Capítulo 13

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NARRA SAYURI

-Perdón- me di la vuelta.

-¿Querías algo?

-No... s-solo quería ver a Peyan pero es igual, no... no le digas nada.

-¿Peyan?- se extrañó.

-No importa, ya entiendo.

Bajé las escaleras del porche dándole la espalda.

-¡Espera!

Me di la vuelta para ver que me estaba mirando de arriba abajo.

-Llevas perlas rosas como pendientes.

Por inercia me tapé las orejas con el pelo.

-¿Eres Sayuri?- asentí -pasa- me indicó con la cabeza -Pah me llamó para hablarme de ti.

No sabía qué hacer y tampoco sabía de quién hablaba.

-Mi madre quería conocerte.

-¿Tu madre?- me extrañé.

-La dueña de la casa- respondió con obviedad.

La miré más a fondo sin creerme lo que estaba entendiendo.

-Si no te has dado cuenta de que soy su hermana no nos parecemos tanto como dicen.

Me acerqué aún sin pestañear.

-Soy Takea, la mayor.

-¿Quién es?- una señora salió de la cocina.

-Es Sayuri- avisó divertida dejándole a su madre los ojos como platos.

-Pasa por favor pasa- respondió emocionada.

-Pasa por favor pasa- respondió emocionada

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-¿Y no sabéis dónde puede estar?

Se miraron entre ellas sin saber qué responder.

-Es que nunca le preguntamos esas cosas- avisó la madre.

-Porque casi nunca es verdad- finalizó Takea.

-Seguramente nadando, llevo toda la semana lavando bañadores.

Me levanté.

-¿Estará allí ahora?

-No puedo asegurarte nada, pero si esperas a la cena él vendrá, o sea tiene que venir en algún momento.

-No puedo esperar tanto, gracias por todo y encantada- hice una reverencia y salí corriendo a donde me explicó que iba, ya iba anocheciendo y estaba sola pero poco me importaba.

Por favor que esté, es lo único que pensaba.

Al llegar lo leí; CERRADO.

Por atrás se veía el bosque.

Rodeé el edificio hasta llegar a la parte de atrás entre arbustos y frondosos árboles, ya veía una piscina por dentro de la cristalera pero seguía lejos. Pisé mal y me resbalé, pues ya era de noche y se veía poco. Llegué a la verja y miré intentando tranquilizarme, sí, alguien nadaba solo.

No te escapas.

Empecé a trepar de mala manera para saltar al otro lado, y una vez saltando fui a la puerta de emergencia que había en una esquina para entrar a las instalaciones. Intentaba abrirla a la fuerza, golpeándola para que la escuchara al no conseguirlo.

Hasta que se abrió y un señor me miró extrañado.

-¿Qué haces aquí?

-Quería hablar con Peyan pero estaba cerrado.

-Acababa de cerrar, podías haber tocado directamente allí, te hubiese abierto.

-Oh.

-Pasa anda- me dejó pasar -esa es la puerta de la piscina en la que está- señaló a la derecha -me voy ya, no os olvidéis de hacer nada antes de iros.

-No se preocupe señor, gracias.

Se marchó y abrí la puerta, me acerqué lentamente hasta el chico que hacia los largos para confirmar que era él. Me coloqué en una punta para cuando tocara la pared y esperé a que fuera él quien mirara. Lo hizo, pero de una forma fría.

-Hace una semana que no sé nada de ti- comenté.

-No te pierdes nada.

-¿Por qué me has abandonado?- volver a tenerlo delante me ponía sensible.

Apartó la mirada para ignorarme.

-Peyan te estoy hablando- supliqué -deja de comportarte así.

-Te escuché hablar con Kentaro el día que dejé tu paraguas.

-¿Y por qué no entraste?

-Porque no había nada que decir.

-¿No tienes nada que decir sobre eso?

-Que siento haber soñado con algo como tú.

Soltó rabioso con la voz temblando.

-¿Qué?- parecía que me culpaba de aquello.

-Que tenía razón en todo, yo no puedo darte una vida plena como la que tienes, yo no puedo darte lo que te daría él o alguien de tu mismo nivel.

-¿Y quién ha pedido eso?

-¡Yo quiero eso para ti!

-¡Pero yo te quiero a ti!- el nudo volvió y lloré otra vez -solo quería hablar.

-Somos de mundos distintos, no puedo darte nada que no puedan darte otros- explicó con el ceño fruncido volviendo a sumergirse y nadando hasta el otro lado.

Se detuvo en la otra punta para no volver, y como no iba a ir detrás suya me quité las zapatillas, miré hacia abajo y me lancé al agua sin pensarlo.

OCASO - PEYANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora