Cap, 6. Desesperación.

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"Draco Malfoy está muerto"

Aquellas palabras escritas con prisa en un papel ensangrentado fué lo último que la Ministra necesitó para estar fuera de sí, había enloquecido en cuestión de segundos gritando y  destruyendo todo a su paso. Narcisa Malfoy se había visto en la necesidad de intervenir o la mujer castaña terminaría asesinando a alguien y destruyendo la mansión. Narcisa no creía que su hijo estaba muerto muy en el fondo Hermione tampoco, sin embargo el estrés y la desesperación al no encontrar nada nublaba si mente.

La castaña no quería escuchar nada y se había encerrado a gritar y destruir en el despacho de Lucius Malfoy, el patriarca de la familia había salido con prisa al escuchar el primer grito y leer lo que decía la nota.

–Hermione, querida por favor sal de ahí –la mujer trataba de mantener la calma pero aunque creía que su hijo vivía la duda la mataba lentamente.

La mujer escuchaba los desgarradores gritos y un pedazo de ella moría, nunca pensó que alguien llegaría a amar a su hijo con tal intensidad al punto de perder la razón.

–¡Por Salazar! Niña, abre la puerta, –los cristales se estrellaban estrepitosamente. –No se queden como idiotas y abran la puerta.

Los aurores habían decidido no intervenir hasta que apareciera el jefe del departamento o en su defecto Ron Weasley.  No sé atrevían a inmiscuirse y aunque todos eran de confianza y sabían el pequeño secreto de la ministra con respecto a su familia no podían dejar de sorprenderse con la reacción de la mujer. Los hombres reaccionaron ante los gritos de Narcisa.

–Apartese señora, –pidió un autor lanzando un hechizo para abrir cerraduras. El hechizo rebotó lanzando al otro lado de pasillo.

–¡JAN!, –su compañero lo vio volar, ¿Que hechizo había usado la ministra para encerrarse. El muchacho en pie observó la puerta con temor y lanzó hechizo obteniendo el mismo resultado.

–¡Alguien haga algo!, –Narcisa sujetó la cerradura con fuerza tirando de ella consiguiendo una fuera descarga eléctrica en sus manos, –¡Ahhh!

–¡Señora!, –Ron la alcanzó antes que la fuerte descarga la lanzará, –¿Que sucede?

–Hermione está fuera de sí, –decia preocupada, –atacó a sus guardias y se encerró en la biblioteca, no tengo idea que hechizo usó y cuando los aurores quisieron entrar los hechizos rebotaron.

–¿Pero porque?.

–Una nota llegó, –explicó, –no pasó por ningún filtro así que supongo que es alguien de su entera confianza. Decía que Draco estaba muerto.

Sintió la voz de la mujer romperse y tambien vio como en segundos volvió a aparentar estar bien, sin duda ella era toda una Black.

–Si perdí a mi hijo...–la mujer miró a Ron directo a los ojos, había confianza en ella y calidez, –no voy a perder también a la madre mi nieto. Christian es mí nieto, sangre de mi sangre y no lo voy a perder a él también.

–¿Dónde está Christian?– a Ron se le hizo extraño que con tanto grito el niño no estuviera cerca.

–En su habitación.

–Escuche señor, –Ron la tomó de los hombros, –suba y quédese con él, puede que esté asustado. Su compañía lo ayudará yo intentaré hacerla abrir.

La mujer asintió y corrió escaleras arriba.

–¡Celia!, –una Elfa vestida de mucama apareció. –lleva a los aurores a la cocina y revisa que no tengan golpes, hazles de comer lo que pidan.

–Si señora.

Ron vio como de a poco lo dejaban solo y se sentó en el piso junto a la puerta, lanzó un encantamiento sencillo que permitía que en la biblioteca se ecucafa claramente lo que él decía mientras afuera nadie más que él podía escuchar.

La Ministra. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora