrían de sus ojos pero solo respiro profundo y le dio una leve sonrisa.

—Ve más despacio hijo, iré a buscar para limpiar esto— le dijo mientras se erguía en su altura completa y con los ojos le daba un sutil gracias.

—Lo tendré en cuenta, señor— le contesto mientras se iba a sentar.

No sabía realmente como darle las gracias, como sentirse ante ese acto de sinceridad pura; nadie nunca había sido amable con el, solo aquella extraña mujer. Se preguntaba que había sido de ella cuando se fue del lugar, se preguntaba de todo un poco, como porque termino en la iglesia y donde estaban sus padres.

De sus padres solo tenía los rostros borrosos, Ñigoberto le contaba un poco de ellos. Pero no le decía mucho, sus ojos siempre que hablaba con el reflejaban una interminable tristeza.

No entendía que le pasaba, no entendía nada. Por más que intentaba demostrar emociones no lo podía hacer, por más que tratara de amar no podía; quería saber cómo era amar, como era ser feliz, no estaba entendiendo nada.

Solo suspiro, de nuevo, y camino hasta la cruz donde limpio lo que hizo. Pero en algún momento frente sus ojos cruzo Zorman, aquel hombre que le hacía sentir... Raro, no sabía describirlo, era raro. A veces le pedía ayuda a Biyin para saber que tenía pero por más que la rubia le decía no entendía lo que sentía.

Y así estuvo toda la misa, mirando a aquel hombre soltero de ojos esmeraldas de manera indiscreta mientras escuchaba lo que decía su padre y mandaba a callar a los pueblos, no le gustaba la idea de hacerlos callar ya que era divertido escucharlos hablar en medio de las misas. Era una cosa en lo que discernían el profeta y él; le encantaba escuchar lo que se les ocurría a esa banda de idiotas y se reía silenciosamente mientras buscaba que su cara se mantuviera sería y su tono neutro.

Aunque había veces que no podía evitar reírse de lo que decían y al tratar de disimular este no podía. El Profeta no se daba cuenta, tal vez si, y acusaba a los pueblos de eso.

Al final de esa misa, Drako se acercó a Momon para agradecerle.

—Muchas gracias Momon, no sabría que hubiera hecho sin esa ayuda— le dijo mientras le miraba a los ojos y le daba unas monedas. — Sé que es poco, pero acepta este humilde pago de parte mía— le pidió mientras se daba vuelta.

Cuando se dio vuelta se encontró con Zorman, contuvo la respiración un momento para después soltarla y pasar de largo de él. Aunque quería hablar con él y seguirle hasta su casa pero no podía; estaba ocupado haciendo unas cosas que se le había encargado.

Esas cosas eran lustrar la cruz de cuarzo y los suelos; le dolería la espalda a más no poder, por más que no quería no podía negarse, para eso había sido traído a aquel lugar.

~Algún tiempo después~

De eso paso unas semanas, no sabía cuántas, pero aquí andaba de nuevo en el pueblo verde viendo a Zorman de nuevo. Al final había descubierto a punta de algunos golpes que era lo que sentía, los golpes cortesía del niño Axozer, lo había hablado con Biyin una noche que fue a comer a su local.

—Drako, lo que sientes es... ¡Axozer no le pegues! aun escuchaba las palabras de la mujer de cuernos rojos mientras los golpes de aquel demonio de no más de 13 años.

—Que mocoso más rompe huevos...— se susurró a si mismo mientras seguía mirando al científico.

Pero él creía eso era lo de menos, el día de hoy le gritaría lo que sentía. Pero por alguna razón llego el hechicero de mierda, bueno, da igual, lo tiene que hacer.

—Hola Zorman... Juan— los saludo.

—Drako— le dijeron al unisonó mientras se giraban a verle.

—Drako ¿Qué te trae por aquí? — le pregunto Zorman.

—Yo, bueno. ¡Zorman, cojamos! — esperaba ser meno directo, pero le servía.

— ¡No, aléjate pervertido! — le dijo mientras le miraba con asco.

— ¡Ese culo es mio, papacito! — le volvió a gritar mientras le giñaba el ojo.

— ¡Por favor, que asco! — le volvió a decir mientras se tapaba su cara roja.

Juan... Juan se reía, era lo único que podía hacer ante esa patética situación.

— ¡Acéptalo Drako, nadie te quiere! — le dijo con cierto deje de maldad en su voz.

Esas palabras cargadas de maldad solo le afectaban cada día más, se sentía tan... Patético, se sentía mal. Le daba nauseas sentirse rechazado, aun cuando las lágrimas pedían a gritos salir este no lo permitiría.

Y antes de si quiera poder hablar ya lo habían echado del laboratorio.

— ¡Lárgate Drako!— le grito Zorman.

Este se fue en silencio, cuando estuvo tan lejos que no lo verían en un buen rato se permitió llorar, liberar todo lo que había estado conteniendo en días enteros. Vómito, vomito hasta lo que no tenía y dejo salir las tristes lágrimas que inundaban su alma. Tal vez era buena idea lo que le paso por la cabeza....

Fake HistoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora