Adara Perkins
El lápiz que sostengo entre los dedos de mi mano derecha se va deslizando por el folio que tengo delante, encima de la mesa. Voy trazando líneas sin sentido que van dando piruetas circulares. La otra mano está siendo de apoyo para mi cabeza.
Al cabo de unos segundos, puedo ver que medio papel ha sido rayado ya, y siendo franca, no sé qué he hecho, pero lo volvería a hacer si me estuviera aburriendo tanto como en este mismo momento. La profe nos está dando la típica charla de antes del examen, diciendo que hay personas que deben esforzarse un poco más y todo eso.
Mi mejor amiga, Ana, está a mi lado. Se sienta conmigo en clase. Y, literalmente, está hiperventilando. La nota del examen le importa mucho y no quiere ni de lejos bajar su rendimiento. Y ni sé por qué se preocupa, si sus notas siempre son espectaculares. Más bien, es considerada la más lista del curso entero. Así que, ¿por qué esa alteración? No sé. Cosas de listos, supongo.
Las inhalaciones y expiraciones de Ana me hacen girar la cabeza lentamente en su dirección, parando de dibujar líneas sin rumbo. Tiene una mano en el pecho, y veo cómo le sube y le baja. No sé si reír o llorar por el show que se está montando por nada.
Bueno, para mí al menos no es nada.
Ana se da cuenta de que la estoy mirando extrañada, a lo que ella me responde con la misma expresión.
—¿Qué pasa? —me pregunta, aún con la mano en la zona del corazón.
—¿Que qué pasa? —le digo, incrédula —Pasa que vas a aprobar ese examen de mates, Ana. Siempre lo haces. Y no como yo que, cuando lo hago, suelo aprobar raspando. Así que, cálmate de una vez, mujer. Que yo estoy más relajada que tú, y eso que yo tengo más riesgo de suspender.
—Ay, Adara. Es que esto es muy importante para mí, ¿sabes?
—Ana, es solo un examen —le recalco acercándome más a ella, como si así me fuera a entender mejor.
—Ya, pero... ¿Tú sabes lo mucho que influye una sola nota en toda la media? —me dice con los ojos muy abiertos. Yo sin embargo, sigo igual de calmada, cosa que no sé si seguirá intacto en mí si Ana me llega a contagiar su estrés.
—Pues sí, pero...
—Pues ya está. Necesito sacar... mmm... como mínimo una B —dice y mira al frente con vista firme y los dedos de ambas manos entrelazados sobre la mesa como si fuera toda una señora.
—¿En serio? Yo con una C+ monto una fiesta en mi habitación con música de Michael Jackson a todo volumen.
—Es que eres muy conformista —Ana se gira y me enfrenta —. Oye, Adara, sé que, bueno, últimamente no ha sido el mejor tiempo, pero tienes que centrarte un poco más en tus notas. Son superimportantes.
—Para ti.
—Y también lo deberían ser para ti.
Sin más, dejó el lápiz en la mesa, lo acomodo algo bien para que no se ruede y se caiga, y me giro yo también hacia ella.
—Mira, Ana, en esto no somos iguales. Ya está. Tú eres la típica chica que se estresa de manera innecesaria por miedo a sacar menos de un notable y que podría ser la más lista incluso de todo Wisconsin, y yo soy la que estudia con las justas y, por consecuencia, apruebo por las justas. Es así.
Ana se me queda mirando y niega con la cabeza con los labios fruncidos.
—Dime por lo menos que un poquito sí que te importa aprobar.
—Por supuesto que sí, si no, directamente no estudiaría una mierda —respondo guiñándole un ojo.
Entonces, la profe empieza a repartir los exámenes de matemáticas que dimos hace una semana exacta, y puedo notar cómo el pálpito se le ha vuelto a acelerar a mi amiga. Lo noto en su cara. Está tensa. Esta niña se vuelve vulnerable si se trata de sus notas.
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Síndrome de Estocolmo [EN PROCESO]
RomanceAdara es una adolescente normal y corriente que vive con sus padres y es sumamente feliz Todo en su vida va como la seda, hasta que es secuestrada por Brandon Hackman, y no tarda en enterarse del motivo que le impulsó a hacerlo. A partir de ese mome...