Tras haber conseguido finalmente el One Piece, el capitan de los piratas del sombrero de paja siguió aún con sus divertidas y casi suicidas aventuras, hasta que finalmente le puso fin, no de la manera como el anterior rey, sino desapareciendo de los...
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Luffy sabía que en el nuevo mundo que estaba era una mierda, pero nunca pensó que era una inmensa mierda. La violación sexual era casi comparada con un pequeño pleito, tener esclavos normales y para ciertas necesidades era lo más normal, niños muertos debido a trabajos pesados siendo apilados en montones. Si no perteneces a una de las ramas del Orden Mundial no puedes tener el privilegio de vivir cómodamente. Fuera de estos, era una constante guerra de supervivencia, aquellos que no estaban afiliados a un trabajo verificado por el gobierno, era vivir el infierno. No es que hubiera guerras en todos estos lugares, pero como era de esperarse en los barrios o zonas más bajas de todos los lugares, reinos o ciudades, era donde más se mostraba todo esto.
Luffy ya había presenciado una ejecución publica en Loguetown, una de muchas en diversos lugares. Era normal para muchos tener que ver eso. En las leyes dictaba que nadie podía juzgar, revelarse o contradecir al Orden Mundial o Gobierno Mundial, si esto pasaba esta persona e involucradas con estas eran acribilladas, sean familia o no. No era común que estas experiencias pasaran con regularidad, pero sí que había uno que otro intentando darle el merecido a los bastardos como algunos en murmullos hablaban.
No había pasado más de un mes desde que Luffy había llegado al archipiélago, tenía el presentimiento que en donde fuera podía ser visiblemente así de similar. Su sorpresa fue enorme cuando se enteró que había 6 casas de subastas en la isla, en las cuales todas fueron saqueadas.
“Entreguen este informe a Spandam”, ordeno Kalifa a uno de los agente que los acompañaban. Los daños eran casi idénticos en los 6 lugares, siendo un poco diferentes en como los causaron. Luffy estaba por otro lado observando las jaulas, jaulas que tenían nombres. En todas las casas que estuvieron fue muy atento a este lugar en especial, después de todo tenía dos nombres en la cabeza.
Luffy se detiene en seco para leer el nombre nuevamente sin equivocarse. “Shirahoshi”, nombró en voz alta. Vio la jaula la cual era del tamaño normal y no como recordaba, algo dentro de él esperaba que solo compartiera el nombre y no quien era de verdad. Aun había una pocas jaulas por observar, siendo la ultima la cual también le sorprendió. “¿Monet?”, se preguntó en voz alta. Se encontraba algo confundido, tenía la sensación de haber escuchado ese nombre antes. “Cariño~”, hablo seductoramente Kalifa. Luffy la observa como ella se acercaba a él moviendo las caderas con provocación.
“¿Tienes la lista?”, pregunto Luffy. Ella le entrega una tabla que tenía sujetas varias hojas, él la toma empezando a inspeccionar los dichos nombres, algo que tuvo que hacer desde el principio. En dichas hojas venia la información recopilada de los esclavos junto con una foto de sus rostros, cuando llego al nombre de la "sirena" noto que era físicamente idénticas exceptuando en color de pelo el cual era amarillo muy pálido y que ahora es una humana.
Ni siquiera leyó la demás información, sabía que era ella de alguna manera. Siguió hasta llegar al nombre de Monet, al verla un recuerdo le llego de cuando estuvo en Punk Hazard, específicamente al tratar de cruzar el rio que dividía la mitad de la isla. La vio nuevamente para notar que ahora su pelo y ojos era color negro, poseía la misma habilidad y que tenía una larga cicatriz en su rostro la cual abarcaba desde la parte superior izquierda bajando de manera inclinada hasta llegar a la parte derecha de su mandíbula. Esa era la más notoria en comparación a las más pequeñas que tenía su rostro. “¿Cuándo atacaron este lugar?”, pregunto sin verla. “Poco más de un mes antes de que llegáramos”, respondió. En cada una de las casas fueron asaltadas de manera diferente incluso en el tiempo, pero en todas ellas al final escapaban provocando una fuerte explosión.
