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Roma, Italia

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Roma, Italia

Puente Milvio

Era pasada la medianoche cuando ambos decidieron dar una caminata por el puente luego de asistir a la Ópera, no había personas que caminaran cerca de ellos y agradecieron por no tener espectadores con oídos y ojos curiosos.

La noche era calurosa y el cielo estaba lleno de estrellas, se quedaron mirando el río y fue el turno de Amarilis para hablarle, solo esperaba no trabarse cuando fuese el momento de decirle la verdad.

—Tengo que agradecerte todo lo que hiciste por mí hasta ahora, desde darme trabajo hasta tener regalos extras, desde mayo hasta agosto mi vida cambió un montón en poco tiempo. Intento pensar que me adapté bastante bien. No solo en ir a las corridas de un lugar al otro sino a formar parte de tu mundo también. —Dio una pausa y reanudó la conversación—, lo más importante para mí fue que me dejaste ver el hombre detrás del actor, no sos de esas estrellitas que siempre se la pasan como si fuesen súper importantes las veinticuatro horas del día. Me sorprendió ver que no eras así y que no sos así, tenía algo desvirtuado todo eso, te tenía como un inalcanzable, una estrella famosa que solo se rodeaba de flashes, lujos y mujeres hermosas. Y que jamás se iba a fijar en alguien como yo, no me considero tan fea, pero no pensaba que vos, un súper actor internacional, se fijaría en mí, en su asistente.

—Somos dos, Amarilis. Yo siempre pensé que tú eras inalcanzable para mí.

—¿Inalcanzable? ¿Yo para vos? —Abrió más los ojos sorprendiéndose ante tal confesión.

—Sí —giró la cabeza para mirarla—, ¿qué te parece raro? Yo soy hombre antes de ser actor y me fijo en esas cosas, me parecías muy linda, pero cuando te dije que gustaba de ti y me rechazaste, me quedé como un estúpido.

—Porque no estás acostumbrado a recibir un no por respuesta.

—No estoy acostumbrado a decírselo a alguien, esa es la diferencia. Se me ponen de frente y no las esquivo, hasta que te conocí. El desliz con Chloé fue porque me sentí decepcionado.

—No fue desliz, ¿por qué lo tomas así si no tenemos ninguna relación?

—Porque sentí que me traicionaba a mí mismo, porque en vez de seguir insistiendo, busqué lo más fácil.

—Ya pasó, no te sientas mal —le dijo.

La asistente se acercó más a él y lo abrazó por el brazo que tenía más cerca y apoyó la cabeza sobre este.

—¿Y si no funciona? —Se lo preguntó sin mirarlo.

—¿Por qué crees que no funcionará si desde mayo tenemos algo que ni siquiera los dos sabemos qué es?

—¿Desde mayo? —cuestionó y se rio—, qué convincente, señor Cabassi.

—¿Por qué creías que los fines de semana no salía e intentaba estar cerca de ti? Para verte, para pasar más tiempo contigo.

La asistente personal de la Estrella ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora