11 🍷 Lo que arroja el mar

538 60 45
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


     RAELON DISFRUTABA DE LAS CUENTAS, había sido bueno en matemáticas donde Aemond acertaba en historia o Helaena  se interesaba con la alquimia y medicina, incluso Aegon se destacaba -cuándo quería, ya que dormir un poco más era su especialidad- en la caligrafía, su gemelo había aprendido a escribir y leer antes que él, así que Raelon le copiaba. Finalmente, en Volantis, Saera dejó que desarrollara su habilidad por la administración, ahora, le permitía encargarse a medio tiempo de dos de los tres burdeles, excepto el de la Esfinge, el más antiguo, al que ella le tenía un afecto especial y dónde Meren Royce mandaba a diestra y siniestra.

    —Ella te enseñará lo que te falta por saber sobre cómo debes llevar un jardín de placer sin irte a la quiebra—Saera le había asegurado a sus catorce.

    —Drazenko podría decírmelo y no sería tan gruñón—Raelon le había debatido, conocedor de los negocios de placer de los Rogare en Lys, pero su objeción le valió el golpe en la nuca con un abanico de pavo real.

    —Nunca confíes en un hombre para los burdeles, el placer lo llevan sólo a ellos y aquí, se necesita ser parejo para que haya una relación donde dueño y esclavo ganen, al menos algo. No serás un explotador—discutió su tía como punto final.

    Cuatro años después, con los dieciocho recién cumplidos hace un mes, Raelon podía decir que Meren se merecía tanto la confianza como los cariños de su tía. No era la maestra más paciente como su tía, tenía una política de no errores y el permiso de su tía de golpearlo en las manos con el cuero de anguila sí se equivocaba con los ceros, pero al menos, eso le valió que sus finanzas fueran decentes y las ganancias en la Princesa Mimosa y las Sedad Carmesí estuvieran aumentado, especialmente con la peregrinación anual de los seguidores de R'hllor para visitar el templo de la Primera Hija.

    Las calles estaban abarrotadas en Cisjordania, según Maros, era una hazaña pasar de la Plaza de Belicho y el olor, era insoportable sin la necesidad de ser verano, así que las salidas de Raelon fuera de los Muros Negros se limitaban al Patio de los Mahouts, mientras las cuentas eran traídas por Ser Erryk a su estudio en la Princesa Mimosa, donde pasaba desde medio días hasta la mitad de la tarde.

    Su rutina se había vuelto conocida desde que su presencia en el campo de entrenamiento instalado en la mansión de su tía, era frecuentado, con suerte dos veces al día. Realmente, había colgado la armadura y con esa idea, no solo fue fácil para Thoran encontrarlo, sino cargar contra su puerta, casi arrastrando a Alyhra tras él, pues ella intentaba calmarlo, pero su primo parecía un depredador a punto de clavarle el diente en la yugular.

    Raelon no necesito preguntar por el motivo de su enojo, había estado esperando esto. Él le advirtió a Alyhra que no lo tomaría bien, ella lo ignoró y ambos asumieron el riego. Tres meses habían sido suficientes para que el príncipe se prepara para ese momento.

    —¡Debería mandar a ejecutarte por esto! —Thoran le gritó embravecido al otro lado del escritorio mientras él dejaba la pluma de hueso y se recargaba en su silla.

SWEET NOTHING ─── Rhaena TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora