18🍷 Propuesta indecente

426 41 45
                                    


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


    CÓMO LAS POLILLAS ATRAÍDAS POR LA LUZ, Raelon se sentía estafado, había sido llamado para ver una ceremonia de encamamiento y estaba decepcionado con lo fácil que era ofender a los señores ponientis, especialmente a los norteños, quienes se habían enfrascado en una discusión con los sureños de las Tierras de la Tormenta para ser los primeros en poner una mano sobre la novia. No fue de sorpresa que la euforia inicial se disipara tan rápido para volverse una pelea de borrachos donde algunos guardias y el propio Daemon se habían involucrado al apartar a las novias de la mesa principal.

    Raelon lo sintió por su hermana, Helaena había estado tapándose los oídos mientras miraba su plato hasta que su abuelo Otto se apiadó de ella, buscando a Aegon a gritos, pero su hermano no aparecía. Más interesante era para el príncipe ver el interés de Aemond al abandonarlo por su encantadora tía Asteria, quien casi lo vio como su caballero de blanca armadura cuando Daemon se la entregó con el fin de escoltarla a las mesas más alejadas de la revuelta.

    —Nuestra bisabuela prohibió la primera noche, pero ¿De que sirvió? El encamamiento sigue siendo una tradición vergonzosa—la voz de Rhaena dibujó en Raelon una sonrisa tan radiante como el brillo pícaro en sus ojos que reinó cuando bebió el último trago de su vino del Rejo, dos copas habían dejado su cabeza zumbando mejor que toda la sidra que había estado ingiriendo durante la celebración.

    —Mírenlos, no son mejor que barbaros—Baela agregó, dejándose caer contra la silla al lado izquierdo de Raelon, el castaño no pudo evitar reír entre dientes al notar las diferencias entre ambas mucho más marcadas, incluso en su sentar, pues donde Rhaena intentaba mantener toda la compostura de una dama, Baela sólo buscaba la comida al inclinarse contra la mesa, jorobada y con los codos arriba.

    —E incluso en las bodas dothraki nadie se muere de aburrimiento—Raelon resopló tamborileando sus dedos mientras sus ojos seguían las figuras de Aemond y Asteria hasta la salida, aunque su lugar le daba una vista particular de la conversación que estuvieran teniendo, pero sólo podía decir que se estaban acercando demasiado entre ellos—, ¿Sabían que tienen que morir por lo menos tres personas para que se considere exitosa?

    Rhaena lo miró un poco horrorizada, pero sonrió entre incrédula y burlona mientras Baela lo veía con interés.

    —Bueno, supongo que la sangre une, ¿No? —Rhaena cuestionó y Raelon la miró brevemente al inclinarse.

     —Es el lazo más sagrado, incluso para nuestros dioses... los originales, al menos.

    —¿Y desde cuándo eres tan devoto a las Catorce Llamas, primo? —Baela vaciló—, según los rumores, tiendes más a profanar templos que a honrarlos.

     Raelon se rio, no sólo por el comentario, sino porque cuando volvió a mirar al fondo del Gran Salón, su hermano y Asteria habían desaparecido sin dejar rastro—Sólo digamos que yo... los complazco de una manera diferente a la convencional, además que no ha todos, son muchos dioses para un poco mortal.

SWEET NOTHING ─── Rhaena TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora