Capítulo 19

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Al día siguiente me presenté en el gimnasio de mi suegro gracias a la información que me había dado Sayuri. Si los Haitani se paseaban por aquí alardeando sobre mí quería saber con qué fin. Entré nervioso por si me veía el señor, pero con el nivel que habría en el ring intenté caminar a paso firme para no verme débil.

Los chicos eran enormes, era impresionante la energía con la que se movían todos, ninguno de mis amigos está preparado para esto. Lo único que se escuchaba era a los entrenadores gritando y el choque de los golpes, pero lo más alarmante era el terrible olor a búfalo que se había acumulado con tanto hedor.

-¿Ryhoei?

La llamada me sobresaltó pero me recompuse rápido.

-Hola señor.

-Sayuri hoy no va a venir.

Piensa rápido. Había venido sin ninguna excusa. Debería planear las cosas antes de hacerlas.

-He venido a ver cómo trabaja- me acerqué un poco más y me estrechó la mano.

-¿Estás interesado?

-Vengo a pedir información para unos amigos.

-¿Han entrenado antes?

-Tienen experiencia- mentira no es.

-¿Cómo son?

-De mi edad- no pareció convencerle -pero más fuertes.

-Ya veo- se quedó pensativo -ven, pasa al despacho.

Subimos unas escaleras para llegar.

-Se ve todo- era increíble.

-Es un gimnasio de boxeo, tienes que tener visibilidad para ver que nada se sale de control.

-¿Pasa a menudo?

-Son de ofenderse rápido sí, aquí todos se creen los mejores o aspiran a serlo, así que fácilmente se les puede molestar.

-Entiendo- respondí sin apartar la mirada de los chicos -no hay chicas.

-Los gimnasios mixtos no son aconsejables. Como he dicho, hay muchos incidentes por orgullo.

Me senté en una de las sillas frente al escritorio y me ofreció un café que acepté.

-Tienes la espalda fuerte, ¿no haces deporte?

-Me gusta la natación.

-Pues haber si le enseñas algo a Sayuri- me dio la taza -nunca se atrevió a entrar al agua.

-Mi hermana ha empezado con muay thai, seguro que le impresiona más que yo.

Abrió los ojos sorprendido.

-Desde luego que impresiona- asintió varias veces mirando a un punto muerto -¿y cómo se ha atrevido?

-Es cinturón superior de Taekwondo y quería seguir aprendiendo.

-¿Qué edad tiene?

-Oh es mayor, estudia criminalística en la universidad.

-¿Cuál es su gimnasio?

-No lo sé.

Me miró extrañado y me volví a poner nervioso. Le echó más azúcar a su café y suspiró fuerte.

-¿Sabes? Aunque últimamente muchos chicos se están interesando en el boxeo hay muy pocos que puedan resistir los entrenamientos, ya no hablemos de un combate. Eso es un problema. Estamos rechazando a muchos.

-La fama de este deporte se quedó algo anticuado señor.

-Aún así hay muchos otros chicos que sí tienen las habilidades necesarias sin entrenador.

-Si no entrenan ¿Cómo sabe que están cualificados?

-En su mayoría pandilleros, no sé si me entiendes.

Asentí en silencio como si no supiera de lo que hablaba.

-Hace poco me hablaron de un chaval que reunía las condiciones que buscábamos, pero todavía no se ha pasado por aquí, no ha dado una respuesta y está ignorando a los mensajeros que le envío.

-¿Por eso no se rinde?

-Tiene futuro Ryohei, tiene buena planta y por lo que me han contado solo aspira a una reclusión. Yo le ofrezco una salida y los dos ganamos.

Dejé la taza vacía en la mesa y me levanté para irme, ya estaba perdiendo bastante tiempo y estaba claro que aquí no encontraría respuestas.

-Que tenga mucha suerte señor, no quiero robarle más tiempo tengo que ir a buscar a su hija al entrenamiento.

Me estrechó la mano mientras sonaba el teléfono del escritorio, me di la vuelta y cuando alcancé la puerta no pude abrirla.

-Me alegra tener noticias tuyas Ran.

Me quedé agarrando la manilla.

-¿Vas a venir?

Que diga que sí.

-¿A cuánto estás?- me giré para mirarle -entonces te voy preparando el té, ¿también viene tu hermano?

Hicimos contacto visual y frunció el ceño, tapó el teléfono con la mano y me preguntó si necesitaba algo, así que me hice el inocente.

-¿Ha dicho Ran?- sonreí a la vez que asentía -conozco un Ran, ¿le importa que me quede a esperar? me gustaría mucho verle.

Me invitó a sentarme en el sofá hasta que finalizara la llamada. Cuando colgó me miró sin entender nada, pero lo disimulaba bien.

-¿Ran también boxea?

-¿Ese largirucho?- se colocó bien el cinturón -que yo sepa su único hobby es que lo peinen en la peluquería, su hermano es el que tiene más pinta de hacer ejercicio.

-Entonces sí estamos hablando de los Haitani.

-Sí eso parece.

-Y si no entrenan ¿para qué vienen?

-Fueron los que me presentaron a Minami Terano, el chico que intento reclutar.

OCASO - PEYANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora