CAPÍTULO 3

3 0 0
                                    

Bueno, ya he vuelto. Antes que nada, la cena ha ido bastante bien. Hoy Leire me ha pedido sentarse conmigo y he aceptado. Me ha empezado a decir que lo sentía mucho por todo lo que estaban haciendo Esther y Sara. Me ha asegurado que ya no son amigas y que ella nunca ha formado parte de las bromas que me han ido gastando a lo largo de estos dos últimos años. Creo que tiene que pasar un tiempo hasta que decida si creérmela o no. Considero que ha pasado mucho tiempo y que puede que Leire me esté mintiendo, aunque tal como lo dice suena muy convincente... Esta semana estoy un poco más triste de lo normal. Estamos a trece de abril de 2017, justo una semana antes del segundo aniversario del "asesinato". El año pasado algunos monitores me acompañaron al cementerio esa tarde a llevarles flores y este año, creo que pasará lo mismo. Aprovecharé para contarles que no me va bien, porque sin ellos mi vida no tiene sentido, y también para decirles que nuestra casita está bien, que la pusieron a la venta. A mi hermano pequeño, le compraré algo y se lo pondré en la lápida. El veintitrés de mayo será su cumple, a lo mejor ese día también voy a visitarle y contarle cuentos. Cuatro años cumpliría. Mamá y papá cumplirían cuarenta y un años. Yo, el diez y siete de julio, cumplo diecisiete. Curioso; cumplo diez y siete años el diez y siete del siete de dos mil diez y siete. Aunque sigo aquí, la fecha de mi muerte fue el veinte de abril de hace dos años. Nunca superaré esa fecha. Bueno, volvamos a Leire. Creo que si no me está mintiendo, está intentando disculparse conmigo, y creo que si se disculpa, lo aceptaré; al fin y al cabo, tiene razón: que yo sepa ella nunca se ha metido conmigo.

A quienes nunca en mi vida cometería el error de perdonar, sería a Esther y Sara; ellas nunca han dejado de molestarme desde que llegué aquí. En el insti muchas veces (como van a mi misma clase), son ellas las que empiezan a burlarse de cualquier cosa sin sentido. Ellas personalmente se han encargado de hacer que nadie me hable, y parece que su misión se está cumpliendo. En el insti nadie me habla si no es para reírse de mí o decirme cualquier tontería. Aunque creo que puedo aprender a vivir con ello, al fin y al cabo eso no debe molestarme, aunque sea inevitable la mayoría de las veces. También tengo que añadir que he hablado por teléfono con Pablo estos últimos días. Nos llamábamos por la noche tarde. Yo, a riesgo de que me requisaran el móvil y no me dejaran volver a usarlo. Él, de que Claudia le castigase por estar con el móvil de madrugada. Con Sonia también he hablado varias veces a lo largo de estos tres días. Ahora que ya tiene casi diecinueve, me ha contado que hace año y medio que se fue a estudiar fuera Criminología y que está muy contenta. Con Edu también he hablado alguna vez cuando Pablo y yo hacemos videollamadas. Ahora que ya tiene seis añitos, está más mayor y se va enterando más de las cosas. Los tres son como de mi familia; son como los tres hermanos que te salvan. Yo era eso para Jack. Yo nunca dejé que nadie le hiciera daño, porque él despertaba en mí un instinto protector que solo las hermanas mayores entienden. Creo que voy a hablar de otra cosa antes de ponerme a llorar. Con la fecha del segundo aniversario tan próxima, llevo unos días sin parar de llorar y me duele un poco la cabeza. Pararé de escribir por lo menos hasta el fin de semana y volveré, lo prometo.

LA LLUVIA EN LOS CRISTALESWhere stories live. Discover now