✉𝘋𝘦𝘴𝘤𝘶𝘣𝘳𝘪𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘰𝘴 𝘴𝘰𝘳𝘱𝘳𝘦𝘴𝘢

62 8 0
                                    

Efectivamente, como lo había dicho, no los volvió a ver de manera particular, nunca más volvió a aquel bello restaurante y mucho menos a las torres. Dejo de ir a los pueblos y pronto dejo de aparecer de manera pública, eso le pareció raro a Zorman y mucho menos le restó importancia como la gran mayoría (en ese estaba incluido Juan). Auron, quien ya llevaba una semana buscándolo, le llamo preguntando eso.

~Llamada de Zorman y Auron~

_-Zorman, escucha. ¿Has visto a Drako?-_ le preguntaron del otro lado.

_-No, ¿Por qué?-_

_-Hace una semana que lo busco, no lo eh visto en ningún lado. Hace un mes que fue que el Profeta le dijo que no saldría a los pueblos-_ eso sorprendió a Zorman, ¿Hace cuánto que no lo veía? ¿Cuándo lo dejo de joder? Eso ya era preocupante.

_-Bien, entiendo tu punto pero no, no vino para aquí en todo el mes. Pensé que lo habías convencido de que yo no era gay-_ le comento desde la otra línea.

_-No, quisiera que hubiera sido eso-_ un suspiro se escuchó del otro lado.

_-¿Sabes quienes lo están buscando?-_ le pregunto con cierta curiosidad.

_-Biyin y yo...-_ le dijo en su suave susurro.

_-Eso colma mi paciencia, bien, yo los ayudo-_ le contesto.

~Mientras tanto, en la iglesia~

Dentro de esa iglesia era donde vivía el mismísimo demonio y alguien tenía que sufrir las consecuencias de todos los destrozos de esos estúpidos pueblerinos y claro... Él era el que pagaba las consecuencias. El, al final de todo, era el culpable de todas las cosas que pasaban dentro y fuera de la iglesia.

— ¡Maldito bastardo! — se escuchó ese grito a puertas cerradas de la iglesia, golpe tras golpe se escuchaba.

Ni un solo ruido, nadie quejándose, nadie llorando, nada pero nada de ruido, aunque fuera todo lo contrario en un cuarto muy atrás de todo.

— ¡Padre, basta, de verdad! — le dijo la persona que estaba incida en el piso, estaba lleno de moretones y sangre.

Que escena... Que escena más horrible que estaba viviendo Drako, se sentía como de 4 años de nuevo, se sentía tan miserable... Se sentía tan inútil...

— ¡¿Qué me dijiste, pedazo de inútil!? — le grito el contrario para darle una nueva tanda de golpes.

— ¡Perdón padre, perdón! — le pedía perdón, una, dos, tres veces... Más no paro.

Cuando se cansó de golpearlo se acercó a la puerta para irse, no sin antes girarse a verlo.

—Personas como tu deberían estar muertas— le dijo mirándolo de arriba... Y cerrando la habitación con llave.

Lo había dejado encerrado... De nuevo, sus ojos se llenaron de cristalinas lágrimas, le dolía todo, le dolía hasta respirar. Se sentía tan inútil, era tan inútil...

Sabía que eso le pasaría y aun así les dijo que los volvería a ver... Aunque existía una certeza en su triste corazón de que ahí estaban, lo estaban esperando, esperaban su regreso con muchas ansias. Eso solo lo motivaba cada día más y más.

Luchaba para mantenerse despierto, su conciencia quería dormir un poco pero él quería seguir despierto, realmente no sabía porque...

A las pocas horas se escuchaban gran estruendo en la iglesia, ¿era hora de la misa?... No, no habían sonado las campanas, ¿Era una revuelta? Tampoco escuchaba a nadie afuera, solo un golpe en seco. No sabía que pasaba hasta que una voz resonó al fondo del amplio lugar, detrás de la puerta.

Fake HistoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora