-Vámonos- avisé ofreciéndole la mano.
-Sí- me tendió la suya y salimos agarrados.
-¡YA VAN DE LA MANO!- gritó Mikey dejándome en evidencia.
Es verdad vamos de la mano.
-Lo siento- la solté y estaba igual de roja que yo.
-No tienes que disculparte.
-Esta es mi moto, ¿alguna vez has montado?
-No.
-Yo te ayudo, siéntate atrás- la agarré para ayudarla, y cuando se sentó me esperaba ansiosa.
-Esto es emocionante.
-Sí- estaba tan nervioso porque iba a abrazarme que se me cortó la respiración y me quedé en blanco -¿puedo sentarme?- señalé el asiento del piloto y puso cara rancia.
-¿Sí?
-Claro...- caí en cuenta.
Apartó los brazos hacia los lados para no molestarme, pasé una pierna para sentarme y al no estar acostumbrado a tener copiloto le di una patada en la cara que la tiré de la moto por levantarla mucho.
-¡AHH!
-¡LO SIENTO MUCHO!- corrí a por ella y le acaricié la cara para mirarla lo más rápido que pude, y en vez de verla dolorida la vi nerviosa, pero eso era otra cosa, había prioridades -¿te duele?- pregunté preocupado.
-No, no ha sido fuerte- sonrió tranquila.
Eso era verdad, había sido sin fuerza.
-Lo siento mucho en serio- le acaricié el moretón que le iba a salir.
-Peyan- acarició mi mano mirándome con ternura y empecé a temblar.
-¿E-estás bien?
Asintió sin soltarme.
-Vamos, te llevo a casa.
La agarré de la cintura y la levanté con cuidado.
-¿A casa?
-Querrás descansar- nos pusimos de pie y la solté.
-Creí que podíamos estar un rato juntos.
-Pero la patada- me cortó.
-No ha sido nada.
Era tan mona intentando tranquilizarme.
Se sentó de nuevo en la moto y palmeó el asiento para que me sentara.
-Mejor... mejor me siento yo primero y luego te apoyas en mí para subir.
-Vale- la ayudé a bajar y me senté, le tendí la mano y la cogió apoyando la otra en mi hombro contrario -ya estoy- me abrazó por la cintura y me tensé.
No sabía qué hacer, me quedé en blanco.
-¿Peyan?- preguntó preocupada.
-Estoy estoy, ya nos vamos- arranqué -pero, ¿a dónde nos vamos?
-¿A dónde sueles ir?
-No es buena idea a estas horas- mis amigos nos espiaban detrás de una columna, a saber cuánto llevaban ahí.
-¿Por qué?
-Es tarde y no llevamos bañador.
-¿La playa?
-La piscina.
-Yo no sé nadar.
-¡¿Qué?! ¿En serio?- noté que su cabecita se apoyaba de lado en mi espalda.
-No me enseñaron.
-¿Y si patinando el hielo se rompe?
-Eso no puede ocurrir.
-¿Ah no?
-No, es imposible- soltó una risita nasal.
-Lo siento.
-¿El qué sientes?
-Decir tantas tonterías.
-¿Tonterías?- asentí -entonces me gustan tus tonterías- me abrazó más fuerte y me acaloré -donde sea.
-Como desees.
Fuimos por la costa al ras de la playa, sintiendo la tranquila brisa en nosotros y oliendo el mar, respirando paz y tranquilidad. Aparqué en el primer lugar que vi y me bajé para ayudarla.
-Puedes guardar la mochila aquí- levanté el asiento y la metió.
-¿Vamos a la arena?
-Pensaba quedarme en el rompeolas para que no te mancharas, pero si no te importa me da igual.
-Vamos.
Nos quitamos los zapatos y acariciamos la arena con los pies desnudos, escuchando las gaviotas y las olas romperse.
-¿Te gusta mucho el agua?
-El agua es un sitio perfecto para desahogarse- empezó a reírse -¿muy irónico?- sonreí mientras me asentía.
-¿Cómo es eso?
-Verás, no hay nada más fuerte que el agua, no puedes con ella, puedes desquitarte todo lo que quieras porque nunca vas a ganar y tampoco le haces daño.
-¿Boxeas bajo el agua?
-Algo así- nos reímos -¿te lo estás imaginando?
-Jajajajaja.
-Me da una paliza pero salgo como nuevo jajaja, es una especie de terapia, para lo temperamental que soy me ha venido muy bien descubrirlo.
-¿Y sigues pensando que solo hablas tonterías?- me sonrió dejándome sin palabras.
Paseábamos por la orilla mojándonos los pies mientras anochecía.
-¿No es precioso?- preguntó mirando al horizonte.
-Lo es- no había dejado de sonreír desde que habíamos llegado, y la verdad es que no estaba haciendo ni caso a la puesta de sol.
-¡Está rosa!- dio saltitos emocionada, contagiándome la alegría de ¿tener el cielo rosa? -¡ponte!
Sacó el móvil e intentó sacar una foto.
-Mejor la saco yo- sugerí cogiéndole el móvil, pues su bracito no daba para cogerme entero.
-Sí mejor jaja.
Se abrazó a mí muy sonriente, provocando que en la imagen saliera tan colorido como el cielo.
-Es el ocaso.
-¿Ocaso?
-Sí también se le llama así.
-Sabes muchas cosas.
-Menos nadar- sonrió y le llegó un mensaje -es mi padre, ya está en casa.
-Vamos, se está haciendo tarde.
Llegamos a su urbanización y me mandó la foto que nos habíamos sacado.
-Ponte hielo en el golpe por favor.
-Gracias por lo de hoy- volvió a darme un beso en la mejilla.
¡AAAAAAAHHHHHHHHH!
Tenía que controlar mis gritos internos.
-Nos vemos el sábado para cocinar juntos- sonrió entrando a casa y me despedí con la mano, aún embobado con lo suaves que eran sus labios.
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OCASO - PEYAN
Fanfic¿Pehyan se enamora? Fic corto. No superé su casamiento con Yasuda. Pehyan te quiero. No lemon, cochinotas. Lo mejoraré con el tiempo, solo tenía prisa por subirlo.