Capítulo 2

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Me senté en las gradas con los patines puestos, olvidándome de que venía con el uniforme escolar y que no podía arriesgarme a romperlo porque el de repuesto estaba lavándose y mañana no tendría cómo ir a clase.

Estuve veinte minutos mirándola, deslizándose y saltando en el aire. Las piernas siempre me temblaban cuando cuando estaba aquí, me ponía nervioso cuando la miraba, era tan bonita.

Es tan bonita.

-¿Hoy no patinas?

Uno de los monitores se acercó a mi asiento.

-Es que... voy con el uniforme.

-Ya- sonrió y se sentó conmigo, mirando hacia la pista -tienes buen ojo.

-¿Eh?

-Nada- sonrió y se fue -a la próxima acuérdate de cambiarte.

-.

17:52.

Bajé como pude las escaleras para estar cerca cuando hiciera el descanso, la busqué con la mirada un par de minutos pero no la encontraba, ¿se había vuelto a escabullir?

-¿Peyan?

Me giré rápido reconociendo la voz.

-¡SAYURI!

Se asustó.

-Perdón- bajé la voz nervioso, con los ojos muy abiertos y sonriendo -no te he visto salir de la pista.

-Es que soy muy rápida- bromeó.

Pero qué bonita por dios.

-Toma- le alcé la cajita decorada por mí.

-¿Es para mí?

Asentí nervioso y la abrió emocionada.

-¿Es de fresa?- se la comía con la mirada.

-Creí que te gustaría.

-¡Me encanta!

Saltó y me abrazó, paralizándome sin corresponderle.

-Perdón, lo siento- se separó abochornada.

-Gracias- me sonrojé sin borrar la sonrisa.

-¿Quieres compartirla?

-No, es para ti, por lo que te esfuerzas.

-Solo estoy media hora- respondió quitándose importancia.

-Pero luego vuelves.

-S-sí.

Eso ha sonado a acosador.

-Bueno pues al menos acompáñame, ¿vale?- asentí y se puso a mi lado -vamos.

Caminábamos como patos con los patines de hielo, así que al menos a la hora de hacer el ridículo lo hacíamos juntos. Los suyos eran rosas, los dejaba siempre en su taquilla para entrenar, pues competía en esto.

Llegamos a la cafetería que había en el edificio y al llegar a la mesa se sentó en el banco conmigo, para estar cerca.

¿Tendrá frío?

Voy a preguntarle.

¿Tienes frío?

Pidió dos cafés con leche para compartir.

Sayuri, ¿tienes frío?

Me sonrió sin responder.

¿Sayuri?

Agarró el tenedor que le trajeron sin todavía responderme.

Ah joder que lo tengo que decir en alto.

Tosí para prepararme -Sayuri- me miró -¿tienes frío?

-No ¿por qué?- le dio un bocado a la tarta y se puso muy feliz -¡dios mío está increíble! Prueba- puso un trozo en el tenedor y me lo llevó a la boca.

Abrí feliz y lo metió en mi boca.

-Me alegra que te guste- saboreé el trozo y estaba asqueroso, odiaba esta tarta con todo mi ser, pero me lo tragué para no hacerle el feo y se pegó más a mí -te preguntaba porque... como estás tan...- señalé nuestros cuerpos.

-Lo siento- se separó un poco avergonzada.

-No me molesta no, solo era para dejarte la chaqueta.

Me miró de arriba abajo y soltó una risa nasal -vengo más preparada que tú para el frío

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Me miró de arriba abajo y soltó una risa nasal -vengo más preparada que tú para el frío.

Ahora que lo decía me daba cuenta de que me estaba helando, así que agarré mi taza para echarle azúcar.

-¿Por qué has cogido de fresa?- seguía comiendo muy cómoda.

-Te gusta mucho el rosa, ¿no? Siempre llevas algo de ese color.

-Es un color muy dulce- bebió de su café.

Por favor, es demasiado tierna.

-Al menos he acertado- sonreí orgulloso.

-Me gusta casi todo.

-¿Ah sí?- me emocioné de más.

¿Será una indirecta?

-Solo hay que coger las cosas con ganas de que te gusten. Toma- volvió a llevar un trozo a mi boca.

Voy a comerlo con ganas.

Empecé a masticar con ganas de que me gustase.

Esto es lo peor de mi vida, está asqueroso.

-No me des más eh, es para ti- sonreí esperando que me hiciera caso.

-¿Hoy no patinas?

-No me he dado cuenta de que no me he cambiado.

-Puedes meter un chándal en mi taquilla la próxima vez que vengas- se terminó la tarta -siempre estoy aquí y eres muy despistado- sonrió.

-¿Despistado? Sí lo soy pero ¿cómo lo sabes?

-Todavía no te has quitado los patines y no vas a patinar, estás torciéndote los tobillos por no ponerte las zapatillas.

Soy tan ridículo...

-Pero me gusta.

-¿Uh?

Sin responder nada más se levantó para llevar las cosas a la barra, girándose para invitarme a acompañarla con sus grandes ojos ámbar.

OCASO - PEYANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora