Capítulo 4

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-Kentaro- saludó incómoda, me agarró más fuerte y subimos las escaleras de su enorme casa -gracias por acompañarme- se llevó un mechón detrás de la oreja.

-El paraguas- se lo di.

-Ya me lo darás, úsalo.

-Cuando pueda verte te lo regreso.

El otro nos seguía mirando desde el porche de su casa, estaba siendo una situación un tanto violenta.

-¿Mañana?- sonrió.

-¿Mañana qué?

-Que si mañana podéis veros- respondió el Kentaro de los cojones.

-¿Tu padre no te quiere en casa?- respondí molesto.

-Me prefiere en la suya- miró a Sayuri y le guiñó el ojo.

Suspiró profundo -su padre fantasea con que el mío acepte el compromiso.

-Creo que no me estoy enterando bien.

-No va a aceptar.

-¿Desde cuándo se siguen haciendo estos tratos?

-Habló el pobre- contestó el otro.

-¿Pobre? Mi madre es la jefa de la administración contable del casino central de Roppongi.

-Wow, ¿en serio?- sonrió.

Era tan tierna, todo le parecía increíble, como una niña.

-El caso es que mi padre se niega.

-HACE BIEN- respondí alto para que me escuchara el tío.

Nos quedamos sin nada más que decir, y pensé rápidamente en qué haría el gurú de las chicas.

Pah... iría a donde Kentaro y le daría una paliza. Esa no puede ser la mejor opción; tengo que dejar de admirarle tanto para algunas cosas. Tengo que ser realista. ¿Qué haría Baji?

Iría y le daría una paliza...

Tengo que cambiar de amigos.

Se mordió el labio, ¿qué significa eso?

MITSUYA, ¿QUÉ HARÍA MITSUYA? ¿Un beso? ¿Una caricia en el pelo?...

¿Le doy la mano?

Se acercó de puntillas y me inclinó apoyando sus manos en mis hombros para dejarme un beso en la mejilla.

-Nos vemos cuando puedas- entró en casa y cerró moviendo la mano.

-¿Sabes que está fuera de tu alcance?

-¿Sabes qué diferencia hay entre la pizza y tu opinión?- me miró desconcertado -que la pizza la he pedido para cenar.

Abrí el paraguas y me fui a casa, a una media hora caminando más o menos, pensando de más en Sayuri, pero sobretodo en su vecino.

Mañana tengo reunión con la ToMan, pero con la moto podré acercarme para dejarle el paraguas aunque sea en la taquilla, y aunque los miércoles no vaya a entrenar tampoco quiero molestarla en su casa.

Mañana tengo reunión con la ToMan, pero con la moto podré acercarme para dejarle el paraguas aunque sea en la taquilla, y aunque los miércoles no vaya a entrenar tampoco quiero molestarla en su casa

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-Ya estoy en casa- avisé dejando el paraguas secando.

-Hola cariño- mi madre estaba haciendo unas magdalenas en la cocina y fui a darle un beso -¿has estado con Haruki?

-- me senté nervioso en una de las sillas.

-¿Quieres que haga más para que le lleves?

-Vale.

Se dio la vuelta removiendo la masa -¿estás bien? Estás decaído.

-Mamá- me cogí las manos ansioso -tú...- me analizaba con la mirada -cuando...

-¿Te puedes meter el turbo? Es que me estoy poniendo nerviosa- sonrió incómoda.

-Es igual.

-Dios mío- dejó el cuenco en la mesa y se llevó las manos a la boca -que te han dado las notas- ya empezaba a exagerar.

-Que no...

-¿Seguro?

Me fui suspirando a mi cuarto, escuchando que me siguió hasta las escaleras.

-¿Cariño?

No respondí, me quedé en la cama mirando al techo hasta que me llamó para cenar.

-¿Y el paraguas del paragüero?

-Me lo han dejado.

-Ya me imagino que no te has comprado un paraguas rosa.

-¿Qué pasa porque sea rosa? Es un color muy dulce.

Me miró en silencio.

-Deja de analizarme- susurré.

-¿Quieres un psicólogo?- preguntó preocupada.

Me estaba agobiando tanto que estaba a punto de llorar, era la primera vez que me gustaba alguien y no sabía cómo sentirme ni cómo gestionar todas las emociones que sentía cuando la veía y cuando no estaba con ella.

-Mamá... antes de que papá se fuera... ¿erais felices?

-¿Y esa pregunta?- no le gustaba hablar de mi padre.

-Curiosidad...

Se lo pensó unos instantes y me respondió.

-Éramos muy felices, pero muy distintos. Conectamos rápido cuando nos conocimos y hacíamos cosas juntos, pero la verdad es que nunca nos esforzamos, solo compartíamos los días.

-¿Eso qué significa?

-Significa que pasábamos ratos juntos, pero nunca se esforzó en enamorarme, porque yo ya lo estaba desde el principio y ni siquiera lo intentó. Nunca recibí una caja de bombones, ni me preguntó mi libro favorito, nunca vino a buscarme a clase, y tampoco me preguntaba cómo estaba- perdió la mirada en la mesa -no era recíproco, yo lo daba todo por él y él solo lo dejaba pasar, solo le gustaba recibir y yo nunca le pedí que demostrara nada- me miró -Ryohei, nunca pidas recibir lo que das, lárgate a la primera que veas que no eres prioridad. Si tienes que pedirlo no es real.

Asentí en silencio.

-Y por eso no me agrada hablar de tu padre, si estuvo enamorado no le duró ni un mes, y mientras formábamos una familia él hacía otra en sus ratos libres, hasta que nos abandonó. Y eso nunca va a ser culpa nuestra.

OCASO - PEYANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora