5 ➵ Milímetros

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Sophie

Después de ver a Jay entrar en su coche e irse con una tía, decidí volver con los demás.

—¿Sophiedophie dónde estabas? —Me dijo Cony—Pril no te encontraba, dice que estabais bailando y de repente... Plof. Desapareciste. ¿Estás bi...

—Cony. Estoy bien. Me estaba agobiando y necesitaba salir a fumar.

—¿T-tu fumas? ¡Una más en el club de porretas! —Dijo dando saltitos. Se notaba que iba mal.

—Tampoco es algo de lo que me enorgullezca—Le respondí riéndome de él.

—B-bueno, hablando de eso. Necesito fumar—Hizo un ademán de irse. Pero se giró otra vez hacia mí—Por cierto, ¿has visto a Jay? Dijo que iba a salir a verte, pero desde luego no le veo contigo— Aaagh. Jodido Jay.

—¿Que quería verme? Si se ha metido en su coche con otra. De verme no lo tengo yo bien claro—Le dije medio indignada. Las palabras salieron solas. No me dio tiempo a pensar la respuesta. Mis emociones se antepusieron.

—¿Celosa Sophie? —Me dijo Cony con una sonrisa divertida.

—¿Q-qué? ¡No! Por dios Cony, es mi amigo—Le dije empujándole del hombro.

—Sisi tu sigue autoconvenciéndote. Pero los dos sabemos que no es cierto. Tenéis una tensión que se nota a kilómetros. Por dios echar un polvo ya.

—Eso mismo estará haciendo con la otra—Mierda. Otra vez. No. Lo he pensado, ¿Verdad? No lo he dicho en voz alta. Imposible. TIERRA TRÁGAME.

Cony soltó una buena carcajada y me puso la mano en mi hombro—Ay Sophiedophie. Si te fijaras un poco más en él, te darías cuenta de tantas cosas. —Me soltó y se dirigió hacia la salida. Frenó un segundo, me volvió a mirar y soltó otra sonrisa. Después se esfumó.

Me quedé un momento en shock. ¿Qué acababa de pasar? ¿Qué quería decir con eso? ¿Por qué estoy actuando tan a la defensiva? Sacudí la cabeza. Basta. Me estaba comiendo la cabeza. Decidí dirigirme con Pril y el resto.

—Pril. ¿Podemos irnos? — Le dije.

—Soph por fin. Pensaba que te habías ido con el tío de la barra—Me dijo abrazándome.

—Bueno, estuve con él. Pero tuvo que irse.

—Oh, bueno pues esperemos encontrarlo otro día. Fue bonito mientras duró.

—En realidad. Me dio su número antes de irse—Pril pegó un salto de alegría.

—¡QUE BIEN! PERFECTO. ESCRÍBELE

—¿Qué? Anda Pril vamos a casa ya. Mañana hablamos de todo—Le dije cogiéndole de la mano.

—Bueeno vale. Pero nos lleva Cony. No pienso caminar con el alcohol que llevo encima.

—Venga. Vamos. ¡Adiós chicos!—Nos despedimos de Chris y Logan que estaban bastante ocupados ligando con cada tía que se cruzaban.

Salimos y ahí estaba Cony, fumándose su ¿segundo cigarro? ¿tercero? ¿quinto? La cuestión es que así no podía conducir. Supongo que me tocaría a mí.

—Vámonos, conduzco yo—Le dije a este.

—¿Qué? No. Ya conduzco yo Sophiedophie.

—Cony. Vas borracho y fumado. No pienso dejarte al volante para que nos estrelles. No es discutible. Conduzco yo.

—Vamos amor—Le dijo Pril mientras se subían al coche de la mano.

Los dejé en casa de Pril y me fui a la mía andando. Entré sin hacer ruido ya que todos estaban durmiendo. Me metí en la ducha. Necesitaba agua fría. Cuando salí me puse un tanga y una camiseta de mi padre que me venía un poco demasiado grande. Se la robé el otro día. La camiseta ponía "Honolulu. Home sweet Home". La verdad es que era un poco cursi para papá. Por eso, entre otras cosas, me la quedé yo.

​⋆⋆⋆

Habíamos vuelto a casa sobre las cuatro de la mañana. Eran las cinco y media y aún no podía dormirme. De pronto oí como alguien tocaba a mi ventana. Me giré rápido y suspiré aliviada al ver que era Jay. Mi habitación estaba en la planta baja, así que Jay lo tenía fácil cuando quería verme por las noches. Siempre lo hacía. Me dirigí rápidamente y le abrí la ventana. Este entró y se quedó delante mío pegándome una repasada. Oh. Había olvidado que iba en tanga y lo único que me cubría el cuerpo era la camiseta de mi padre. Así que me dirigí al armario y me puse los primeros shorts de pijama que encontré.

—Estabas mejor en tanga—Me dijo Jay sonriendo.

—Eres un pervertido. ¿Qué quieres? ¿Ya te has cansado de la otra y vienes a verme? —PERO QUE ME PASA. CEREBRO PIENSA ANTES DE DEJARME SOLTAR ESTAS BARBARIDADES.

Jay soltó una carcajada y negó con la cabeza varias veces.

—Era Emily—Al ver que yo fruncía el ceño, añadió— Ah, claro. No la conoces—Se tumbó en mi cama y yo lo imité. Estábamos el uno enfrente del otro. Suspiró—Antes de que mi padre muriera, conoció a una chica, Samantha. Esta tiene una hija, Emily. Cuando papá se fue, ellas dos se quedaron conmigo hasta entonces.

No dijo nada más. Le abracé y me acurruqué en él. Él me rodeó con sus brazos tatuados y apoyó su mejilla en mi cabeza. Estuvimos un buen rato en silencio. Os juro que casi me duermo. Con lo que me costaba dormirme y lo fácil que era con Jay.

—Soph—Rompió el silencio y quitó su cabeza para poder mirarme a los ojos.

—¿Sí? —Incliné mi cabeza hacia los suyos. Estábamos a un par de centímetros. Podía notar su respiración. Su corazón comenzó a latir a toda velocidad. Se acercó un poquito más. Estábamos a un milímetro de distancia. Apunto de entrelazar nuestros labios. Pero de pronto se separó y se levantó de la cama.

—Cámbiate y coje tu tabla. Te espero fuera—Y sin decir nada más salió rápidamente por la ventana.

 Te espero fuera—Y sin decir nada más salió rápidamente por la ventana

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Ojalá fuera más que un amor de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora