Capítulo 5.

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Advertencias: Ninguna.

Me levanté, por fin estoy un poco orgulloso por el puesto que tengo, tomo mi barra de cereales y me pongo mi uniforme

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Me levanté, por fin estoy un poco orgulloso por el puesto que tengo, tomo mi barra de cereales y me pongo mi uniforme. Salgó portando mi gafete dirigiéndome a las alacenas vacías. Sonrió cuando veo unos cartones moverse y sacó mi desayuno—. Mapache…ven.

El animal sale corriendo directo hacía mí, lo acaricio suavemente mientras él se alimenta. Parece que ama cuando le doy afecto, pues frota su cabeza contra mi mano en busca de calor. Los animales no tienen conciencia, son guiados por instintos primarios como comer, reproducirse, dormir, cuidar temporalmente a sus crías, pero ellos no conocen de culpa, para los animales matar a una presa es lo que deben hacer. Los animales carecen de sentimientos como el odio, o euforia. A veces parece que las personas que me rodean son animales.

Pero este mapache busca mis ojos, y mira a través de ellos, como si conociera lo que soy, tal vez los animales tengan más humanidad que los humanos.

Lo aparto con suavidad de mi regazo—. Oye amigo, debo irme, pero vendré mañana a darte el desayuno y con suerte pueda conseguir liberarte en unos días…aunque por ahora debes ser cuidadoso y no hacer mucho ruido —me pongo de pie y salgo de las alacenas cerrando con llave. Esto de no tener escoltas obligatorios es casi una bendición.

Mis obligaciones son de mayor importancia, controlar la zona B del laberinto es sencillo, hago lo posible para que los sujetos de prueba se alejen del peligro, e incluso estoy planeando un gran escape para ellos, pero debe hacerse en el momento indicado, depende de mí que todo este lugar sea destruido.

Las investigaciones de Rimbaud han avanzado mejor, él creía que alguna cepa debía inhibir el crecimiento del virus, pero solo pudo retardar el efecto. Pero mi mente es superior, yo he indagado con todo tipo de fármacos, y aunque todavía ninguno logra detenerlo totalmente puedo decir que estoy cerca de contrarrestar los daños del virus; el complejo “remdesivir-Veklury ha dado buenos resultados”. Esto último es un secreto, no lo he incluido en los informes oficiales, pues sé que Fukuchi podría utilizarlo para su propio beneficio.

Antes de darme cuenta ya he llegado a la sala de mando del laberinto, al parecer los sujetos de prueba hacen alianzas constantes, y en su mayoría atacan al más débil, justo como lo hacen los animales. Abro el micrófono—. Nos da igual si salen vivos dos o diez…así que lo más inteligente sería mantenerse la mayor cantidad vivos —lo cierro nuevamente notando que parecen confundidos por mis palabras.

Me recuesto en mi asiento haciendo algunas anotaciones, este grupo todavía no recurre al canibalismo, pero es debido a que he colado algunas latas de alimento por su sección, si alguien lo supiera probablemente mi boca estaría llena de moscas. Suspiro cansado, odio este trabajo, pues me siento responsable por estas personas, es como cuando cuido las ratas de mi laboratorio.

Fukuzawa decía que yo no servía para esto de ser objetivo e imparcial, pues terminaba dándoles nombres a los roedores con los que experimentaba, por lo que al final no podía matarlos y tirarlos a la basura. Pero ahora mismo si estas personas murieran obligaría a otro grupo a adentrarse al laberinto.

𝗕𝗿𝗮𝘀𝗮𝘀 𝗱𝗲 𝘂𝗻 𝗻𝘂𝗲𝘃𝗼 𝗮𝗺𝗮𝗻𝗲𝗰𝗲𝗿 [𝗥𝗮𝗻𝗽𝗼]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora