Cap 9 🖤❤️

380 52 17
                                    

Durante la semana siguiente, las reuniones de negocios
que Perth le consiguió marcharon extraordinariamente
bien para Saint , dándole una perspectiva nueva a su
trabajo.


En la vida privada, perth se mostraba tierno, pero
distante. Saint sabía que aún no había asimilado el
hecho de haber sido padre de una niña a la que no
había conocido.


A Saint también le resultaba difícil comunicarse con él.

En parte, se debía a que le daba miedo que Perth sacara
el tema de los hijos, que le pidiera tenerlos con él.

No obstante, a pesar de haber logrado evitar hablar de
ello, hubo un incidente en el que no tuvo más remedio
que reconocer y enfrentarse al hecho de que perth
seguía queriendo tener familia: habían ido a visitar una
tienda de ropa de bebé en unos lujosos grandes
almacenes.


Saint estaba enseñando al encargado unas muestras de
su trabajo y no se había dado cuenta de que perth se
había acercado a la sección de juguetes.

El encargado le
pidió disculpas y fue a hablar con una de las
dependientas por un asunto urgente, y fue entonces
cuando Saint se acercó a donde estaba perth .


Él había
agarrado un oso de peluche traje con un tutú color rosa,
y a Saint se le encogió el corazón al ver la melancolía de
su mirada.

Se mordió el labio inferior y se alejó, contento
de que el encargado hubiera vuelto tras solucionar la
momentánea crisis.


Después de uno o dos días, el interés de los medios de
comunicación por su relación con perth comenzó a
disminuir, pero no lo suficiente como para tranquilizarlo
del todo.


Aún se sentía observado y se preguntó cómo la
gente famosa se las arreglaba para vivir bajo semejante
escrutinio.

No obstante, para perth no parecía ser un problema;
aunque, por otra parte, tenía experiencia en evitar a los
paparazis.


Perth lo llevaba a restaurantes poco conocidos
que ofrecían una comida exquisita y unos vinos magníficos.


Con el paso de los días, a Saint le pareció
que empezaba a conocer al verdadero Perth ; no al
famoso arquitecto, sino al hombre.


Perth estaba
haciendo un esfuerzo por abrirse a él.


Se dio cuenta de ello una noche, cuando volvían de
cenar en uno de los barrios menos elegantes de Roma.


De repente, se cruzaron con una chica que debía de
estar drogada.


La chica, esquelética, vestida con una
falda muy apretada y unos viejos tacones, se acercó a
Perth tambaleándose, le dijo algo en italiano y le puso
una mano en el pecho.


Perth le cubrió la mano con la
suya y se la apartó de sí, pero continuó agarrándosela... y
le habló como un padre a una hija.


Saint contempló la escena con perplejidad.

Aunque no
entendía todo lo que hablaban, se dio cuenta de que
Perth no estaba regañando a la joven.

Por el contrario, la
apartó hacia un lado de la calle, charló con ella unos
minutos y entonces hizo una llamada telefónica al
centro de acogida.


Al cabo de unos minutos, uno de los
jóvenes que trabajaba en el centro apareció, condujo a
la chica a un coche y, la llevó a un lugar seguro.


Entre Diamantes Y Roma  (Adap. PerthSaint) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora