CAPÍTULO 5

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La mañana siguiente. ESA mañana. El día veinte de abril en general. Esa mañana no tenía ganas de nada. Para colmo, el cielo se tiñó de escalas de distintos grises. Del más claro al más oscuro. Salí al patio del orfanato y de repente, suaves lágrimas que brotaban del cielo recorrieron mi rostro, empezando desde la raíz del pelo. Me senté en la hierba a pensar; quería pensar en todo, y a la vez en nada; quería replantearme todo; quería asegurarme de que no había tenido yo la culpa. No sé, era un cúmulo de cosas que cada vez se iba haciendo más y más grande. Sí que es cierto que he estado yendo a distintos psicólogos desde que estoy aquí, y siempre me suelen hacer muy bien. La última vez que fui, la psicóloga me vio lo suficientemente fuerte como para darme un pequeño respiro después de tener que hacer seis meses de terapia seguidos. Mientras me vestía, iba recordando todo lo que había vivido a lo largo de mis indeseables diecisiete años de vida. Primero, mi mente me llevó al día en que nació Jack, mi hermano y compañero de vida. Fue el tres de octubre del 2007. Yo por aquel entonces tenía siete años. Mientras pienso en él, me digo: "qué injusta esta vida, que él se tuvo que ir con ocho años, con tan poquita vida vivida, y yo, aquí, con casi dos décadas quejándome. Me dije que lo mejor sería dejar de pensar en eso, que lo que ellos querrían es que yo estuviese feliz y les recordase como se merecían. Me vestí, pero no de negro; no. Al contrario. Me vestí con la ropa de los colores más vivos que encontré. Decidí que por más triste que fuese ese día y más nublado que estuviese, no podía dejar que en mi interior se librase una gran tormenta. Cuando llegué al cementerio, me dirigí rápidamente al mausoleo de nuestra familia. Tenía claro qué quería contarles; les contaría que me iba mucho mejor que el año anterior, que había empezado a darme cuenta de quién me quería en su vida en realidad, y lo más importante: había empezado a entenderme y a poder llevar mucho mejor el duelo. Gracias a la terapia, pero también gracias a ellos. Leire, Sonia, Edu, Claudia, Pablo... ¡¡¡Pablo!!! De repente, mi móvil comenzó a vibrar. Nada más encenderlo, me di cuenta de que se trataba de este último. Pese a las ganas que tenía de hablar con él, estaba en un momento "íntimo", pero me prometí que lo llamaría en cuanto tuviera tiempo al llegar al orfanato.

Pasó el tiempo; tampoco sabía con exactitud cuánto había pasado, así que cogí mi móvil y miré la hora. Pasaban ya tres minutos de las cinco y media de la tarde. Las cinco y media. ¿Casualidad? No, no lo creo. Salí del cementerio diez minutos después, un poco abrumada, pero infinitamente más contenta que las anteriores veces. Había "hablado" con ellos y ahora me sentía mejor... Más plena. Al cabo de media hora, llegamos otra vez al orfanato. Leire tenía permiso de salir, y, al parecer, había quedado con un chico. Decidí que cuando volviera ya le haría el interrogatorio correspondiente. Recordé que tenía una llamada pendiente con Pablo, de la cual tenía muchísimas ganas, así que no esperé más y le llamé por videollamada. Segundos después, su ya tan familiar rostro rubio pecoso apareció en la pantalla de mi móvil. Podría contemplar esa imagen una vida entera si me lo propusiera,. Cuando volví a la realidad pensé que quizá Pablo se hubiera extrañado al verme a mí tan embelesada. Lo que no sabría es que era por él. Pero no; allí seguía, esperando a que yo comenzase a hablar. Como me estaba empezando a ruborizar, comencé a hablar:

-¡Hola, Pablo!-grité yo, muy entusiasmada.

-Hola, Tati-dijo él, entusiasmado también; pero con otra emoción que no supe identificar, hasta que en lo que me pareció un tono urgente, me informó:-Oye, ¿puedes salir hoy del orfanato? Es que me ha surgido una cosa súper importante y quiero que nos veamos para poder contártelo mejor.

Yo me quedé un poco extrañada antes de responder:

-Sí, está bien. Pero deja que primero lo consulte. Dame dos minutos-y colgué. Mientras iba en busca de alguien a quien pedirle permiso, mi mente me iba sugiriendo motivos por los que Pablo quisiera quedar conmigo. Me vino a la cabeza ESE pensamiento, pero me dije que no, que lo más probable es que hubiera conseguido acceder a alguna universidad fuera de esta ciudad y quería despedirse de mí. Por fin encontré a alguien. Carmen, la monitora que mejor me conocía. Sin esperar a que me preguntase si necesitaba algo, le pedí:

-Carmen, ¿puedo salir un par de horas con un amigo? Es que es muy importante según me ha dicho.

Ella me miró con cara rara, pero como me quería mucho y siempre me portaba bien, accedió:

-Está bien. Pero recuerda: tú sola te has puesto la hora de vuelta. Asentí, con cara satisfecha. Comimos y después subí a mi habitación para cambiarme y maquillarme. Tras una hora y media, anuncié a Carmen que me iba. Eran ya casi las siete de la tarde. Llamé a Pablo para saber a dónde me tenía que dirigir. Recorrí una manzana hasta que le encontré sentado en un parque, esperándome. "Cómo ha pasado el tiempo", pensé, cuando vi que se levantaba al verme. Cuando llegué hasta donde él estaba, nos abrazamos. Nos habíamos echado tanto de menos. Me ofreció que me sentara, para a continuación empezar:

-Tati, qué guapa estás. Ya no te recordaba así. Pensé que ahora tendrías el aspecto de una vieja.-empezamos a reírnos.

-Sí, tú tampoco estás tan mal; me había replanteado el venir por si eras un fantasma.- repliqué yo, a tono de broma.

-Ahora en serio, Tanya... Creo que ha llegado el momento de decirte algo muy importante-cambió su semblante tan rápidamente que por un momento me sentí aturdida. Mi corazón comenzó a latir. Noté que el suyo también, a juzgar por cómo empezaba a inhalar y exhalar. Sus ojos se pusieron rojos:

-Creo que voy a empezar a llorar, así que te lo diré. A ver, solo te pido que por muy chocante que te parezca, porfi no me cortes.

Yo asentí con un leve movimiento de cabeza. Él prosiguió:

-Tanya, me gustas demasiado. Me gustaste hace dos años cuando te vi pasar por primera vez a casa y me gustas hoy mientras te digo lo que siento por ti. Creo que no aguantaba más sin decírtelo.-Sus ojos verdes pardo se llenaron de lágrimas al tiempo que yo le consolaba dándole un abrazo. Una oleada de emoción me sacudió por dentro, mientras empezaba a llorar yo también. Le dije:

-Pablo... Tú a mí también me gustas. Creo que desde que te vi me enamoraste y no me arrepiento. No me arrepentiré nunca.

Nos quedamos un rato sin saber qué hacer, sin dejar de mirarnos. Ambos teníamos demasiado que información que asimilar. Nos despedimos. Cumplí mi promesa y llegué media hora antes de lo previsto. Mientras iba caminando de regreso, me fijé en lo bonito que estaba el cielo con sus tonos rosados y violetas, que le daban al ambiente de aquella tarde fría del veintisiete de abril un aspecto todavía más tibio. No me di cuenta de que estaba sonriendo como una tonta hasta que empezaron a dolerme las mejillas. Llamé a Leire para que cuando llegara me esperara. Quería contarle todo. Ella es la única que siempre me ha entendido. Llegué poco tiempo después. Solo hasta el momento que me dispuse a coger mi móvil, mi sonrisa se apagó. ¡Había perdido el móvil! No, no podía ser. Me puse a sacar todo lo que llevaba metido en los bolsillos de la chaqueta, sin querer reconocer que lo había perdido. Estaba tan concentrada buscando, que no me di cuenta de que había alguien detrás de mí, esperando paciente. Me di la vuelta, asustada. Cuando descubrí que se trataba de Pablo, me relajé:

-¿Buscabas esto?-preguntó, chistoso.

-Sí, muchas gracias-contesté yo, siguiéndole el juego.

-De nada, chica que lo pierde todo.

-¿En serio has sido capaz de quitarme el móvil solo para verme?

-¿Y eso lo hace parecer más raro?-dijo, con total indiferencia.-Si te quiero tendré que demostrártelo, ¿no?

Empezamos a reírnos cuando aparecieron Sara y Esther. Se miraron con caras de asco, envidiosas. Qué asco me daban, por favor. Aunque estaba en MI momento, y no podía estropearlo por muy mal que me cayesen las tontas esas. Le dije a Pablo:

-Pablo, ahora en serio. ¿Qué te hizo fijarte en mí?

-Todo. Todo porque tú lo eres todo para mí; siempre lo has sido. Llevo muy enamorado de ti desde que te conozco, y conociéndome es una mierda, porque yo soy de ese tipo de personas que no están dispuestas a que les roben el corazón, joder. Te pido que salgas de mis pensamientos.

LA LLUVIA EN LOS CRISTALESWhere stories live. Discover now