Capitulo 10

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¿Qué puedo decir? Pues visto lo visto, creo

que las palabras sobran, ¿verdad? Si ha venido

hasta aquí, mejor terminar con esto de una vez.

Que pase lo que tenga que pasar y, después que

cada uno continúe con su vida. Es lo mejor. Estoy

muy nerviosa, para que mentir. Él es mi jefe, y que

coño, está como un puto queso. Jamás de los

jamases imagine que algo así pudiera suceder,

pero aquí estamos, en el salón de mi casa,

mirándonos con deseo y a punto de devorarnos

mutuamente. Solo de imaginarme ese pedazo de

cuerpo como Dios lo trajo al mundo, se me seca laboca, y se me humedecen otras zonas de mi cuerpo

menos visibles. Le pregunto si quiere tomar algo,

más que nada por cortesía, y por no ir directos al

grano, por alargar un poco esta agonía. No tengo ni

idea de porqué a veces, me sale esta vena

masoquista. ¿Alargar la agonía, y esperar a tenerlo

dentro de mí?

¿Soy gilipollas, o qué me pasa? Pues va a ser

que sí, que soy bastante gilipollas. Menos mal que

él es un tipo listo y declina mi invitación. Como

veo que él sigue estático junto a la puerta, opto por

ser atrevida y tomar la iniciativa, quizá consiga

sorprenderlo y que así deje de pensar que soy una

mojigata y una cobarde.

Bajo la cremallera de la falda y, deslizo esta

por mis piernas con tranquilidad, sin quitarle el

ojo de encima al machoman que tengo frente a mí.

La punta de su lengua, descansa sobre su labio

inferior, como si estuviera a punto de relamerse.

Me paso el top por encima de la cabeza y lo dejo

caer al suelo. Estoy delante de él vestida con un

conjunto de lencería fina de color negro, y subidaa mis tacones de aguja. Estoy consiguiendo dejarlo

fuera de órbita con mi striptease particular, porque

sigue sin inmutarse. Si no fuera porque desde aquí

noto su respiración agitarse, pensaría que es

inmune a mis encantos. Pero no ése el caso.

Camino hacia él, contoneando mis caderas con

ritmo sensual, como si en lugar de caminar, flotara.

Recorro su pecho bien formado por encima de la

camiseta. Desprende calor, mucho calor. Acaricio

su cuello, y con el dedo índice, recorro el perfil de

sus labios. Me mira hipnotizado, está empezando a

asustarme que todavía no haya movido un dedo.

Aún así, continúo con la exploración de su

Reina De Corazones (Lust #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora