El ataque

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Kalifa ya no sabía que más podía perder en ese momento, pensaba que lo poco humana que era apenas se podía notar. No hace poco había sido sedada y sometida a realizarle una cirugía, en la cual le habían incrustado en su medula espinal un fragmento pulido de Roca de Mar, con el propósito de evitar más caos, según le informaron.

Ahora estaba totalmente vulnerable y al merced de todos, los ojos que quienes controlaban el mundo estaban sobre ella, y eso le pesaba. Constantemente era intimidada por quien fuese, debido que el fragmento en total contacto, la hacía mucho más débil. Nunca fue alguien destacable en el combate cuerpo a cuerpo, siempre dispuso de sus habilidades de su fruta.

Ahora quien quiera que fuera, podía hacerle frente con algo de dificultad, pero podían derrotarla. Pudo ser perdonada, pero eso no significo que regreso a su posición anterior, sino que ahora era una simple secretara/sirvienta.

Se sentía usada en muchas maneras pero al menos nada que pudiese pasar a mayores. Podía aguantar todo eso, por lo menos estaba viva y no siendo torturada o encerrada en Impel Down. Sabía que Luffy estaba en ese lugar, por lo que pensar en crear un escándalo para hacerla llevar no era una mala idea, pero tampoco quería arriesgarse.

Además sabía que pronto tendría que salir de allí. Por lo que supo pospusieron su ejecución, debido a la falta de personal de la Marina y no encontrar un ‘buen lugar para ejecutarlo’, por lo menos, tiempo, tenia de sobra.

Aunque con todo eso sabido, lo único que faltaba era la noticia de su falta de ausencia en la prisión, no le preocupaba, sabía perfectamente que era capaz de salir de allí, lo que le preocupaba fuera algún percance que pudiera ocurrirle.

Otro temor era que posiblemente fuese capaz de liberar alguien o algunos para sacarlos al mundo, esperaba equivocarse. Ya había pasado un mes exacto desde que ‘entrego’ a Luffy, pero para ella fue un gran martirio eterno sobrevivir a todo lo que la habían cargado con tareas. Agregando que tener ese fragmento dentro de ella nunca la ayudo, tenerla siempre le hacía dolerle la espalda, es como si la hubiesen puesta allí para molestarla, sabía que eso era un buen motivo. 

Al día siguiente, su primera tarea a la primera hora del día era distribuir las grandes pacas de periódicos a toda la base. A lo lejos pudo ver como un barco se acercaba, el emblema en la vela principal era el de una gaviota amarilla. Al llegar al puerto, una rampa se posicionó para hacer bajar grandes cargas de periódicos.

Teniendo todo el cargamento frente a ella, solo procedió a repartirlos como sea, después de todo, el contenido era el mismo. Cuando vio la portada de uno de estos de reojo, giro su cabeza con tal de tener su vista concentrada en el titular, con ese movimiento sintió sus huesos de su cuello tronar, aunque no era de sentirse relajada.

Al leerlo bien, un sudor frio recorrió su cuerpo, por temor y asombro. “Enies Lobby junto con la Isla Judicial caen en una masiva destrucción por el criminal fugitivo Luffy.” Ese era el título de la portada y toda la página estaba repleta de diversas imágenes sobre lo acontecido, pero una resaltaba en la esquina inferior derecha. Tomando y leyendo detenidamente, se enteró que dentro había un cartel de recompensa.

Llego a la mitad del periódico y ahí se encontraba el cartel, al tomarlo, revelo su increíble cantidad de mil millones de berries. No sabía si era muy poco o algo normal, tampoco sabía si estaban tomando en cuenta su lucha en Marineford y escape de la prisión. La foto del cartel era de Luffy sonriendo alegremente y al fondo toda la isla en destrucción. Le pareció gracioso el cómo no concordaba su foto con lo que había hecho, pero le gusto.

Con un suspiro de alivio y alegre tomo el cartel para abrazarlo en su pecho, al menos sabía que Luffy estaba bien donde quiera que estuviese. Por más que quería contemplar todo los detalles de su ataque, tenía que terminar sus ‘labores’ para al menos tener el suficiente tiempo para leer todo sin interrupciones.

El Regreso del Rey PirataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora