3 ➵ Flechazos (en todos los sentidos)

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Sophie

Después de pasar la tarde con ellos en la playa me fui a casa de Pril para prepararnos juntas para esta noche.
Ella se puso su vestido favorito. Es decir, el que le regalé yo por su cumpleaños el año pasado. Era un vestido corto, ajustado y de color negro. Le quedaba realmente bien. Su cuerpo encajaba a la perfección con ese vestido, como si estuviera hecho a medida para ella.
Yo dudaba entre ponerme una falda con una blusa o un vestido que me regaló Jane por mi cumpleaños. Al final me decanté por la segunda opción: El vestido era corto, ajustado, y de color blanco. Tenía la espalda totalmente descubierta, lo cual era un gran punto a favor por el calor que hacía en verano, y más en una discoteca llena de gente. Decidí ponerme unas sandalias de cuerda blanca las cuales hacían de enredadera alrededor de mis piernas, hasta las rodillas. Respecto a mi pelo, decidí hacerme dos trenzas, estilo boxeadoras. Bueno, me las hizo Pril, ya que yo no sé hacérmelas a mí misma. Por último, me maquillé un poco.
Cogimos lo necesario y salimos de casa.
Habíamos quedado con los chicos enfrente de la discoteca. Cuando llegamos, ya estaban todos. Bueno, casi todos. Faltaba Jay.

—Pero, ¿quiénes son estas dos bellas que vienen hacia nosotros? —Dijo Logan al resto haciéndose el sorprendido mientras sonreía.

—No lo sé, pero habrá que comprobarlo— Dijo Chris siguiéndole la broma.

—¡Me pido a la rubia! —Gritó Logan.

—Si son las dos rubias capullo—Dijo Cony rodando los ojos hacia un lado.

—Bueno, ¿pues mejor no? ¿Por qué una pudiendo tener dos? —Respondió Chris divertido. Cony le pegó un codazo y le miró como si fuera a asesinarle.

Pril tenía razón. Definitivamente, seguían siendo los mismos idiotas de siempre. Mis idiotas favoritos.

April y yo estuvimos un buen rato riéndonos de ellos. Cuando de repente noté como algo me rodeaba la cintura por detrás. Esos brazos con tatuajes. Eran los brazos de Jay. Me dejé abrazar. Después me giré hacia él para saludarlo. Entonces pude ver lo guapo que estaba. Se había puesto una camisa blanca—por casualidad a conjunto con la mía—con unas bermudas de tono beige clarito. Respecto al calzado, llevaba unas alpargatas también de color blanco. En su mano izquierda llevaba el reloj que le regalé hace dos años por su cumpleaños. Aún lo tenía intacto. Su pelo seguía húmedo, ósea que acababa de salir de la ducha. Me vino un fuerte aroma e inmediatamente esbocé una pequeña sonrisa. Ese aroma. Hacía tanto tiempo que mi nariz no percibía el maravilloso perfume de Jay.
Se ve que todo este tiempo me había quedado medio embobada por que cuando volví a la realidad y me dirigí a sus ojos, tenía una cara divertida con una sonrisa de oreja a oreja.

—¡Por fin! Has tardado más que las chicas, y mira que eso es difícil tío—Le dijo Chris riendo.

April y yo nos miramos, sonreímos y pusimos los ojos en blanco.


La discoteca estaba muy llena. La mayoría eran extranjeros. Todos se dirigieron a una mesa un poco apartada del pelotón de gente para poder estar tranquilos. Yo me dirigí primero a la barra ya que necesitaba una buena cerveza. O dos. O tres. O las que haga falta. Hacía tiempo que no bebía alcohol. Desde la fiesta de...que me llevó a...Da igual. No es momento de rebuscar en el pasado.
Pasado pisado ¿no?

Me apoyé en la barra y le hice una seña al camarero pero no me hacía caso. Lo llamé unas cuantas veces, y siguió sin hacerme caso. De pronto escuché una voz grave.

Ojalá fuera más que un amor de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora