CAPITULO VII

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— ¿Qué mierda te pasa Jayce?—reprocho con enojo un anciano desaliñado.—¿Tantas ganas tenias de comerte un pichón? ¡Solo mira lo que has hecho!

Señalo a la niña moribunda en el piso y al cadáver frio a su lado.

—¡Como le explicaremos esto al jefe!.—golpeo su cabeza con un bastón.—¡Perro estúpido!

El hombre llamado Jayce intento defenderse poniendo sus manos sobre su cabeza pero fue en vano

—¡No es mi culpa, esa perra me golpeo!.—gimió cuando un bastonazo le partió la cabeza.— ¡No esperaba matarla!

El anciano se enojo tanto que su rostro se puso rojo.

—No me importa lo que te hizo, ¡Haz arruinado dos valiosas mercancías!—rechino los pocos dientes en su boca.—Si no fueras mi único hijo...

Apretó su bastón con fuerza, buscando la poca paciencia que le quedaba.

Era un viejo cultivador, a lo largo de su vida como practicante espiritual nunca pudo concebir descendencia y este único hijo suyo que había sido un regalo de los cielos... ¡Lo ponía en problemas cada día!

—Bastardo.. ¡Que nunca mas se vuelva a repetir!.—lo golpeo una vez mas con indulgencia al verlo sangrar.— El que se atreva a hablar sobre lo que paso hoy...¡ Sufrirá las consecuencias!

Libero una pequeña presión de aura sobre todos los presentes para asegurarse de que guardaran silencio.

Era una amenza tacita que nadie en la caravana de traficantes se atrevía a desobedecer.

—Jayce, ya sabes que hacer.—le dio una ultima mirada decepcionada a su hijo y monto de nuevo su gran caballo blanco.— No olvides desechar las sobras.

El hombre sonrió al notar la indulgencia de su padre.

Asintió varias veces y doblo su cuerpo en una reverencia hasta que los galopes del anciano se alejaron lentamente de el.

— ¿Qué miras?.—pregunto hosco a un esclavo joven que lo miraba desde la distancia.—¡Te arrancare los malditos ojos!

Bramo y se retiro de la multitud que lo observaba disimuladamente mientras arrastraba los cuerpos de ambas niñas con molestia.

—Maldición, atreverse a ser cargado por este gran señor.—escupió en el rostro de la niña moribunda y pateo el cuerpo sin vida con furia.— Estúpidas, merecen mas que una muerte barata.

Mientras desquitaba su enojo con ambas victimas, no noto que una en particular había comenzado a respirar con normalidad de nuevo.

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 — ¡Bastardos, les traje comida!.—Jayce grito mientras se paraba frente a un carruaje oscuro.

Este carruaje en particular, era uno que se encontraba alejado del resto de carruajes dedicados al transporte de los suministros de los demás bandidos.

Se diferenciaba especialmente por su color particularmente negro y por los fuertes barrotes que se posicionaban en cada puerta y ventana que el carruaje poseía, llenándolo con una oscuridad antinatural.

Como si quisieran impedir que alguien o algo... saliese de ella y viese la luz solar.

 —¿Eh, porque no contestan?.—golpeo los barrotes con sus puños cerrados.—¿Finalmente se mataron entre si...? ¡Ah-!

Grito con pavor cuando el hocico de una bestia intento morder su mano.

Fallando por poco debido a una electricidad fantasmal que rodeaba los barrotes del carruaje.

Latinoamericana En Un Mundo De CultivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora