Advertencias: Contenido levemente violento.
~•~
Creí que todo estaría bien, que después de la sobrepoblación humana habría una solución como en las películas donde los protagonistas huyen a Marte, pero no fue así, los gobiernos prefirieron legalizar los asesinatos hasta llegar a la meta de muertes, y cuando no sucedió, los restos de la organización de las naciones unidas dió un ataque directo a los países más sobrepoblados.
Japón fue amenazado con armas biológicas si no reducía si población en menos de tres días, e incluso la última noche el presidente hizo una conferencia donde se refería a las muertes masivas cómo depuración, e invitaba a cada ciudadano a tomar su rol como verdugos.
Yo no me preocupe, nunca me ha interesado la población humana sin una pizca de humanidad, pero a él sí. Fukuzawa-san siempre tuvo mi admiración. Era lo más cercano a un padre que pude llegar a tener después de perder a mis verdaderos padres.
Hace años, cuando mi vida estaba destrozada, decidí mudarme a Yokohama para empezar de cero con mis estudios como químico especializado en investigaciones. Entrar al Sistema Nacional de Investigadores Japoneses era casi imposible para alguien sin contactos, o como mínimo doctorados y un montón de dinero, para mí desgracia no tenía ninguna de las tres.
Pero Yukichi sí, él era parte de la milicia japonesa, con un cargo importante y hasta me contó sus hazañas en la defensa nacional del presidente. Un hombre recto, admirable y con un juicio exquisito, era obvio que destacaría en cualquier área.
Patrocinó mi educación, no, más bien se hizo cargo en su totalidad de mí. No pidió nada a cambio, salvó que pudiera ser una persona de bien. Incluso manchó su impecable honor para introducir mi currículum en las oficinas del SNIJ, y cuando me asignaron un puesto fingió que no tenía nada que ver para no herir mi ego.
Siempre supe que fue él quien me recomendó, pero me quedé callado porque ambos éramos tan orgullosos para poder admitir que éramos especiales el uno para el otro.
Trató de ir en contra de la depuración, pues a fin de cuentas no era culpa de las personas la sobrepoblación, solo los gobiernos se dieron cuenta muy tarde de la sobreexplotación de recursos, o simplemente fue hasta que llenaron sus bolsillos y decidieron frenar la extinción inminente.
La liberación del virus fue sorpresiva para todos los gobiernos de Asia, claro que también para algunos países de occidente no se avisó para poder generar un plan de emergencia eficiente.
Nadie se preocupaba por nadie, excepto hombres naturalmente honorables; Fukuzawa-san me sacó de mi habitación al segundo de recibir las indicaciones de huir a los centros de investigación para proteger a las mentes que podrían ser la salvación. Nuevamente él puso mi nombre en la lista.
"Tienes que sobrevivir, aún eres un novato y tienes que esforzarte el doble que los demás, pero puedes hacerlo, eres por mucho el más inteligente" me dijo antes de salir por la gran puerta dirigiendo una expedición para encontrar a un infectado que fuera adecuado para realizar análisis.
Volvió, así que no le conté que me lamenté por no decirle lo mucho que lo admiraba, como un hijo admira a su padre. Después de aquello salió unas cuantas veces más, y en esas expediciones traía algunas cosas "ilegales", dulces que lograba encontrar.
"Quédate siempre dentro. No importa lo que digan, no salgas, incluso si es una orden. Necesito que estés a salvo" decía antes de alejarse durante días, no sabría cuántos eran, pues yo trabajaba durante días enteros analizando los efectos del virus, en animales, y otros humanos.
Nunca pensé que perdí nada cuando la crisis empezó, la sociedad de por sí me resultaba indiferente, con tan poca inteligencia y hasta me desanimaba. Pensaba que si pasaban por eso, era porque lo merecían, la total extinción de la raza humana. Fue hasta que él se infectó que noté lo mucho que añoraba despertar tarde y revisar los mensajes que tenía de Fukuzawa-san, algunos advirtiendome que ya iba tarde a clases.
Extrañaba los escasos días libres que tenía y en los que íbamos al parque para alimentar a sus "gatos" que solo eran gatos callejeros aprovechándose de un hombre fanático de sus patas suaves y colas esponjosas.
Cuando perdí lo más importante en toda mi vida, entendí que extrañaba los días ordinarios donde aún gozaba de su compañía.
Terco como siempre, donó su cuerpo a la ciencia para anotar todos los cambios, cada síntoma y por su puesto, las formas de acabar con ellos. "Debes mejorar" le pedí a través del cristal a prueba de balas que diseñaron a modo de celda "La comida es horrible, y no tengo ninguna plática estimulante sin tu compañía, no puedes irte, ni siquiera hemos celebrado tu cumpleaños".
Abrí su celda, ya no esperaba muchas respuestas fuera de los impulsos que sus músculos producían. Me miró y por primera vez no había una expresión ahí, no había decepción, ni felicidad. Fukuzawa-san perdió el miedo y eso es lo que nos hace humanos.
"Ya no eres un ser humano, pero siempre serás tú, tan correcto". No como yo, él jamás haría lo que yo hice "¿Por qué eras el único que podía empatizar conmigo? ¡¿No ves que me quedaré solo?! ¡¿Por qué no me respondes?!".
Antes de poder acercarse más, los guardias lo abatieron. Me castigaron por mi estupidez, dos días sin alimento, y solo un poco de agua para no morir. Y nunca le dije lo mucho que lo admiraba, que necesitaba su aprobación para sentirme como alguien funcional.
Nunca le dije que era lo más importante en mi vida.
Fukichi, ex compañero de Fukuzawa-san llegó a la sede, y con él muchas reglas más estrictas. Comenzó a racionar más las porciones de alimento, a extender los horarios y controlar todos los reportes.
Cerraron las zonas seguras después de que Fukuchi lo autorizará, eso redujo las oportunidades de tener alimento para las personas sin tanta suerte como la mía. Si las cruzaban, eran echados, o peor aún.
Recuerdo cómo si fuera ayer cuando nos pidió su primer mal. "La investigación se ampliará a nuevos extremos” y puso a una persona totalmente sana en una plancha. Claro que nos negamos a tocarlo, hasta que una bala atravesó el cráneo de la compañera extranjera. Desde ese momento todos supimos que en realidad no le importaba el costo, él haría una nueva humanidad en las cenizas de la antigua. El proyecto "nuova umanità" dió inicio con la construcción de laberintos. Dijeron que era la supervivencia de una raza mejor. Que era por nuestro bien.
Perdí el miedo, la emoción más humana, y al igual que Fukuzawa, yo morí.
Esta es la primera vez que escribo ciencia ficción y sobre todo con un panorama más realista. Es todo un placer escribir con chicas tan amables y talentosas, espero que puedan leer sus libros relacionados con el mío, porque de verdad todo lo que redactan es oro.
-Honey
ESTÁS LEYENDO
𝗕𝗿𝗮𝘀𝗮𝘀 𝗱𝗲 𝘂𝗻 𝗻𝘂𝗲𝘃𝗼 𝗮𝗺𝗮𝗻𝗲𝗰𝗲𝗿 [𝗥𝗮𝗻𝗽𝗼]
FanfictionUna realidad aterradora y llena de desesperanza obliga al científico Edogawa Ranpo a cometer cosas atroces. Viviendo entre los recuerdos del pasado y planes del futuro, el hombre solo espera ver las brasas de un nuevo amanecer. [Historia en conjunto...