Después de esa noche no volvió a aparecer por los pueblos, no públicamente, solía andar por los distintos lugares que no habían pisado los habitantes. En esos lugares buscaba alimento y un lugar para refugiarse en las noches, noches de insomnio constante y un sinfín de pensamientos invasivos. Ese era su pan de cada día, los sentimientos que se prohibía expresar de manera pública.
Tampoco tuvo contacto humano durante ese tiempo, aunque no sabía cuánto había pasado realmente. ¿Unas, dos semanas? No llevaba la cuenta del tiempo, así como pudieron ser dos días podía ser un mes, tampoco tenía la necesidad de ir hasta donde no tenía un refugio, las iglesias habían sido ya calificadas.
— ¿Alguien me extrañara? — se preguntó mientras pescaba en una pequeña barca. — Lo dudo... ¿Quién extrañaría a un bueno para nada? — se contestó así mismo bajando la cabeza.
— ¿Drako? — le preguntaron desde una de las orillas.
Este levanto la cabeza buscando al dueño de esa voz, cuando lo encontró pudo ver a aquel tipo de cabello en fuego.
—Oh, hijo— le dijo con un poco de pena— eh... Hola— le saludo finalmente.
— ¿Qué haces por aquí? — le pregunto aun viéndolo.
—Estaba pescando un poco— le dio una débil sonrisa para levantar su caña.
—Entiendo— le contesto el contrario para finalmente verle. —No sabías donde estabas ni como estabas, pero me alegra verte después de casi dos semanas— le dijo de manera tranquila mientras sus ojos reflejaban su intranquila alma calmarse.
—Hijo— le llamo.
— ¿Sí? — le contesto el contrarió.
— ¿Por qué me extrañaste? — le pregunto con cierto temor a la respuesta.
—Porque eres un habitante más, eres quien da luz en las misas— le dijo honestamente mientras le daba una sonrisa.
Drako ante estas palabras solo pudo contener las lágrimas y mirar al frente de nueva manera, eso llenaba su débil y frágil corazón que cada día tenía un nuevo motivo para seguir latiendo fuertemente en su cuerpo.
—Sé que no te busque, pero es que pensé que necesitabas tu espacio— le contesto con cierta pena en su voz. — Pero me alegro que estés bien, que estés comiendo un poco más que antes— le dijo mientras una débil sonrisa se formaba en sus labios.
—Gracias por preocuparte por mí, hijo— le contesto con cierto tono de voz mezclando tristeza y felicidad.
—Cualquier cosa, voy regreso a mi casa— le dijo mientras apuntaba a la dirección a la que iba. — Por si necesitas hablar con Biyin y yo— le aviso mientras le daba una triste sonrisa.
Este solo asintió mientras seguía pescado en esa pequeña barca. Cuando este estuvo lo suficientemente lejos pudo descargar su alma; esa acción solo le daba un motivo más para seguir vivo en aquellas tierras y no pasar a mejor vida.
Tenía una razón para vivir... Qué raro sonaba eso, la verdad no esperaba cumplir sus 29 años en la tierra, tal vez en el cielo pero no en la tierra, se sentía raro.
Caminado tranquilamente por esas tierras replanteándose si ir donde aquel hombre lo llamo o quedarse otro poco más por esas praderas inexploradas. Pero decidió ir donde él... Donde Auron...
Para llegar a la casa del antes nombrado hizo una larga caminata, pero fue a paso despacio. Disfrutaba de la paz del lugar, disfrutaba la paz que trasmitía la vegetación del lugar, se sentía especialmente bien, no había peso entre sus brazos, no había peso entre sus hombros, no era la mano derecha del Profeta, únicamente era Drako, un pequeño niño de 4 años que caminaba jugando al escondido.
Cuando llego al pueblo, fue directo a la casa del de flequillo de fuego. Cuando llego ahí se encontraba el con su familia, su mujer, una cocinera, su hijo, era un niño rebelde, sus animales y el, un simple aldeano buscando el bien de su familia. Le daba cierta pena tocar la puerta, pero de los grandes ventanales le vieron.
—Drako, pasa. — le hablo la mujer demonio.
—Está abierto, pasa— le dijo el marido de esta.
Eran la familia perfecta, su hijo adoptivo tenía 13 años, la pareja se veía muy feliz. Este entro a la casa con cierta pena, le daba vergüenza entrar.
—Pe-permiso— pidió cuando dio un paso adentro de la vivienda.
—Adelante— se escuchó la voz en unísono de los tres.
—Axo, ve a jugar— le dijo Biyin mientras le daba una dulce sonrisa. — Kajal te debe estar esperando, dijiste que lo ayudarías— le recordó también.
—Yo quería quedarme a escuchar— le dijo haciendo pucheros.
—Te lo contare cuando vuelvas— le acaricio la cabeza, sus palabras eran tan dulces y sin mentiras.
Este simplemente asedio y se fue de la casa dejando a los tres adultos. Drako se sentía realmente avergonzado, estaba invadiendo la casa de una familia.
—Dinos, Drako, ¿Qué pasa? — le pregunto Auron mientras le mostraba la mesa.
—Bueno... — sus cachetes de colorearon de un fuerte color carmesí. — no se su usted sepa que antes de ser la mano derecha de el Profeta, yo también fui habitante de aquí. Pero todos por alguna razón se rebelaron ante el— le conto, esto no solo lo sorprendió a él. — Yo durante la huida fui escondido en la iglesia, no me acuerdo de mis padres, pero sé que estuve una semana encerrado sin comer absolutamente nada. Antes de eso, yo estuve jugando con una mujer de cabellos morados, pero te puedo decir que la mujer era hermosa, no había quien la compara; pero ella estaba muy triste por alguna razón. — le dijo mientras se ponía más nervioso.
Auron simplemente miro a Biyin, esta también estaba profundamente sorprendida. ¿Eso tuvo que pasar un niño? ¿Qué problemas le trajo a la actualidad? Ante estos pensamientos simplemente siguieron prestando atención a la historia que estaba siendo contada.
—Después de eso, él se fue y no lo volví a ver. Cuando se fue los clérigos se encargaron de cuidarme, había días donde no comía nada, había semanas de arduo trabajo sin descanso. Mi convención de manos derechas fue una mentira y aun así, le soy fiel al profeta— le dijo mientras sonreía, una sonrisa triste.
Esa sonrisa triste solo representaba la vida tan... Tan mala que vivió, era una realidad que le tocaba vivir. Pero antes los ojos azules de la mujer y los ojos bicolores del hombre que le agarraron las manos era suficiente sufrimiento.
—Drako, dime que comiste— le dijo suavemente la mujer.
No sabía dónde meterse, no había comido.
—Eh, pues...
—No nos mientas, Drako— le pidió el hombre.
Esos ojos que mostraban su verdadera preocupación. Ojos llenos de amor, llenos de cariño, llenos de tanto cariño. Mostraban traban real preocupación; su corazón se hizo girones, se hizo trozos de ver esos ojos preocupados por él.
—Tal... Vez no comí...— susurro con cierta vergüenza.
—Ven, come algo. — le dijo la rubia mientras se levantaba.
Este acto solo hizo que su corazón sintiera un apretón. Era tan buena con el que sentía su corazón ir al mil. ¿Así se sentía el amor de padres? Se sentía muy bien...
Se sentía realmente bien, comió todo lo que se le puso al frente y hasta que no paso media hora lo dejaron ir, para saber realmente que no vomitaría todo lo que había comido.
—Gracias por todo, de verdad— este se despidió en la entrada del hogar de la pareja.
—De nada, esperamos volver a verte por aquí. — le dijo Biyin.
Este asintió y salió de ese hogar con el corazón lleno de nuevas sensaciones. Le gustaba como lo trataron...
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Fake History
FanfictionUna vida de mentiras, mentiras tras mentira. Ya no sabía distinguir entre alguien bueno y alguien malo, una vida de maltratos y obediencia ciega. Tal vez todos tenían razón, solo lo utilizaba, era un simple objeto más o simplemente un arma sin valor...